domingo, 23 de octubre de 2016

La escuela primaria en Barahona | Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Por  bgp[@]jgseguridad.net 22 octubre, 2016

La escuela primaria en Barahona

Cuando mi familia volvió a Barahona ya estaba en el sétimo curso, allí me junté con un grupo de adolescentes con algunos de los cuales compartí hasta la graduación como bachilleres. Siete interesantes años en los cuales todos crecimos, cruzamos “la edad de pavo” y pasamos al primer peldaño hacia la adultez.
Uno de esos jóvenes fue Manolín Castillo a quien ocasionalmente veía, muy de tarde en tarde, cuando ambos vinimos a vivir a Santo Domingo, entonces Ciudad Trujillo.
Compartimos las bromas y diabluras propias de jóvenes que nos iniciábamos en el arte de la chota, del relajo, de la befa, de ridiculizarnos unos a otros y de entrenarnos en devolver la pelota, verbalmente, sin ofender al interlocutor. Fue un excelente ejercicio.
Aquellas aulas estaban llenas de ilusiones, sueños, ejercicios constantes, bregando con la Ortografía y Gramática, para entrenarnos en el arte del bien decir, en Matemáticas, Geometría, Física, Trigonometría, que nos enseñaron la inconmovible verdad que representa saber que la suma de dos más dos siempre arrojará como resultado cuatro, el amplio e interesante campo de las Ciencias Sociales con la ubicación, en el tiempo y en la Geografía, de los hechos históricos y sus interpretaciones.
Fue, definitivamente, un buen tiempo, una época en la cual los huecos de la esponja del aprendizaje, fueron colmados con ciencia, estudios, prácticas y extraordinarios maestros realmente preocupados por ejercer, con elegancia y profundidad, el arte de enseñar.
A su regreso de Nueva York, Baltimore y otras ciudades donde apuntaba como una estrella naciente del canto, Alfredo Chahín le comentó a papá: Julio, dicen que si uno se para en cualquier esquina de Broadway en algún momento vera pasar a cualquier persona.
Alfredo Chahín, padre del gran tenor Francisco (Chahín ) Casanova, no alcanzó a ver el punto de encuentro de la humanidad que hoy puede ver y escuchar en Facebook a cualquier persona de cualquier del mundo.
Ahí me encontré con Manolín Castillo, quien según la información leída semanas atrás cumplía 75 años. Siguiendo la tradición de relajos escribí una nota donde decía que mi amigo estaba enniñeciendo, puesto que si estábamos juntos en sétimo curso yo no podía llevarle, al cabo del tiempo, cuatro años.
Como no veo Facebook todos los días no sé si leyó mi comentario, tampoco sé si lo comentó, pero hoy (jueves) me llevó la desagradable sorpresa de su muerte.
Un comienzo de gripe y la lluvia dura y tupida, me impidieron asistir a su velatorio y ofrecer mis condolencias a sus hermanos y demás familiares.
Paz a sus restos. Ahora queda un grupo numeroso de antiguos compañeros de la escuela que, si acaso nos volvemos a ver, será en los salones de la funeraria. ¡Qué pena!
http://hoy.com.do/la-escuela-primaria-en-barahona/

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