Nicolás Sartorius: "El derecho a decidir es reaccionario"
CONVERSACIONES EN EL DIVÁN
LUCÍA MÉNDEZ | 12 NOV. 2018
JORDI AVELLÀ El cofundador de CCOO y ex dirigente del PCE e IU lidera la Asociación por una España Federal y combate los engaños y la posverdad en su último libro: La manipulación del lenguaje. Lidera usted la que llama «solución federal» al problema territorial de España. ¿Por qué cree que es la fórmula adecuada? En la época de la globalización, la federación es lo adecuado para negociar con los poderes globales. Hay que ir a una fórmula federal europea. También en España. El Estado de las Autonomías es un sistema cuasi federal que con el tiempo se ha convertido en un falso confederalismo. Cada autonomía se relaciona bilateralmente con el Gobierno. Los presidentes visitan La Moncloa para sacar lo que puedan. Un grupo pequeño o incluso un solo diputado logra lo que no está escrito porque completa la mayoría. Es un sistema disfuncional, negativo e injusto que produce desigualdad. No hay instrumentos propios de una federación para discutir los problemas. El Senado, por ejemplo, no funciona. Ni la Conferencia de Presidentes. La globalización ha estimulado el crecimiento de los nacionalismos. Los nacionalismos son muy malos, todos. No diré como Mitterrand que el nacionalismo es la guerra, pero sí que llevó a las dos guerras mundiales. El nacionalismo utiliza un lenguaje que entra como el agua. Lo estamos viendo en EEUU, en Italia. Eso es lo que lleva al racismo y la xenofobia. En España aún no hay ese pánico al inmigrante, pero no tengo tan claro que esa corriente que hay en Europa no pueda llegar aquí. Ahí está Vox. ¿Serviría ese modelo federal para el independentismo catalán? Si convences a un 15 o 20% de los votantes independentistas ya sería un avance. Muchos son independentistas de última hora, por el cabreo y el malestar de la crisis. Se han enganchado al independentismo porque propone algo. Aunque sea un engaño. A falta de otras propuestas, gana el que propone, aunque sea un engaño; ya pasó con el Brexit. Si convences a un 15% ya es algo. Pero nosotros no presentamos la solución federal sólo por el tema catalán. Es una necesidad para el país. Algunas formaciones de la nueva izquierda defienden el derecho a decidir. El derecho a decidir es una forma de emboscar el derecho de autodeterminación. En la era de la globalización esto es profundamente reaccionario. ¿Por qué cree que esa izquierda defiende planteamientos reaccionarios? Porque no entienden lo que está pasando en el mundo. Hubo una época en la que la autodeterminación era progresista. Hoy es al contrario. El Estado nación es cada día más débil. Si divides más, serás un pigmeo. Cada comunidad autónoma podría decidir cómo quiere estar en España, lo cual es de aurora boreal porque cada una podría decidir una cosa distinta. No siempre votar es democrático. Si una parte va a decidir sobre mi destino y yo no voto, eso no es democrático. En su último libro 'La manipulación del lenguaje' incluye el concepto de «referéndum legal y pactado» que piden los independentistas, entre los muchos ejemplos de engaños. Es que el referéndum legal y pactado, ni es legal ni es pactado. Es imposible. No es legal porque la Constitución no lo permite, puesto que se modifica el sujeto de la soberanía nacional. Y no es pactado porque no se pacta nada, ya que la pregunta viene dada. Y cuando se habla de un referéndum no vinculante nos están llamando tontos. Un referéndum políticamente va a misa. Parece que una parte de la izquierda tiene algún problema con la idea de España y con los símbolos nacionales. La Dictadura hizo un daño terrible y la ultraderecha quiso apropiarse de los símbolos nacionales. Y ¿por qué la izquierda se lo permitió? Ahí la izquierda cometió un error. Hay una España progresista en la Historia y en la tradición. Los comunistas de la Transición poníamos la bandera de España bien visible en todos los mítines. El partido comunista que yo conocí tenía clarísimo que había que defender la unidad de España. Felipe González se preguntaba el otro día por qué entonces fue posible el pacto y ahora los acuerdos parecen imposibles. En teoría parecía imposible que un comunista se pusiera de acuerdo con un franquista. Pero sucedió. Yo creo que entonces había un factor de riesgo enorme. Si no nos poníamos de acuerdo, el país se iba al traste. Y ahora estamos en una democracia bastante estabilizada. A pesar de la alta tensión política y de los cambios en el sistema de partidos. La democracia española es muy fuerte. Ha resistido pruebas muy duras, como el terrorismo y los golpes militares. Se ha vacunado. Los que llegamos al pacto del 78 no es que fuéramos unos santos benefactores. El acuerdo fue posible porque una parte no tenía fuerza para imponerse a la otra. Nuestra generación tenía conciencia de que no se podía volver a los tiempos de la guerra. Conocíamos la Historia. ¿Y los líderes de ahora no? Yo no creo que los políticos de ahora estén menos preparados que nosotros. Quizá tienen otro tipo de formación, con muchos másters y cosas así. Aunque es verdad que algunos de los debates en el Parlamento son de risa. Están en una campaña electoral permanente. La crisis catalana está condicionando el debate político español y la falta de acuerdos. La democracia española puede convivir con el tema catalán. De hecho, convive. Pero no debemos estar toda la vida así, sin cambiar nada, una negociación es imprescindible. Quedarse como don Tancredo no le hace un buen servicio a la Constitución. La reforma del Estatuto catalán podría ser un pacto intermedio. Eso es lo que ha propuesto el nuevo presidente Pedro Sánchez para rebajar la tensión, y la oposición y muchos ciudadanos le acusan de ser rehén del independentismo. Los jueces hacen su trabajo, y cuando creen que se ha cometido un delito, acusan. Eso no quita para que se haga una oferta política. Creo que la existencia de presos es lo único que une en este momento al independentismo, un tema sentimental, emocional. Creo que sería un error hacer concesiones no justificables ni justificadas a los nacionalistas. Creo que este Gobierno no lo va a hacer. ¿Cómo se puede negociar nada sobre Cataluña en esta situación? La manera de encontrarse es que las partes se reconozcan. Es absurdo negar que España sea una nación. Igual que es absurdo negar que las comunidades autónomas tienen poderes estatales, y que pueden existir naciones culturales dentro del Estado. https://www.elmundo.es/espana/2018/11/12/5be8780346163fc74c8b45a1.html
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