Hipólito Mejía
https://youtu.be/XAzs6a9NKsE
Hipólito Mejía se propone un gobierno de transición unidad para consolidar la democracia y luchar derrotar la impunidad, la corrupción y el crimen
02 de septiembre de 2018. Santo Domingo, Rep. Dominicana
02 de septiembre de 2018. Santo Domingo, Rep. Dominicana
Hipólito Mejía anunció sus aspiraciones presidenciales para el 2020 y propone un gobierno de transición que lleve al país a consolidar la democracia, cero tolerancia para enfrentar la corrupción y el crimen, que cree oportunidades de empleos de calidad para jóvenes y mujeres, que el pueblo tenga acceso a la salud y que se garantice el derecho a vivir sin temor.
Estamos obligados, dijo, a elegir entre la esperanza y el miedo, el orden y el desorden, entre la seguridad y el caos.
En un breve discurso pronunciado al país por una gran cadena de radio, televisión y las redes sociales, Mejía anunció la búsqueda de la Presidencia de la República, para el 2020, a través de la candidatura del Partido Revolucionario Moderno.
Hoy, señaló, nuestro futuro está amenazado por el Partido de la Liberación Dominicana” que nos estruja en la cara su mal habida riqueza y sus fortunas acumuladas sustrayendo la riqueza del pueblo dominicano, que se roban los recursos públicos y la gente se pregunta ¿dónde está su proclamada vocación de servicio al pueblo? Afirmó que todas nuestras instituciones están secuestradas por el PLD que las usa para su beneficio particular.
Reclamó la movilización de los ciudadanos para marcar el comienzo de una transición necesaria para lograr que la República Dominicana sea convertida en un país próspero y justo, como quiere la gente.
Esa movilización persigue retomar el camino del orden, de la decencia de la ley, para convertir en realidad nuestra esperanza.
Pidió una cruzada decidida y frontal contra la corrupción y la impunidad. Dijo que la transición deberá crear empleos de calidad, aumentar las exportaciones, mejorar los servicios de salud y educación y el mejoramiento de la calidad de la vivienda.
Reclamó el apoyo de los empresarios, tanto los grandes como los MIPYMES, y aseguró que la transición les darás apoyo para que sean más competitivos, en el costo de la energía, la capacidad para innovar, la sostenibilidad de las exportaciones, la calidad y de los recursos humanos y las aplicación de tecnología apropiada y la seguridad jurídica.
A los productores agrícolas se les dará la garantía de un financiamiento adecuado, seguridad de mercado, asistencia técnica y capacidad para asegurar la rentabilidad.
Prometió crear empleos para jóvenes y mujeres, así como espacios para estudios y recreación.
A seguidas se copia el texto completo del discurso del ex presidente Hipólito Mejía:
Pueblo dominicano:
Me dirijo al país en un momento crucial para el destino de la República Dominicana.
Lo haré, como es mi costumbre, apegado a la verdad, con la esperanza de que mis palabras contribuyan a mejorar el presente y a construir un mejor futuro para nuestras familias, a través del trabajo honesto.
Los ciudadanos dominicanos estamos obligados a escoger entre la esperanza y el miedo; entre el orden y el desorden; y entre la seguridad y el caos.
Esa elección significa hacer, de una vez por todas, los cambios que nuestra sociedad necesita.
Por supuesto, no es la primera vez que los dominicanos enfrentamos desafíos que nos obligan a tomar decisiones trascendentales.
En efecto, a lo largo de la historia, hemos luchado para hacer realidad esta patria, sembrando nuestro suelo con amor, sudor y sangre, para cultivar nuestro ideal libertario.
Hemos sabido defender nuestra soberanía con coraje frente a agresores extranjeros, todo ello en la esperanza de poder vivir en una nación justa y próspera.
Sin embargo, hoy nuestro futuro está amenazado por una paradoja que ha sido creada por un grupo encabezado por el Partido de la Liberación Dominicana.
Permítanme explicar, con la franqueza que me caracteriza, en qué consiste esa paradoja.
Me refiero a que, a pesar del crecimiento económico, la mayoría de la gente siente en carne propia cómo la calidad de sus vidas se deteriora, empujada por la corrupción, la impunidad y la inseguridad que nos afecta.
La mayoría está agobiada por la falta de empleos y el irresistible costo de la vida.
Todos sentimos el miedo creado por la violencia, especialmente la violencia contra la mujer.
Mientras eso ocurre, nos sentimos indignados cuando un grupo nos estruja en la cara su mal habida riqueza, y sus fortunas acumuladas sustrayendo la riqueza del pueblo dominicano.
A esos indolentes que se roban los recursos públicos, la gente les pregunta una vez más:
¿Dónde está su proclamada vocación de servicio al pueblo?
Hasta ahora, la hiriente respuesta de ese grupo ha sido la arrogancia, la ostentación y la prepotencia.
La desbordada soberbia de ese grupo le conduce a violar todas las normas civilizadas, tanto las de la ley como las de la moral y la decencia.
Es oportuno preguntar, ¿Qué tenemos que hacer para poner fin a esta desgracia y retomar el camino del orden, de la decencia, de la ley, para convertir en realidad nuestra esperanza?
Para alcanzar ese objetivo, solo nos queda el camino genuinamente democrático: la movilización de los ciudadanos.
Esa movilización está llamada a marcar el comienzo de una transición necesaria para lograr que la República Dominicana sea un país próspero y justo, como quiere la gente.
Ahora bien, ¿Qué significa la transición necesaria?
La transición significa, en primer lugar, tener instituciones sólidas, integradas por personas idóneas, honestas, independientes y con genuina vocación de servicio.
La creación de instituciones fuertes y transparentes garantizaría el cumplimiento estricto de las Leyes y la aplicación del régimen de consecuencias que ellas establecen.
Eso es especialmente importante en el campo de la justicia.
Hoy, todas nuestras instituciones están secuestradas por el Partido de la Liberación Dominicana, que solo las usa para su beneficio particular.
En segundo lugar, la transición consiste en la lucha decidida y frontal contra la corrupción y la impunidad. El principio de tolerancia cero frente a esos dos males debe ser un componente esencial de la transición.
Ese combate contra la corrupción y la impunidad tenemos que librarlo, caiga quien caiga.
En tercer lugar, la transición tiene que garantizar la creación de oportunidades para los proyectos e iniciativas que contribuyan a crear riquezas y mejorar la calidad de vida.
Para tal fin, se deberá enfatizar la creación de empleos de calidad, el aumento de las exportaciones, el mejoramiento de los servicios de salud y educación y el mejoramiento de la calidad de la vivienda.
Al mismo tiempo, la transición tiene que enfrentar, de manera efectiva, el crimen y la delincuencia para lograr la seguridad ciudadana.
Por último, la transición significa la promoción de la ciudadanía activa. En efecto, de poco sirven las leyes y los proyectos de desarrollo si los ciudadanos no participamos en la conducción de la cosa pública, en procura del bien común.
Esa ciudadanía activa tiene, obligatoriamente, que crear un ambiente de confianza entre los partidos políticos, las instituciones públicas, la sociedad civil y los movimientos sociales.
Sin embargo, para hacer posible la transición, debemos trabajar para fortalecer la calidad de nuestra democracia.
Para eso, debemos crear espacios donde crezcan las virtudes de las ideas, se afiancen las libertades públicas y se respeten los derechos económicos, sociales y políticos del pueblo dominicano.
En efecto, aunque la Constitución dominicana establece que nuestra nación es un Estado Social y Democrático de Derecho, el PLD ha impedido el ejercicio pleno de esos derechos.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, a más de la mitad de la población se le niega el derecho a un trabajo digno.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, más de un millón de personas viven en viviendas vulnerables.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, cientos de miles de dominicanos no reciben los servicios de salud que requieren.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, a todos, sin distinción de clases, se nos impide ejercer el derecho de vivir en un país seguro, y el derecho a vivir sin temor.
Me dirijo al país en un momento crucial para el destino de la República Dominicana.
Lo haré, como es mi costumbre, apegado a la verdad, con la esperanza de que mis palabras contribuyan a mejorar el presente y a construir un mejor futuro para nuestras familias, a través del trabajo honesto.
Los ciudadanos dominicanos estamos obligados a escoger entre la esperanza y el miedo; entre el orden y el desorden; y entre la seguridad y el caos.
Esa elección significa hacer, de una vez por todas, los cambios que nuestra sociedad necesita.
Por supuesto, no es la primera vez que los dominicanos enfrentamos desafíos que nos obligan a tomar decisiones trascendentales.
En efecto, a lo largo de la historia, hemos luchado para hacer realidad esta patria, sembrando nuestro suelo con amor, sudor y sangre, para cultivar nuestro ideal libertario.
Hemos sabido defender nuestra soberanía con coraje frente a agresores extranjeros, todo ello en la esperanza de poder vivir en una nación justa y próspera.
Sin embargo, hoy nuestro futuro está amenazado por una paradoja que ha sido creada por un grupo encabezado por el Partido de la Liberación Dominicana.
Permítanme explicar, con la franqueza que me caracteriza, en qué consiste esa paradoja.
Me refiero a que, a pesar del crecimiento económico, la mayoría de la gente siente en carne propia cómo la calidad de sus vidas se deteriora, empujada por la corrupción, la impunidad y la inseguridad que nos afecta.
La mayoría está agobiada por la falta de empleos y el irresistible costo de la vida.
Todos sentimos el miedo creado por la violencia, especialmente la violencia contra la mujer.
Mientras eso ocurre, nos sentimos indignados cuando un grupo nos estruja en la cara su mal habida riqueza, y sus fortunas acumuladas sustrayendo la riqueza del pueblo dominicano.
A esos indolentes que se roban los recursos públicos, la gente les pregunta una vez más:
¿Dónde está su proclamada vocación de servicio al pueblo?
Hasta ahora, la hiriente respuesta de ese grupo ha sido la arrogancia, la ostentación y la prepotencia.
La desbordada soberbia de ese grupo le conduce a violar todas las normas civilizadas, tanto las de la ley como las de la moral y la decencia.
Es oportuno preguntar, ¿Qué tenemos que hacer para poner fin a esta desgracia y retomar el camino del orden, de la decencia, de la ley, para convertir en realidad nuestra esperanza?
Para alcanzar ese objetivo, solo nos queda el camino genuinamente democrático: la movilización de los ciudadanos.
Esa movilización está llamada a marcar el comienzo de una transición necesaria para lograr que la República Dominicana sea un país próspero y justo, como quiere la gente.
Ahora bien, ¿Qué significa la transición necesaria?
La transición significa, en primer lugar, tener instituciones sólidas, integradas por personas idóneas, honestas, independientes y con genuina vocación de servicio.
La creación de instituciones fuertes y transparentes garantizaría el cumplimiento estricto de las Leyes y la aplicación del régimen de consecuencias que ellas establecen.
Eso es especialmente importante en el campo de la justicia.
Hoy, todas nuestras instituciones están secuestradas por el Partido de la Liberación Dominicana, que solo las usa para su beneficio particular.
En segundo lugar, la transición consiste en la lucha decidida y frontal contra la corrupción y la impunidad. El principio de tolerancia cero frente a esos dos males debe ser un componente esencial de la transición.
Ese combate contra la corrupción y la impunidad tenemos que librarlo, caiga quien caiga.
En tercer lugar, la transición tiene que garantizar la creación de oportunidades para los proyectos e iniciativas que contribuyan a crear riquezas y mejorar la calidad de vida.
Para tal fin, se deberá enfatizar la creación de empleos de calidad, el aumento de las exportaciones, el mejoramiento de los servicios de salud y educación y el mejoramiento de la calidad de la vivienda.
Al mismo tiempo, la transición tiene que enfrentar, de manera efectiva, el crimen y la delincuencia para lograr la seguridad ciudadana.
Por último, la transición significa la promoción de la ciudadanía activa. En efecto, de poco sirven las leyes y los proyectos de desarrollo si los ciudadanos no participamos en la conducción de la cosa pública, en procura del bien común.
Esa ciudadanía activa tiene, obligatoriamente, que crear un ambiente de confianza entre los partidos políticos, las instituciones públicas, la sociedad civil y los movimientos sociales.
Sin embargo, para hacer posible la transición, debemos trabajar para fortalecer la calidad de nuestra democracia.
Para eso, debemos crear espacios donde crezcan las virtudes de las ideas, se afiancen las libertades públicas y se respeten los derechos económicos, sociales y políticos del pueblo dominicano.
En efecto, aunque la Constitución dominicana establece que nuestra nación es un Estado Social y Democrático de Derecho, el PLD ha impedido el ejercicio pleno de esos derechos.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, a más de la mitad de la población se le niega el derecho a un trabajo digno.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, más de un millón de personas viven en viviendas vulnerables.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, cientos de miles de dominicanos no reciben los servicios de salud que requieren.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, a todos, sin distinción de clases, se nos impide ejercer el derecho de vivir en un país seguro, y el derecho a vivir sin temor.
Señoras y señores:
Todos esos males han ocurrido a pesar de que los gobiernos del PLD han endeudado al país de manera rampante e irresponsable.
En efecto, expertos nacionales e internacionales han demostrado que la República Dominicana dedica más del 50 por ciento del PIB al pago de la deuda externa.
Eso constituye una grave amenaza para la sostenibilidad de nuestro desarrollo y para el futuro del pueblo dominicano.
Revertir esa dañina tendencia tendrá que ser una prioridad para la transición que proponemos.
La alternativa a ese endeudamiento improductivo y pernicioso es invertir los recursos del Estado en los sectores productivos nacionales, y enfocar el gasto para beneficio de la gente.
Un sector que necesita de esa reorientaciónón del gasto es el de nuestros jóvenes.
Para nuestros jóvenes, la transición significará garantizarles un trabajo digno.
También significará tener el apoyo directo del Estado para que puedan formarse en universidades y escuelas técnicas, y acceder al mercado de trabajo con equidad de oportunidades.
A los jóvenes que buscan hacer realidad sus proyectos como emprendedores, la transición les dará todo el apoyo para hacer realidad sus sueños.
De igual manera, a nuestra juventud la transición le garantizará la creación de espacios para los deportes, el arte y la cultura.
Para la mujer dominicana, la transición significa la garantía de un trabajo digno y equitativo.
Para ella, la transición debe ser sinónimo de la seguridad que necesita, de oportunidades para capacitarse y trabajar, de facilidades para establecer sus propias empresas y el derecho a ser tratada con respeto.
Para la mujer dominicana, la transición servirá para enfrentar el drama de la violencia que afecta a miles de mujeres dominicanas. Esa violencia, que ocurre cada día en nuestras calles, muchas veces lleva inseguridad y dolor a los hogares.
Otro importante sector que se beneficiará de la transición es el conformado por los empresarios dominicanos.
Los empresarios, tanto los grandes como los del pujante sector de las MIPYMES, están llamados a ser parte esencial del proceso de la transición.
El apoyo que dará la transición a nuestros empresarios tiene que ver con la competitividad, el costo de la energía, la capacidad de innovar, la sostenibilidad de las exportaciones, la calidad de los recursos humanos, la aplicación de tecnología apropiada, y la seguridad jurídica.
A los productores agrícolas, la transición les dará garantía para tener financiamiento adecuado, seguridad del mercado, asistencia técnica oportuna, y capacitación como forma de asegurar la rentabilidad.
La solución que dará la transición a los problemas del mundo rural, además de aumentar la rentabilidad de la producción, estará basada en un modelo de desarrollo rural integrado, que sirva para mejorar la calidad de vida de los pobladores rurales.
Siendo la sostenibilidad del medioambiente y la preservación de los recursos naturales fundamentales para nuestro desarrollo integral, ambos serán prioritarios en las políticas públicas de la transición.
Una problemática que la transición está llamada a resolver es la baja inversión del gobierno en muchas regiones del país. Esa forma de distribuir el gasto público está promoviendo el desarrollo desigual del país.
La respuesta que daremos a esa situación es descentralizar el gasto público para potenciar el desarrollo económico y social de todos nuestros municipios.
Esa descentralización tiene que incluir, necesariamente, al sector de la vivienda.
Como consecuencia del modelo de desarrollo que ha aplicado el PLD, en el país hay un grave déficit de viviendas. Además, muchas de las viviendas en que habitan nuestros pobres son vulnerables y precarias.
Para solucionar ese drama, la transición iniciará un masivo programa de construcción y mejoramiento de viviendas en todo el país. Ese ambicioso proyecto se realizará con la participación del gobierno y del sector privado.
Para la transición, la capacitación de nuestros educadores constituye una prioridad insoslayable.
En efecto, necesitamos formar estudiantes que amen el conocimiento, que hagan preguntas, que busquen respuestas y que experimenten, de cara a los retos de nuestra sociedad y a los desafíos del futuro.
También es indispensable que eduquemos a nuestros jóvenes en valores cívicos y morales. En ese sentido, la interacción de la familia, la escuela y las iglesias, está llamada a ser vital en una auténtica revolución educativa que forme a nuestros ciudadanos del futuro.
Una carencia fundamental en nuestra sociedad es la precaria calidad de los servicios de salud que recibe una gran parte de la población.
Para la transición, el punto de partida del mejoramiento de los servicios de salud es el fortalecimiento de la atención primaria en los lugares donde vive la gente.
Esa debe ser la puerta de entrada al Sistema de Seguridad Social.
Obviamente, la calidad de los servicios de salud es inseparable del aumento sustancial de los salarios y el mejoramiento de las condiciones de trabajo de todo el personal de salud.
El desarrollo integral de nuestro país requiere que el gobierno apoye, de manera decidida, los deportes, las artes y la cultura.
Para tal fin, la transición deberá proveer instalaciones y facilidades en todos los municipios para que la gente pueda practicar deportes, aprender destrezas artísticas, celebrar la riqueza de nuestra cultura y cultivar nuestra identidad como dominicanos.
Un tema que preocupa al país, de manera particular, es el de la migración.
El hecho innegable es que, desde hace varias décadas, cientos de miles de dominicanos se han visto obligados a buscar su bienestar en otras tierras. Esos hermanos nuestros han hecho un gran aporte al desarrollo del país y de sus familias.
Igualmente, la República Dominicana es receptora de numerosos ciudadanos de otros países que han escogido nuestra patria como destino.
Esa realidad nos obliga a un manejo coherente del tema migratorio.
Ese manejo coherente debe descansar en la aplicación de las leyes que regulan la migración en nuestro territorio.
Las leyes y reglamentos que se promovieron en el gobierno que me honra haber presidido, siguen siendo los instrumentos idóneos para manejar la migración con respeto a la dignidad humana y a nuestra soberanía.
Todos esos males han ocurrido a pesar de que los gobiernos del PLD han endeudado al país de manera rampante e irresponsable.
En efecto, expertos nacionales e internacionales han demostrado que la República Dominicana dedica más del 50 por ciento del PIB al pago de la deuda externa.
Eso constituye una grave amenaza para la sostenibilidad de nuestro desarrollo y para el futuro del pueblo dominicano.
Revertir esa dañina tendencia tendrá que ser una prioridad para la transición que proponemos.
La alternativa a ese endeudamiento improductivo y pernicioso es invertir los recursos del Estado en los sectores productivos nacionales, y enfocar el gasto para beneficio de la gente.
Un sector que necesita de esa reorientaciónón del gasto es el de nuestros jóvenes.
Para nuestros jóvenes, la transición significará garantizarles un trabajo digno.
También significará tener el apoyo directo del Estado para que puedan formarse en universidades y escuelas técnicas, y acceder al mercado de trabajo con equidad de oportunidades.
A los jóvenes que buscan hacer realidad sus proyectos como emprendedores, la transición les dará todo el apoyo para hacer realidad sus sueños.
De igual manera, a nuestra juventud la transición le garantizará la creación de espacios para los deportes, el arte y la cultura.
Para la mujer dominicana, la transición significa la garantía de un trabajo digno y equitativo.
Para ella, la transición debe ser sinónimo de la seguridad que necesita, de oportunidades para capacitarse y trabajar, de facilidades para establecer sus propias empresas y el derecho a ser tratada con respeto.
Para la mujer dominicana, la transición servirá para enfrentar el drama de la violencia que afecta a miles de mujeres dominicanas. Esa violencia, que ocurre cada día en nuestras calles, muchas veces lleva inseguridad y dolor a los hogares.
Otro importante sector que se beneficiará de la transición es el conformado por los empresarios dominicanos.
Los empresarios, tanto los grandes como los del pujante sector de las MIPYMES, están llamados a ser parte esencial del proceso de la transición.
El apoyo que dará la transición a nuestros empresarios tiene que ver con la competitividad, el costo de la energía, la capacidad de innovar, la sostenibilidad de las exportaciones, la calidad de los recursos humanos, la aplicación de tecnología apropiada, y la seguridad jurídica.
A los productores agrícolas, la transición les dará garantía para tener financiamiento adecuado, seguridad del mercado, asistencia técnica oportuna, y capacitación como forma de asegurar la rentabilidad.
La solución que dará la transición a los problemas del mundo rural, además de aumentar la rentabilidad de la producción, estará basada en un modelo de desarrollo rural integrado, que sirva para mejorar la calidad de vida de los pobladores rurales.
Siendo la sostenibilidad del medioambiente y la preservación de los recursos naturales fundamentales para nuestro desarrollo integral, ambos serán prioritarios en las políticas públicas de la transición.
Una problemática que la transición está llamada a resolver es la baja inversión del gobierno en muchas regiones del país. Esa forma de distribuir el gasto público está promoviendo el desarrollo desigual del país.
La respuesta que daremos a esa situación es descentralizar el gasto público para potenciar el desarrollo económico y social de todos nuestros municipios.
Esa descentralización tiene que incluir, necesariamente, al sector de la vivienda.
Como consecuencia del modelo de desarrollo que ha aplicado el PLD, en el país hay un grave déficit de viviendas. Además, muchas de las viviendas en que habitan nuestros pobres son vulnerables y precarias.
Para solucionar ese drama, la transición iniciará un masivo programa de construcción y mejoramiento de viviendas en todo el país. Ese ambicioso proyecto se realizará con la participación del gobierno y del sector privado.
Para la transición, la capacitación de nuestros educadores constituye una prioridad insoslayable.
En efecto, necesitamos formar estudiantes que amen el conocimiento, que hagan preguntas, que busquen respuestas y que experimenten, de cara a los retos de nuestra sociedad y a los desafíos del futuro.
También es indispensable que eduquemos a nuestros jóvenes en valores cívicos y morales. En ese sentido, la interacción de la familia, la escuela y las iglesias, está llamada a ser vital en una auténtica revolución educativa que forme a nuestros ciudadanos del futuro.
Una carencia fundamental en nuestra sociedad es la precaria calidad de los servicios de salud que recibe una gran parte de la población.
Para la transición, el punto de partida del mejoramiento de los servicios de salud es el fortalecimiento de la atención primaria en los lugares donde vive la gente.
Esa debe ser la puerta de entrada al Sistema de Seguridad Social.
Obviamente, la calidad de los servicios de salud es inseparable del aumento sustancial de los salarios y el mejoramiento de las condiciones de trabajo de todo el personal de salud.
El desarrollo integral de nuestro país requiere que el gobierno apoye, de manera decidida, los deportes, las artes y la cultura.
Para tal fin, la transición deberá proveer instalaciones y facilidades en todos los municipios para que la gente pueda practicar deportes, aprender destrezas artísticas, celebrar la riqueza de nuestra cultura y cultivar nuestra identidad como dominicanos.
Un tema que preocupa al país, de manera particular, es el de la migración.
El hecho innegable es que, desde hace varias décadas, cientos de miles de dominicanos se han visto obligados a buscar su bienestar en otras tierras. Esos hermanos nuestros han hecho un gran aporte al desarrollo del país y de sus familias.
Igualmente, la República Dominicana es receptora de numerosos ciudadanos de otros países que han escogido nuestra patria como destino.
Esa realidad nos obliga a un manejo coherente del tema migratorio.
Ese manejo coherente debe descansar en la aplicación de las leyes que regulan la migración en nuestro territorio.
Las leyes y reglamentos que se promovieron en el gobierno que me honra haber presidido, siguen siendo los instrumentos idóneos para manejar la migración con respeto a la dignidad humana y a nuestra soberanía.
Pueblo dominicano:
Como dije al inicio de esta intervención, estamos compelidos a elegir entre la esperanza y el miedo.
La transición que acabo de proponer representa la esperanza.
Esa transición es el camino que nos permitirá asegurar que nuestras familias tengan una vida digna, próspera y segura.
Las propuestas que acabo de hacer se sustentan en mi convicción de que, frente a los retos que tiene el país, la indiferencia es moralmente inaceptable.
Esa convicción, me ha servido para ser solidario, y trabajar sin descanso para servir a los demás, especialmente a los más necesitados.
Esa convicción, también me ha servido para poner los intereses del país por encima de mis propios intereses.
Por esa razón, he tomado la decisión de buscar la nominación a la presidencia de la República en las elecciones del año 2020.
Esta decisión la he tomado, no como un mesías, ni como una persona indispensable, sino como un ciudadano que se siente en el deber de aportar su experiencia y su honestidad a la búsqueda del bien común.
Para alcanzar ese propósito, trabajaré para ganar, en primer lugar, la nominación como candidato presidencial de mi partido, el Partido Revolucionario Moderno.
Estoy decidido a participar en ese proceso con el espíritu de compañerismo que me caracteriza.
A partir de este momento, salgo a la calle a sembrar en el corazón del pueblo la necesidad de hacer realidad la transición que el país necesita.
Salgo a la calle a trabajar junto a los movimientos sociales y los ciudadanos para mantener en alto las justas demandas de nuestro pueblo.
Salgo a la calle a respaldar a los compañeros y compañeras del Partido Revolucionario Moderno en sus aspiraciones para las elecciones municipales y congresuales.
Salgo a la calle a trabajar para fortalecer al jóven y vigoroso Partido Revolucionario Moderno, que ha logrado, con persistencia y coraje, convertirse en una verdadera opción de poder.
¡Este es el momento para salir de los gobernantes indolentes!
¡Este es el momento para iniciar, juntos, la marcha que nos conducirá hacia un país seguro, próspero y justo!
¡Dominicanas y dominicanos, este es el momento para que, tomados de las manos, derrotemos la corrupción y la impunidad!
¡Que nos roben una la esperanza!
¡Que Dios nos bendiga a todos y a todas!
Como dije al inicio de esta intervención, estamos compelidos a elegir entre la esperanza y el miedo.
La transición que acabo de proponer representa la esperanza.
Esa transición es el camino que nos permitirá asegurar que nuestras familias tengan una vida digna, próspera y segura.
Las propuestas que acabo de hacer se sustentan en mi convicción de que, frente a los retos que tiene el país, la indiferencia es moralmente inaceptable.
Esa convicción, me ha servido para ser solidario, y trabajar sin descanso para servir a los demás, especialmente a los más necesitados.
Esa convicción, también me ha servido para poner los intereses del país por encima de mis propios intereses.
Por esa razón, he tomado la decisión de buscar la nominación a la presidencia de la República en las elecciones del año 2020.
Esta decisión la he tomado, no como un mesías, ni como una persona indispensable, sino como un ciudadano que se siente en el deber de aportar su experiencia y su honestidad a la búsqueda del bien común.
Para alcanzar ese propósito, trabajaré para ganar, en primer lugar, la nominación como candidato presidencial de mi partido, el Partido Revolucionario Moderno.
Estoy decidido a participar en ese proceso con el espíritu de compañerismo que me caracteriza.
A partir de este momento, salgo a la calle a sembrar en el corazón del pueblo la necesidad de hacer realidad la transición que el país necesita.
Salgo a la calle a trabajar junto a los movimientos sociales y los ciudadanos para mantener en alto las justas demandas de nuestro pueblo.
Salgo a la calle a respaldar a los compañeros y compañeras del Partido Revolucionario Moderno en sus aspiraciones para las elecciones municipales y congresuales.
Salgo a la calle a trabajar para fortalecer al jóven y vigoroso Partido Revolucionario Moderno, que ha logrado, con persistencia y coraje, convertirse en una verdadera opción de poder.
¡Este es el momento para salir de los gobernantes indolentes!
¡Este es el momento para iniciar, juntos, la marcha que nos conducirá hacia un país seguro, próspero y justo!
¡Dominicanas y dominicanos, este es el momento para que, tomados de las manos, derrotemos la corrupción y la impunidad!
¡Que nos roben una la esperanza!
¡Que Dios nos bendiga a todos y a todas!
02 de septiembre de 2018
Santo Domingo, Rep. Dominicana
Santo Domingo, Rep. Dominicana
Salgo a la calle a trabajar para fortalecer al jóven y vigoroso Partido Revolucionario Moderno, que ha logrado, con persistencia y coraje, convertirse en una verdadera opción de poder. | #LaTransiciónNecesaria— Hipólito Mejía (@llegopapa) 2 de septiembre de 2018
Salgo a la calle a trabajar junto a los movimientos sociales y los ciudadanos para mantener en alto las justas demandas de nuestro pueblo. | #LaTransiciónNecesaria— Hipólito Mejía (@llegopapa) 2 de septiembre de 2018
Las propuestas que acabo de hacer se sustentan en mi convicción de que, frente a los retos que tiene el país, la indiferencia es moralmente inaceptable.— Hipólito Mejía (@llegopapa) 2 de septiembre de 2018
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