sábado, 29 de abril de 2017

País cambió - Por Orlando Jorge Mera @orlandojm

Por: Orlando Jorge Mera 
Publicado el: 27 abril, 2017 orlandojorgemera@yahoo.com 

País cambió

En mi artículo del 6 de abril titulado “No somos iguales”, me referí a la generación de políticos que no está comprometida con los esquemas de corrupción, como el de Odebrecht. Esa generación tiene la responsabilidad de producir los cambios que reclama el país.
Esta tarea no es exclusiva de los políticos que estén libres de cuestionamientos con la impunidad de Odebrecht, sino también los movimientos sociales que apoyen las transformaciones que urge en el Estado. El espacio, por tanto, no solo es de los políticos, pero la participación política es crucial para producir la deseada transformación.
Las elecciones de 2016, al margen de sus irregularidades, evidenciaron el inicio de ese cambio en la clase política. En el PRM, por ejemplo, Luis Abinader marcó la diferencia al ser el primer candidato presidencial nacido después de la guerra de abril de 1965.
Además, el proceso mostró una generación política que hoy dignifica la política: Carolina Mejía, Gloria Reyes, Faride Raful, David Collado, Eduardo Sanz Lovatón, José Paliza, Wellington Arnaud, Kelvin Cruz, Alex Díaz, Kimberly Taveras, Junior Peralta, Andrés Lugo Risk, Julio Peña Guzmán, entre otros valores.
Tomando como referencia el documento “Configurar nuestro futuro” de la Alianza Progresista, cuatro aspectos fundamentales deben ser la base de la restauración política, económica, social y moral del país, y que no tengo dudas son abrazados por esa generación de políticos:
1) Implantar la justicia social, como núcleo de todas las políticas económicas, seguridad, medioambiente, tecnológica, educativa y salud.
2) Construir la confianza, totalmente erosionada por tantos años de corrupción e impunidad. Es urgente construir la confianza entre las instituciones democráticas y la sociedad. Hay que hacerlo promoviendo el bien común, sin servir a intereses particulares, sin autoritarismo.
3) Renovar la democracia. No solo es una forma de representación, sino de innovar y revalorizar la política. Por lo tanto, el ejercicio ético y decente de la política, unido a la recuperación y regeneración de la participación de la democracia interna con formación y apego al régimen electoral y partidario que no repita esquemas corruptos como el de Odebrecht. 
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