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El país tiene muchos retos dados los grandes déficits en educación, salud, servicios públicos, distribución equitativa del ingreso, seguridad individual y jurídica, combatir la corrupción y la impunidad, injusta distribución de los recursos y proyectos en el territorio, lo que ha producido una hiperconcentración de la población y de la riqueza en torno a la Capital, Santiago y del Este del país.
Ya se ha insistido mucho acerca de la necesidad de descentralizar y modernizar los gobiernos autónomos de los municipios con atribuciones acerca del fomento económico y el empleo, la protección del medio ambiente, el tránsito vehicular, el planeamiento urbano, la educación inicial, la atención primaria en salud y la integración de sus comunidades; con una dotación no menos del 10% de los ingresos con vocación de aumentar conforme a sus capacidades demostradas.
Pero no menos importante que eso es la atención que debe darse a las dos políticas dirigidas a lograr un desarrollo justo y equilibrado para todo el territorio y el monitoreo permanente del trabajo de las instituciones públicas actuantes, que se resumen en dos palabras: Desconcentración y la supervisión. En un Estado unitario como el dominicano, con una tradición caudillista y centralista que nos legaron el pasado y las intervenciones norteamericanas, no se puede pretender que el Gobierno central se desapodere de todas las atribuciones que ha acumulado, particularmente en obras y grandes proyectos.
Lo importante es administrar el territorio teniendo en cuenta las tres grandes regiones del país , así como las diez regiones de desarrollo establecidas por decreto, teniendo en cuenta sus características orográficas, económicas y socio-culturales, establecidas tras estudios científicos; para organizar en coordinación con los municipios los proyectos de desarrollo que les afectan, bajo una autoridad regional propia.
Hay 158 municipios en los que se concentra gran parte de su población urbana y 234 distritos municipales. De estos apenas unos 40 cuentan con recursos humanos y económicos para administrarse por sí solos. Por eso la Liga Municipal Dominicana debe, para que se justifique esa institución, disponer de sedes regionales que presten asesoría efectiva a municipios y distritos municipales en materia de formación de recursos humanos, planeamiento urbano, saneamiento ambiental, apoyo financiero y tránsito terrestre.
Los distritos municipales a su vez no pueden ser totalmente autónomos, porque serían municipios plenos, como supone la Ley, sino para administrar servicios básicos, de los cuales el más votado sería su Director; y en los distritos con suficientes población estos serían miembros de pleno derecho del Concejo Municipal.
http://hoy.com.do/desconcentracion-y-supervision-las-claves-del-desarrollo-dominicano/autor/tirso-mejia/Ya se ha insistido mucho acerca de la necesidad de descentralizar y modernizar los gobiernos autónomos de los municipios con atribuciones acerca del fomento económico y el empleo, la protección del medio ambiente, el tránsito vehicular, el planeamiento urbano, la educación inicial, la atención primaria en salud y la integración de sus comunidades; con una dotación no menos del 10% de los ingresos con vocación de aumentar conforme a sus capacidades demostradas.
Pero no menos importante que eso es la atención que debe darse a las dos políticas dirigidas a lograr un desarrollo justo y equilibrado para todo el territorio y el monitoreo permanente del trabajo de las instituciones públicas actuantes, que se resumen en dos palabras: Desconcentración y la supervisión. En un Estado unitario como el dominicano, con una tradición caudillista y centralista que nos legaron el pasado y las intervenciones norteamericanas, no se puede pretender que el Gobierno central se desapodere de todas las atribuciones que ha acumulado, particularmente en obras y grandes proyectos.
Lo importante es administrar el territorio teniendo en cuenta las tres grandes regiones del país , así como las diez regiones de desarrollo establecidas por decreto, teniendo en cuenta sus características orográficas, económicas y socio-culturales, establecidas tras estudios científicos; para organizar en coordinación con los municipios los proyectos de desarrollo que les afectan, bajo una autoridad regional propia.
Hay 158 municipios en los que se concentra gran parte de su población urbana y 234 distritos municipales. De estos apenas unos 40 cuentan con recursos humanos y económicos para administrarse por sí solos. Por eso la Liga Municipal Dominicana debe, para que se justifique esa institución, disponer de sedes regionales que presten asesoría efectiva a municipios y distritos municipales en materia de formación de recursos humanos, planeamiento urbano, saneamiento ambiental, apoyo financiero y tránsito terrestre.
Los distritos municipales a su vez no pueden ser totalmente autónomos, porque serían municipios plenos, como supone la Ley, sino para administrar servicios básicos, de los cuales el más votado sería su Director; y en los distritos con suficientes población estos serían miembros de pleno derecho del Concejo Municipal.
Por TIRSO MEJÍA RICART t.mejia[@]hoy.com.do 23 octubre, 2016
Desconcentración y supervisión -Las claves del desarrollo dominicano-
t.mejia[@]hoy.com.do
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Es obvio que los ayuntamientos son el nivel político en el cual se manifiesta en toda su magnitud la democracia en toda sociedad organizada, tanto en el orden político como en el social, económico y cultural: aunque éstos deben contar con el apoyo de las organizaciones regionales y nacionales para el planeamiento urbano, la protección del ambiente, la creación de empleos, la educación y la asistencia en materia de salud, transporte, cultura, arte y deportes. Los distritos municipales deben depender también de la supervisión, para sus trabajos y funciones. Los municipios deben estar en coordinación con las regiones a las que pertenecen, sobre todo para las construcciones, el uso y protección de las obras del Estado en el ámbito municipal, así como en la explotación de los recursos de la región.
Por su parte, la construcción de las obras del Poder Ejecutivo que tienen lugar en los municipios, se deben organizar en torno a los comisionados responsables de sus regiones de desarrollo, organizados estos en sus grandes barrios, secciones y parajes. Los gobernadores deben también estar presentes como representantes del Presidente de la República, en apoyo a los comisionados regionales, que son quienes deben orientar a nivel técnico los trabajos en los territorios a que pertenecen.
Los municipalidades dominicanas han devenido en los últimos 12 años en auténticas cenicientas de la administración pública, abandonadas por los poderes Ejecutivo y Legislativo, en las que han visto reducidas sus asignaciones, de un 8% de los ingresos gubernamentales en el 2004 y por ley al 10 % desde el 2005; a menos del 3% que recibirán en el 2017, sin contar con su exclusión del “presupuesto complementario” que fue añadido desde ese año, ni con el que se otorga a la Liga Municipal Dominicana, la que nada hace de lo que le corresponde hacer, como la asesoría y la supervisión en planeamiento urbano, la supervisión financiera, coordinación intermunicipal y la protección ambiental, pues aunque cobra por esa asesoría lo que hace es pagar una burocracia parasitaria y resolver aspiraciones de riqueza personal. Para colmo de males, muchos de los propios alcaldes y directores de distritos desperdician la mayor parte de lo reciben para casi nada de interés público. Todo ello explica la miseria casi absoluta de nuestras ciudades y munícipes.
La efectiva supervisión de todos los organismos y funciones que reciben recursos públicos es vital para nuestro desarrollo.
http://hoy.com.do/desconcentracion-y-supervision-las-claves-del-desarrollo-dominicano-2/
Por su parte, la construcción de las obras del Poder Ejecutivo que tienen lugar en los municipios, se deben organizar en torno a los comisionados responsables de sus regiones de desarrollo, organizados estos en sus grandes barrios, secciones y parajes. Los gobernadores deben también estar presentes como representantes del Presidente de la República, en apoyo a los comisionados regionales, que son quienes deben orientar a nivel técnico los trabajos en los territorios a que pertenecen.
Los municipalidades dominicanas han devenido en los últimos 12 años en auténticas cenicientas de la administración pública, abandonadas por los poderes Ejecutivo y Legislativo, en las que han visto reducidas sus asignaciones, de un 8% de los ingresos gubernamentales en el 2004 y por ley al 10 % desde el 2005; a menos del 3% que recibirán en el 2017, sin contar con su exclusión del “presupuesto complementario” que fue añadido desde ese año, ni con el que se otorga a la Liga Municipal Dominicana, la que nada hace de lo que le corresponde hacer, como la asesoría y la supervisión en planeamiento urbano, la supervisión financiera, coordinación intermunicipal y la protección ambiental, pues aunque cobra por esa asesoría lo que hace es pagar una burocracia parasitaria y resolver aspiraciones de riqueza personal. Para colmo de males, muchos de los propios alcaldes y directores de distritos desperdician la mayor parte de lo reciben para casi nada de interés público. Todo ello explica la miseria casi absoluta de nuestras ciudades y munícipes.
La efectiva supervisión de todos los organismos y funciones que reciben recursos públicos es vital para nuestro desarrollo.
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