miércoles, 5 de agosto de 2020

JOAN LEYBA MEJÍA | ¿Qué harán ahora sin el poder?

OPINIÓN

¿Qué harán ahora sin el poder? 

En esas andanzas y borrachos del poder acumulado, perdieron el idilio con la clase media y la sociedad ilustrada. Riel donde corrió por mucho tiempo el vagón con el que desvencijaron las arcas publicas y sirvió de soporte político a unas ideas enterradas en el olvido al igual que su progenitor. 

Por  JOAN LEYBA MEJÍA 05-08-2020

“En sus miradas indiferentes flotaba la serenidad de las pasiones saciadas a diario; y, a través de sus apacibles modales, trascendía esa serenidad que infunde el dominio de las cosas más fáciles en las que se ejercita la fuerza y se complace la vanidad”. -Gustave Flaubert-.

Despojar del control total del Estado a los encumbrados miembros del partido morado, ha sido una de las batallas más férreas que se haya librado en la era post Balaguer. No fue fácil articular una campaña sustentada en el rescate moral de nuestra vida social y política. Mucho menos, contar con el respaldo de sectores que veían al principal instrumento de cambio, como una entidad débil, con pocas posibilidades de devolver el sentido al arte de lo posible y sin las herramientas suficientes para arrebatar las bridas de la nación al cenáculo bochista.

En este país, de profundas raíces autoritarias y antidemocráticas, de una participación escasa de la colectividad en los asuntos que impactan el diario vivir de sus ciudadanos, era inimaginable lograr la ruptura del armazón construido en dos décadas para mantener cautivos a mansos y cimarrones. Pensado y dirigido por una mutual cuyas ambiciones personales, los llevó a borrar los principios en los que se fundamentó su partido y la fe que movió a muchos a creer que ellos, por ser alumnos de Juan Bosch, enderezarían los caminos torcidos y mejorarían la malograda trayectoria política de nuestra nación.

Sin embargo, su sibaritismo les hizo apostar a la eternización del poder. Y, esa vanidad febril con inclinación carroñera, produjo en ellos habilidades especiales con las que burlaron las normas y llevaron a los bolsillos el sacrificio de un pueblo entero. Orquestaron la trama corrupta más perfecta del continente y la utilizaron como eje fundamental de la conquista de voluntades. Repartieron entre los suyos el patrimonio público, pusieron precio a las ideas y cortaron las cabezas de los que no aceptaron canonjías.

Crearon su propio Olimpo, al que dotaron de dioses y poderes especiales. Se beneficiaron de la ingenuidad ciudadana y apostaron a la demagogia como sustituta de políticas publicas destinadas a solucionar males centenarios. Produjeron y auparon la mediocridad, sustentaron su poder en la manipulación mediática, vivieron como si no fueran a morir y gobernaron como si no tuvieran sustitutos. Humillaron, pisotearon, ultrajaron y abochornaron.

En esas andanzas y borrachos del poder acumulado, perdieron el idilio con la clase media y la sociedad ilustrada. Riel donde corrió por mucho tiempo el vagón con el que desvencijaron las arcas publicas y sirvió de soporte político a unas ideas enterradas en el olvido al igual que su progenitor. Legaron una mancha indeleble que perdurará en la historia y que los hará recordar como los causantes de la quiebra social, política y económica de mayor transcendencia en materia política del país.

Y ahora, presos de una realidad inmutable, cavilan con la expresión del paciente diagnosticado con una enfermedad incurable. Languidecen ante cualquier asomo de quienes fueron aliados en la construcción de un poder absurdo y mediático. Tiemblan, porque saben, que si se escruta la fortuna acumulada, no tendrán argumentos válidos para demostrar que no ha sido producto del hurto al presupuesto de la nación y la confabulación para sangrar en su provecho la nómina pública.

Ante lo expuesto, sé que para la mayoría no resulta capcioso cuestionarnos, ¿cual será la actuación de un conjunto de inmortales inescrupulosos, después de haber sido despojados de sus capas y devolverlos a la ciudadanía como simples mortales? ¿Qué harán ahora sin su poder omnímodo?, sabiendo como dice Joan Manuel Serrat, que igual que los fantasmas “no son nada si les quitas las sábanas”. ¿Qué harán sin las cosas más fáciles con las que ejercitaban su fuerza y complacían su vanidad?

https://acento.com.do/opinion/que-haran-ahora-sin-el-poder-8846084.html

JOAN LEYBA MEJÍA

Periodista

elhijodepaulino@gmail.com

Periodista, diplomado en Gestión de la Comunicación Corporativa, Gerencia Política y Gestión de Gobierno, Psicología Clínica y Gestión Humana, cursa la carrera de Derecho y es miembro fundador y Gestor de Proyectos de la Fundación Psicológica Creando Química (CQ).

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