Rumbo promiscuo del cine dominicano
Las dificultades se expresan, en el mercado, en asuntos tales como el no poder dar cumplimiento, por parte de distribuidores y exhibidores, de obligaciones tales como la Cuota de Pantalla y porcentajes regulados que deben engrosar la promoción del cine dominicano integralmente.
Esto se comienza a hablar ahora. Por en cuanto lo que más se ve, o lo único que se resalta como el éxito de una presumible industria dominicana del cine es la participación en festivales de cine de fama internacional.
Cuando un sector es rentista en las condiciones en que se viene realizando, las consecuencias sociales vienen en cola: desempleo, generando pobreza, y frustración incluso en la mayoría de los proyectos, y traumas en otros que jamás obtuvieron espacios de difusión y por ende siquiera reconocimiento social y cultural -que es lo más preciado para un artista-.
Eso da la impresión de que no hay esperanzas de adelanto en perspectiva. Y es lógico tener ese panorama debido al atraso en políticas culturales. Hay un efecto fulminante sobre los actores de tarea económica, sobre la credibilidad del sector y del mismo país, y sobre el esfuerzo del sector y su competencia para hallar un nuevo camino.
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