María Corina Machado y el Nobel de la Paz: entre la resistencia venezolana y la geopolítica latinoamericana
Luis Orlando Díaz Vólquez
@GuasabaraEditor
El Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado en 2025 no es solo un reconocimiento a una trayectoria de resistencia, sino un acontecimiento que reconfigura la geopolítica latinoamericana. La líder opositora venezolana, que ha vivido más de un año en la clandestinidad, interpreta este galardón como un impulso definitivo para la transición democrática en su país. En sus declaraciones, Machado insiste en que Venezuela nunca ha estado tan cerca de la libertad, y que el premio no es personal, sino un homenaje a millones de ciudadanos que han sufrido persecución, cárcel, exilio y muerte en la lucha contra un régimen que ella describe como un “sistema narcoterrorista” (Lafuente, 2025).
| María Corina Machado |
La narrativa de Machado se articula en torno a la idea de que la presión internacional y la organización interna han alcanzado un punto de inflexión. “Maduro, váyase ya por la paz de Venezuela”, afirmó, subrayando que la salida del mandatario es inevitable, con o sin negociación. Para ella, el chavismo se encuentra en un proceso de descomposición interna: “se traicionan, se engañan, se delatan”, y cada día más integrantes del círculo de poder reconocen que el ciclo se acabó. En este sentido, responsabiliza directamente a Nicolás Maduro y al “cartel” que, según sus palabras, se ha apoderado ilegítimamente de las instituciones del país.
La transición que Machado vislumbra es compleja, pero ordenada. Reconoce que el saqueo económico ha sido tan profundo que ni siquiera se conocen con certeza las cifras de deuda, reservas o producción nacional. Sin embargo, insiste en que el centro del proceso es la gente, y que la legitimidad de la oposición proviene de haber ganado elecciones incluso bajo reglas “perversas”. Frente a quienes temen un escenario caótico, asegura que la transición será estable porque la sociedad venezolana se ha organizado en clandestinidad con un nivel de disciplina y resiliencia pocas veces visto en la región.
En cuanto a la negociación, Machado sostiene que está dispuesta a facilitar un proceso que garantice justicia, nunca venganza. Afirma que incluso las bases del chavismo se han convertido en promotores del cambio, pues conocen de primera mano la magnitud del deterioro. Su visión de la transición incluye la reintegración de millones de exiliados y la reconciliación nacional bajo principios de verdad y transparencia. No obstante, advierte que existen líneas rojas que no revelará en detalle, pero que estarán guiadas por la centralidad de la gente y la justicia.
El componente geopolítico es central en su discurso. Machado denuncia que Venezuela está “ocupada por las fuerzas del crimen”, señalando la presencia de guerrillas, carteles y agentes extranjeros de Cuba, Rusia, Irán y organizaciones como Hezbolá y Hamás. En este marco, interpela a los gobiernos de América Latina, especialmente a Brasil, México y Colombia, a definirse: o están con el pueblo venezolano o con un cartel narcoterrorista. Rechaza especular sobre una incursión militar de Estados Unidos, pero recalca que la única invasión real es la de los actores criminales que operan en el territorio venezolano.
La clandestinidad ha sido otro eje de su resistencia. Machado reconoce que al inicio no creía poder soportar ni una semana en esa condición, pero la represión obligó a reinventar la organización opositora. Los “comanditos”, con más de un millón de voluntarios, se han convertido en una red sigilosa y efectiva que ha permitido sostener la movilización pese a los 853 presos políticos, los miles de escondidos y los millones de exiliados. Esta capacidad de adaptación, afirma, es la mayor fortaleza de la sociedad venezolana en este momento histórico.
El Nobel de la Paz, en este contexto, no es un punto de llegada, sino un punto de partida. Refuerza la legitimidad de la oposición y coloca a Venezuela en el centro de la agenda internacional. La comparación con otros laureados advierte sobre los riesgos: puede ser un catalizador de cambio, como lo fue para Mandela, o un símbolo frustrado, como en el caso de Aung San Suu Kyi. El desenlace dependerá de la capacidad de la oposición para mantener la unidad, de la presión internacional para cortar los flujos ilícitos que sostienen al régimen, y de la disposición de las fuerzas armadas a aceptar una transición.
En definitiva, el mensaje de Machado es inequívoco: Maduro tiene la oportunidad de irse por la paz de Venezuela, pero saldrá con o sin negociación. La comunidad internacional y América Latina deben comprender que lo que está en juego no es solo el destino de un país, sino la definición de si la región tolerará que un cartel criminal se disfrace de Estado. El Nobel de la Paz, al reconocer la lucha venezolana, obliga a todos los actores a tomar posición. La historia juzgará si este reconocimiento fue el inicio de la libertad o una esperanza más que se desvaneció en el laberinto de la geopolítica.
Referencias
Corrales, J. (2020). Authoritarian survival: Why Maduro hasn’t fallen. Journal of Democracy, 31(3), 39-53.
Lafuente, J. (2025, octubre 10). María Corina Machado: “Maduro decide, pero va a salir con o sin negociación”. El País. https://elpais.com
Levitsky, S., & Ziblatt, D. (2018). How democracies die. Crown Publishing Group.
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