jueves, 30 de junio de 2022

Los enemigos de la democracia | por Nelson Espinal Báez | OPINION

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Santo Domingo - jun. 29, 2022 | 12:01 a. m. | 5 min de lectura

Los enemigos de la democracia

Hoy más que nunca, la extrema derecha y la extrema izquierda coinciden

En una ocasión escribí en mi cuenta de twitter “cuando la violencia entra por la puerta, la política sale por la ventana”. Como una forma de tratar de descodificar la realidad que vivimos, copada por los extremismos, los radicalismos, de izquierda y derecha, que buscan purgar nuestras culpas y nos conminan a abandonar toda racionalidad para satisfacer a partidarios que militan en las redes sociales. 

Hoy más que nunca, la extrema derecha y la extrema izquierda coinciden. Lo autoritario los une. Antes, unos amaban a Fidel Castro y otros a Ronald Reagan, hoy ambos aman a Vladimir Putin. 

En términos de autoritarismos y de entropía social, el trumpismo es a la derecha, lo que el chavismo es a la izquierda. Ambos desprestigian las plataformas en que originalmente se sustentan: la derecha tradicional conservadora y la izquierda democrática. Y es que ambos tienen una gran capacidad de división y destrucción, a tal punto de que son capaces de destruirse a sí mismos, sus partidos y sus propias naciones con tal de alcanzar o mantenerse en el poder.  En términos políticos son plataformas para exaltar egos, engañar al pueblo humilde y aprovecharse de una ciudadanía insatisfecha por una inmensa necesidad de seguridad, no así de libertad y sienten que las instituciones democráticas no les provee esa anhelada seguridad. 

Democracia como sinónimo de aspiración de libertad y procedimiento institucional, no personal, de toma de decisiones.

Y es que los extremos se tocan. Son la extrema derecha y la extrema izquierda las que han coincidido, como el Nacionalsocialismo de Hitler y el Fascismo de Mussolini que usaron la misma vieja receta de la extrema izquierda dictatorial de la historia: estatismo, colectivismo, violencia y control social.

El hecho de que los fascistas perseguían a los comunistas y ambos se odian mutuamente, no ha sido por razones ideológicas, sino de dominación. Poder crudo. 

Ambas, el fascismo y el comunismo, son doctrinas colectivistas, que ponen al Estado sobre el individuo, su aspiración es la búsqueda de un estado todo poderoso que busca controlar la vida de una sociedad, a la que mantendrán capturado por todo el tiempo que puedan. Ejemplo, Cuba, Venezuela, Nicaragua y por supuesto la Unión Soviética, la Alemania Nazi y la Italia de Mussolini.

Ambas doctrinas te indican que no importa que el estado tenga poder sobre tus bienes, sobre tus hijos e incluso sobre ti mismo. Una forma de intentar amalgamar el poder del estado con el pueblo es afirmando que el “estado somos nosotros”, totalmente falso. El estado administra el dinero de los contribuyentes y regula nuestra vida en sociedad, para ello “tiene el monopolio de la violencia física” (Max Weber), pero el estado no somos nosotros, y precisamente por eso es que necesitamos una Carta Magna que nos garantice, como individuos y como sociedad, derechos fundamentales. 

Ambos, el fascismo y el comunismo, consideran la violencia como una acción política legítima para avanzar a sus objetivos. Y los violentos, incluso los que cometen actos terroristas son “nuestros héroes”. Por supuesto, una vez en el poder, su objetivo primario es ocuparse de la enseñanza que deben recibir los niños, “si el Estado está pagando la educación, entonces el Estado manda”. 

Para la extrema izquierda y la extrema derecha, el Estado sustituye a Dios. Olvidan que el Estado lo componen hombres y mujeres con las debilidades propias de la condición humana. Intentan así obviar a los más interesados en que esos niños reciban la mejor educación posible: sus padres.  

Ambos extremos, siempre intentarán imponiendo, a través de la violencia ilegítima o con la fuerza del Estado, su manera totalitaria de gobernar. Por eso los millones de migrantes son los que escapan de esos regímenes. 

Decía Fernando Mires recientemente que “en América Latina falta una derecha social. Mientras no aparezca, las elecciones van a ser como están siendo: izquierdistas contra millonarios”. Igual sucede en EE.UU. la derecha debe recobrar sus principios y valores primigenios. Los que cohesiona y tradicionalmente articula a sus adherentes, que empieza con la libertad, la legalidad y el republicanismo. Igualmente, en América Latina falta una izquierda económica, donde lo racional impere sobre lo emocional, donde nos orientemos primero a crear valor y luego, en forma legítima, venga el proceso distributivo. Lamentablemente lo hacen al revés, primero distribuyen, después distribuyen y por ultimo siguen distribuyendo, y lo hacen desde el más rancio e ilegítimo personalismo: “Exprópiese” “Exprópiese” decía Hugo Chávez, hasta que llevaron toda la nación a la miseria. 

Si algo nos ha enseñado la historia es que no hemos aprendido las lecciones de la historia. En nombre del pueblo y de Dios se han cometido los mayores crímenes contra la humanidad. 

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