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Más que Leonel y/o Danilo
César Pérez | Publicado el: 1 mayo, 2019 e-mail: Lagarita318@gmail.com
Las manifestaciones de intolerancia hacia las opiniones ajenas han sido partes de todos los gobiernos del PLD y en el discurrir de la vida interna de este partido. La intolerancia es parte esencial de su naturaleza, de su forma de concebir la política e incluso, en sus inicios, la manera de concebir el discurrir de la vida personal de cada individuo. Es en este gobierno donde con mayor sistematicidad y peligrosidad se ha expresado la propensión del PLD hacia la intolerancia, y esto no tiene que ver sólo con la acumulación de poder político/económico de la facción que rodea a Danilo, sino también con la naturaleza de ese partido que en esencia, es la lógica que guía el accionar de la facción de Leonel.
En tal sentido, en la presente coyuntura, más que de Danilo o Leonel, la cuestión es hacer conciencia de que se libra una lucha decisiva contra una colectividad política intrínsecamente intolerante, que además de ser una lucha política, es una batalla de ideas entre ese partido y quienes creemos firmemente en la democracia como vía para hacer política de inclusión social para establecer un régimen fundado en el respeto a reglas indispensables de derechos sociales y políticos. En el fondo, todos los gobiernos del PLD han dado muestra de despreciar las opiniones diferentes a sus decisiones y a sus ejecutorias, a controlar y chantajear los medios de comunicación, y a imponer su mayoría mecánica en el Congreso y los municipios contra la oposición.
Leonel impuso sus grandes obras desoyendo toda sugerencia o crítica a la pertinencia de las mismas, y sin que en la construcción de estas se cometiesen diversos actos de corrupción. Llegó al colmo de comprar el principal partido de la oposición para gobernar sin contrapeso. Danilo, rodeado de grupos empresariales tan voraces como inescrupulosos, ha llevado la corrupción e impunidad hasta el escarnio. Sus funcionarios han llegado a insultar, humillar y chantajear y dictarle sentencias a jueces de las Altas Cortes para que estos asuman las posiciones de su grupo y/o gobierno. Es una idea del poder basada en la intolerancia y en que quien de ellos discrepa no es un adversario, sino un enemigo.
Sí, existen diferencia de estilo y matices entre Leonel y Danilo que hasta podrían ser importantes; ellos no son exactamente iguales, lo que es exactamente igual, política, ideológica y sociológicamente es instrumento con el cual ambos han gobernado y/o gobernarían: el Partido, el cual fue creado pensándolo como algo diferente, exclusivo, excluyente y en contra de cualquier otra colectividad política. Podría decirse que Bosch, su fundador, en lo personal era honrado, pero política, ideológica y temperamentalmente tenía una acusada tendencia hacia la intolerancia. Diversas posiciones y decisiones en grandes momentos de sus luchas al interior del PLD y del entonces PRD avalan este aserto.
La gran diferencia entre Bosch y sus discípulos es la desparpajada impudicia de estos y la honradez personal de aquel, pero la intolerancia de los discípulos es herencia de su maestro. Lo esencial, en esta circunstancia, es la construcción de una coalición político/social basada en ideas esencialmente democráticas y opuestas al partido de Danilo y Leonel.
En tal sentido, en la presente coyuntura, más que de Danilo o Leonel, la cuestión es hacer conciencia de que se libra una lucha decisiva contra una colectividad política intrínsecamente intolerante, que además de ser una lucha política, es una batalla de ideas entre ese partido y quienes creemos firmemente en la democracia como vía para hacer política de inclusión social para establecer un régimen fundado en el respeto a reglas indispensables de derechos sociales y políticos. En el fondo, todos los gobiernos del PLD han dado muestra de despreciar las opiniones diferentes a sus decisiones y a sus ejecutorias, a controlar y chantajear los medios de comunicación, y a imponer su mayoría mecánica en el Congreso y los municipios contra la oposición.
Leonel impuso sus grandes obras desoyendo toda sugerencia o crítica a la pertinencia de las mismas, y sin que en la construcción de estas se cometiesen diversos actos de corrupción. Llegó al colmo de comprar el principal partido de la oposición para gobernar sin contrapeso. Danilo, rodeado de grupos empresariales tan voraces como inescrupulosos, ha llevado la corrupción e impunidad hasta el escarnio. Sus funcionarios han llegado a insultar, humillar y chantajear y dictarle sentencias a jueces de las Altas Cortes para que estos asuman las posiciones de su grupo y/o gobierno. Es una idea del poder basada en la intolerancia y en que quien de ellos discrepa no es un adversario, sino un enemigo.
Sí, existen diferencia de estilo y matices entre Leonel y Danilo que hasta podrían ser importantes; ellos no son exactamente iguales, lo que es exactamente igual, política, ideológica y sociológicamente es instrumento con el cual ambos han gobernado y/o gobernarían: el Partido, el cual fue creado pensándolo como algo diferente, exclusivo, excluyente y en contra de cualquier otra colectividad política. Podría decirse que Bosch, su fundador, en lo personal era honrado, pero política, ideológica y temperamentalmente tenía una acusada tendencia hacia la intolerancia. Diversas posiciones y decisiones en grandes momentos de sus luchas al interior del PLD y del entonces PRD avalan este aserto.
La gran diferencia entre Bosch y sus discípulos es la desparpajada impudicia de estos y la honradez personal de aquel, pero la intolerancia de los discípulos es herencia de su maestro. Lo esencial, en esta circunstancia, es la construcción de una coalición político/social basada en ideas esencialmente democráticas y opuestas al partido de Danilo y Leonel.
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