lunes, 4 de junio de 2018

Autoritarismo y armas de control social | por WINSTON ESTREMADOIRO

Autoritarismo y armas de control social

Columna
BARLAMENTOS
Publicado el 01/06/2018
Hay tantas cosas que poco entiendo. ¿Algo me toca del principio moral de que “la gente es demasiado estúpida para comprender las cosas”? Nadie negará lo progresista en Noam Chomsky, quien alegaba que la política debería ejercerse por todos a los que preocupa el devenir patrio; insistía más todavía que periodistas, intelectuales o políticos no deberían ser los únicos en opinar sobre el bien público. Sin embargo, confluye la idea de “élite reducida” del yanqui John Dewey, con la del leninismo ruso de una vanguardia de intelectuales revolucionarios.
En su “Información, poder y concentración de medios” el sabio estadounidense se refería a la potencia hegemónica desde la II Guerra Mundial, con alguna que otra mención casi siempre intrusiva a su patio trasero, que creció de México y América Central a abarcar Suramérica, continente del cual Bolivia ni siquiera destaca. Le complementa Ignacio Ramonet, con su “Pensamiento único y nuevos amos del mundo” en la obrita “Cómo nos venden la moto”. El desvelo chomskiano con mecanismos de poder mundial que ejerce EE.UU, se complementa con el de Ramonet, centrado en reales “columnas vertebrales de la sociedad moderna: los mercados financieros y las redes de información”.
Sostengo que una misión del analista es trasladar la realidad mundial al contexto nacional y la musa me lleva a ensayar una aproximación, confiado en atisbar una salida a la desilusión del falso “proceso de cambio” del gobierno de Evo Morales en sus 12 años de vacas gordas. Hablemos del contexto social en un país escasamente poblado, prejuicioso, desigual y con metas distorsionadas.
En la cima está la “élite reducida” o “vanguardia revolucionaria” convertida en “robolucionaria”.
Luego vienen esos que no comprenden cómo nos venden la moto. En un extremo se tiene a la juventud patriótica y estudiosa. Abandonada la trinchera educativa a docentes inclinados a sesgada “revolución permanente” del trotskismo, hay una formación secundaria forzada a idiomas “originarios” sin dominar el lenguaje universal de la cibernética. El ser actores de cambio social tolera la deficiente formación universitaria estatal; las privadas forman “clase especializada”, exportan cerebros, o hacen fortuna formando sobrantes extranjeros.
En otro extremo, recuerdo a un diputado de tocado de tigre suramericano en extinción, que traficaba con visas a migrantes chinos que usan nuestro país como trampolín y brincar al llamado “sueño americano”. Quizá lo mismo pasa con muchos bolivianos, ésos también de la “élite reducida” de Dewey, que usan la patria para hacer billetes, siempre con el ojo en el “condo” con vista a la playa en Miami, el estrellato en Hollywood que termina en modelar “cama adentro”, o reinar en el mundo que es triunfar en New York, como cantaba Frank Sinatra.
El siguiente estrato también abarca dos extremos. En un lado, activistas despiertos del sopor del “no me importismo”, que se rindieron a partir del nuevo siglo, y en 2006, a mandatario humilde que cambió de cambiador de estructuras a soberbio prorroguista en molde dictatorial de Ortega o Maduro. Por otro, al apoyo político incondicional de montoneros llamados “movimientos sociales”, que al igual que sus gemelos de 1952 en adelante, mi padre tildaba de “puka-papeletas”.
Parafraseando a Silvio Rodríguez, en la base del triángulo está la cantera sin maza, excepto la que blande el Gobierno para moldear a su antojo a la opinión pública.
No pretendo conocer suficiente de mercado financiero, aunque sufrí en carne propia el arbitrio de sus lacayos bancarios. Razones de espacio, además, me fuerzan a esbozar otras armas de control social: la propaganda gobiernista, el atropello judicial y el encarcelamiento de los opositores.
No es necesario comentar sobre los niveles astronómicos de la propaganda estatal. Eso sí, es la mayor fuente de ingresos para los medios de comunicación y se ha vuelto un arma de control social porque la mayor parte favorece a los que marchan al compás gobiernista.
Desde que en su asunción en 2006 se condenara sin derecho a defenderse a José María Bakovic, el gobierno de Evo Morales controla todo el aparato judicial: jueces, fiscales, abogados y tribunales: un ejemplo en ciernes será el proceso que tal vez impondrán a Carlos Mesa, mientras que los bocones antiracistas y gobiernistas se callarán en siete idiomas ante prejuicios contra cruceños de todo un Gobernador de Cochabamba.
Hay tantos ejemplos, realizados o amenazados, del cielo a cuadritos de los opositores.
¿Será que estamos en el umbral del “pensamiento único” del que alertan Noam Chomsky e Ignacio Ramonet? El incidente de la chica de la remera apoyando el “Bolivia dijo NO del 21F” es un indicio.
 http://www.lostiempos.com/actualidad/opinion/20180601/columna/autoritarismo-armas-control-social
El autor es antropólogo.

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