POLÍTICA Y CULTURA
Adiós “teórico”, amigo mío
Adiós “teórico”, amigo mío
Jimmy Sierra murió la semana pasada, y con él se muere el más fabuloso historiador de la cotidianidad política, social y cultural del país. Era un ente movilizador de conciencia en torno a los problemas sociales. Hizo del arte un instrumento de difusión popular, donde se manifestó con fuerza vibratoria el drama de los indocumentados, de los balseros dominicanos, de las creencias populares, de los ritos supersticiosos del entramado mágico religioso de recónditas poblaciones, promovió la lucha contra las desigualdades sociales y humanas, hizo de la sencillez un estilo de vida, con vocación de servicio por el pueblo humilde.
Jimmy, el “teórico”, a todos saludaba llamándolos “teórico”, yo lo conocía desde ciclos y etapas lejanas, y logramos una empatía, vinculación muy estrecha basada en nuestra participación cultural y en las múltiples coincidencias en el plano de la lucha por la democracia. Lo recuerdo aquel 9 de febrero de 1966, cuando él, en representación de los estudiantes universitarios junto al liderazgo estudiantil de la época, encabezado por el Secretario General de la Federación de Estudiantes, el inolvidable Amin Abel, y una pléyade de líderes estudiantiles, llenos de impotencia sentados en las escalinatas del Palacio Nacional, contemplaron el brutal ametrallamiento a los escolares de educación media y jóvenes universitarios, que reclamaban conquistas para la Universidad y el retiro de la tropas invasoras del país. Líder del Movimiento Cultural Universitario, fue de los defensores de los valores nacionales, proyectando en concursos, talleres y foros culturales a muchos nóveles escritores en un incesante activismo social. Dirigente inicialmente de la Juventud Revolucionaria Social Cristiana, y luego asociado a grupos de avanzada ideológica de su tiempo histórico, Jimmy no perdió nunca el horizonte de sus ideas de compromiso con los cambios, que postulaban el proceso de resistencia frente a la represión y la contrainsurgencia. Siempre estaba gestando una idea, un plan, objetivos. Ejerció la abogacía con esmero y apego a principios éticos. Por igual fue profesor universitario y participante en todos los claustros académicos, así como en foros de letrados y aficionados a la lectura y al debate, fortaleciendo la imagen y proyección de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Su espíritu trabajador y consistente insufló en los clubes de la capital, en los barrios más humildes, una infinita articulación de programas e inventivas que logró materializar, y lo fueron definiendo como uno de los más avezados símbolos del trabajo por el reconocimiento de la cultura popular. Hizo videos, produjo cine, fue novelista, cuentista, articuló escenas históricas, hurgando en las esencias nacionales, el sentido y la concreción del destino libertario de nuestro pueblo. Se trata de una pérdida sensible para todo el universo de ideas creadoras que él sustentó, para sus amigos, para sus alumnos, para sus compañeros de tertulia. Y es que la muerte llega, súbita y violenta, agrede hemisferios humanos, recuerdos, afectos entrañables, con una mudez fría y desoladora. No todos al morir dejan una estela de la dimensión cariñosa, afectiva, solidaria y fraterna de Jimmy Sierra, porque el “teórico” para nosotros, fue siempre un amigo, un compañero, un hermano.
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