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La economía mundial parece encaminarse a erosionar el modelo de globalización de los mercados.
Las actuales tensiones geopolíticas, las consecuencias económicas de la pandemia del covid-19, el cambio climático, el despunte de la crisis bancaria, los recientes avances tecnológicos (Inteligencia Artificial), la crisis institucional del modelo democrático y los conflictos entre bloques hegemónicos, plantean transformaciones en el escenario económico y político mundial que cuestionan aspectos del modelo vigente.
En varias entregas, se analizarán estas tendencias para derivar de ellas potenciales consecuencias y oportunidades para las economías pequeñas y abiertas como la nuestra.
La concentración de los beneficios derivados del proceso de globalización ha estimulado a que muchos países pierdan confianza en el multilateralismo y presten mayor atención a tendencias que privilegian los mercados internos, según Italo Colantone, Staning y otros autores.
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Estas tendencias se reforzaron con la salida del Reino Unido de los acuerdos de globalización de los mercados; e igualmente ocurre con las tensiones, tanto comerciales como políticas, entre Estados Unidos y China, como por el reciente conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, este último con el apoyo de los países agrupados en el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), lo que ha contribuido a que la inversión de los países desarrollados muestre una tendencia a la baja, salvo en lo relativo al presupuesto militar.
Estos elementos sugieren a las potencias económicas envueltas revaluar parcialmente la localización territorial de la inversión en el mundo. En tal sentido, la inversión extranjera directa de los países de Europa Occidental, en el marco de las actuales tensiones geopolíticas, se plantean una redistribución territorial. De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) apunta que la inversión extranjera directa (IED) se contrajo, entre 2018 y 2022, 1.3% del PIB, pese a que entre 2000 y 2018; se expandió a un ritmo de 3.3%.
A partir del conflicto bélico Rusia-Ucrania y las fricciones China-Estados Unidos, los países que han internacionalizado parcialmente sus procesos de producción se plantean relocalizar parte de sus inversiones en aquellos que compartan sus “valores” (friendshoring) considerando, la cercanía de sus mercados (nearshoring) (según reporte del Financial Stabilty Report del FMI, http://www.imf.org).
Esta idea de relocalización parcial de las actividades productivas podría afectar el mercado de trabajo de los países donde se reinstale el capital extranjero y, eventualmente, podría afectar, el consumo y el crecimiento económico, dependiendo del tamaño del consumo respecto del PIB.
La magnitud este efecto dependería de la proporción de la fuerza laboral empleada por esa inversión en cada país.
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