EDUARDO SANZ LOVATON
República Dominicana y la logística
Desde que la República Popular China superó los últimos embates del período de gobierno de Mao Tse-Tung y vino la semi apertura de la economía china de mano de Deng Xiaoping, desde finales de los años 70, China se fue convirtiendo en el gran centro manufacturero del mundo.
De esta manera, China y otros países de Asia, aprovechándose de su numerosa mano de obra y sus muy baratos esquemas de compensaciones salariales, se hacían indispensables en las principales economías del mundo.
Así se popularizó el “made in china”, hasta que era una constante en el desarrollo económico del mundo.
Por ejemplo: las economías de Estados Unidos, Unión Europea, Japón y, con ellas, gran parte del mundo, tenían en los tigres de Asia una parte esencial o fundamental de todos los insumos que se consumen en una economía moderna.
Si le diéramos un paso rápido al desarrollo económico, desde esa década de los 70 hasta la llegada del Covid-19 en el año 2020, veríamos cómo el costo y la calidad eran la principal preocupación para asegurar las cadenas de suministros de todo el mundo.
Debemos referirnos al costo, que fue la constante al principio de esta tendencia donde el mundo manufacturaba y generaba insumos primarios en lugares lejanos donde todo se fabricaba o se producía de manera menos costosa, hasta el punto de que la distancia no era un factor importante en las estructuras de costos.
Con el paso del tiempo, aquella vieja idea de que desde Asia las cosas eran menos costosas, pero también, de menos calidad, fue poco a poco equiparándose y la calidad de estos centros de producción, fue también compitiendo con las estructuras más sofisticadas y, por tanto, con una supuesta mejor calidad que había sido la constante en occidente, principalmente en los Estados Unidos.
Dos factores fundamentales han generado una gran disrupción en las constantes del bajo costo y la calidad.
La irrupción de la pandemia generó justificados temores de que cualquier suceso natural o geopolítico pudiera desabastecer las grandes economías.
El otro gran factor es que la rivalidad geopolítica China-Occidente ha puesto de manifiesto una guerra por el conocimiento que se ve en más disputas legales por la propiedad intelectual.
La fabricación en Asia de todo tipo de artefactos de lujo sin las licencias correspondientes a sus propietarios de marcas, fórmulas, patentes y demás también genera dificultades.
Por eso hemos arribado a la nueva realidad de que, ya no siendo conveniente tener a China y al Asia como la “fábrica” del mundo, occidente y nosotros en particular, en el continente americano debemos garantizar nuestra propia cadena suministros y al mismo tiempo defender, siempre de manera legal, a nuestros productores de conocimientos y estructuras locales de comercio.
Ubicación geográfica
En vista de lo anterior hemos arribado a la época del friendshoring y del nearshoring.
Estos fenómenos de las costas amistosas y del beneficio de la geografía no son otra cosa que la capacidad que tienen ciertos países por su ubicación geográfica, por su estructura democrática e ideológica, de ser nuevas fábricas y centros de distribución de occidente, como detallábamos en nuestro artículo ‘Hacia un hub logístico regional’ publicado en el Listín Diario el 15 de octubre de 2021.
Pocos países, por no decir que ningún otro en el Caribe y en América Latina, reúnen más condiciones que la República Dominicana.
Nuestra salida exitosa de los embates de las crisis pospandemia es un ejemplo.
Nuestro sorteo de las crisis de precios y comodities luego de la invasión rusa a Ucrania ha puesto de manifiesto que Luis Abinader ha hecho un gran relieve de las fortalezas de nuestro país.
A todo esto debemos agregar que las reformas de la Ley de Aduanas, la de comercio marítimo y la reciente creación del Decreto 463-23, hacen del sector logístico un nuevo eje de desarrollo de República Dominicana.
Nuestras zonas francas, nuestro turismo, nuestra fortaleza industrial, nuestra cultura todos nos hacen útiles para servirle al mundo como un gran centro de distribución de mercancías.
Produciendo algunas de ellas y generando más capacidad productiva para nuestro país.
También, adquiriendo los muy necesarios conocimientos al manejar, administrar y transformar mercancías que vienen de todo el mundo.
La logística debe ser para nuestra economía lo que una vez fue el azúcar, lo que ahora es el turismo, lo que son las remesas del exterior.
La logística puede ser el futuro de República Dominicana.
Luis y quienes lo acompañamos así lo entendemos. ¡Vamos!
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