ANÁLISIS
UE: bajo perfil en el Medio Oriente
La UE critica con gusto la política de Oriente Próximo de los otros Estados, pero no es capaz de hacer propuestas propias. Aunque financia la autonomía palestina, definitivamente hace muy poco, opina Bernd Riegert.
El acto provocador del presidente estadounidense, Donald Trump, de reconocer Jerusalén como capital de Israel no cuenta con el beneplácito de la UE. Solo origina intranquilidad, disturbios y confrontaciones, reconocieron los 28 ministros de Exteriores de la UE. Todos. El breve "intermezzo” de la República Checa se olvidó pronto. En Praga, su presidente, Milos Zeman, el eterno gruñón pero que nadie toma en serio, había recomendado seguir el solitario ejemplo de Trump. La alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la UE, Federica Mogherini, alardeó que la unanimidad en la UE había sido "notable”: solo la solución de los dos Estados podría hacer progresar a Israel y Palestina.
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Unanimidad en la pasividad
Esa unidad no impresionó mucho al invitado de Israel. Desde hace mucho tiempo, Benjamín Netanyahu ha dado por perdida a la UE, porque desde su punto de vista es demasiado favorable a Palestina. Los palestinos hacen todo lo contrario. Maldicen a Estados Unidos y prefieren a la UE como mediador activo.
La UE, dejó bien claro Mogherini, no tiene política de Oriente Próximo. Las iniciativas propias se excluyen explícitamente. Como siempre, esperan que se manifieste la sabiduría de Washington. Pero tendrán que esperar mucho tiempo. Ni tan siquiera el presidente Obama logró que todas las partes se sentaran a negociar. Si el impredecible Trump lo consiguiera, entonces sería un milagro político.
La UE se muestra con bajo perfil, aunque tiene un gran papel en el conflicto. Al fin y al cabo, financia una buena parte del presupuesto palestino y ayuda para que Gaza y Cisjordania sigan funcionando. Por cierto, también con la venia de Israel; si no recaerían muchas de esas tareas en las fuerzas de ocupación.
Con frecuencia, algunos políticos de la UE han exigido que esta debería actuar más en este asunto. Hasta ahora se han quedado anclados en la postura de "la solución de los dos Estados” o "territorios a cambio de paz”, que desarrollaron los palestinos e israelíes en los 90 del siglo XX. Pero no funcionó. El fracaso tuvo que ver tanto con la postura de rechazo entre los palestinos reñidos entre sí, como con la actitud hostil del gobierno de Netanyahu.
¿Y ahora?
Ahora ha llegado la hora de que la UE desarrolle alternativas realistas para superar su estado de pasividad. Algo así necesita tiempo y buenas ideas. Quizá el presidente francés, Emmanuel Macron, pueda abrir una tercera vía, cuando los obstinados británicos hayan abandonado la UE y se pueda convencer a la más bien pasiva canciller alemana.
Sería mejor que esperar a las enigmáticas propuestas de Trump, es decir, de su yerno Jared Kushner. La UE debería actuar en vez de molestarse por la incapacidad o falta de voluntad de los otros involucrados. En este contexto, la insensible y perturbadora declaración sobre Jerusalén de Donald Trump tiene, por lo menos, algo positivo: se vuelve a hablar sobre el conflicto sin resolver de Oriente Próximo, también en Europa.
Bernd Riegert (RMR/ERS)
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- Fecha 11.12.2017
- Autor Bernd Riegert
- Temas Jerusalén, Estados Unidos, Deshielo Cuba - EE. UU. en video, Cumbre de las Américas, Más noticias y análisis, Santiago de Compostela
- Palabras clave UE, Oriente Próximo, Jerusalén, Estados Unidos, Donald Trump, Palestina
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