La Semanal: un termómetro de la gestión de Luis Abinader
Por Luis Orlando Díaz Vólquez
La Semanal irrumpió en la escena pública dominicana como un intento de institucionalizar la comunicación presidencial: un espacio fijo, con prensa acreditada, donde el gobierno expone cifras, anuncia políticas y responde preguntas. Hoy, tras más de 100 encuentros entre 2023 y 2025, ese formato ya no es una novedad: es una pieza estable del ecosistema informativo y político del país.
En su mejor versión, La Semanal ha funcionado como un canal de rendición de cuentas: cifras, comparativos y anuncios que permiten a la ciudadanía y a los medios seguir la gestión con elementos concretos. Presentaciones sobre salud, seguridad, empleo y programas sociales han servido para fijar la agenda y ofrecer puntos de referencia que luego son discutidos en la prensa y en la opinión pública. Sin embargo, la existencia de datos no garantiza por sí sola transparencia plena. La utilidad del formato depende de la calidad de la información, de la posibilidad de contraste con fuentes independientes y de la voluntad de responder preguntas incómodas con más que cifras seleccionadas. Cuando el espacio se convierte en monólogo o en plataforma para repetir consignas, pierde la fuerza que tenía como instrumento de control democrático.
La Semanal ha sido también escenario de tensión entre funciones: gobernar y comunicar en tiempos electorales. En varias emisiones se notó el esfuerzo por separar la gestión pública de la dinámica electoral, presentando logros y defendiendo políticas sin convertir cada intervención en un acto de campaña. Esa separación es deseable y necesaria: el gobierno debe explicar decisiones y resultados sin que la comunicación institucional se confunda con propaganda partidaria. No obstante, la línea es frágil. La percepción pública es sensible a la selección de temas, al tono y al uso de cifras. Si el espacio se percibe como una herramienta para moldear narrativas sin permitir verificación externa, su legitimidad se erosiona. Mantener preguntas difíciles, garantizar pluralidad de voces y abrirse a evaluaciones independientes son medidas que preservan la credibilidad.
La Semanal ha aportado consistencia comunicativa; la periodicidad genera memoria institucional. Ha dado visibilidad a políticas y programas; anuncios y explicaciones llegan con rapidez a la opinión pública. También ha entregado material para la fiscalización; periodistas y analistas cuentan con declaraciones oficiales que pueden ser cotejadas. Pero faltan mayores aperturas: incorporar datos y evaluaciones de organismos independientes fortalecería la verificación. Formatos más accesibles —resúmenes ejecutivos, datos abiertos y visualizaciones— facilitarían el escrutinio ciudadano. Y es necesario asegurar una pluralidad real para que el espacio no privilegie solo voces afines o preguntas complacientes.
Para consolidar su valor público conviene publicar datos en bruto y poner a disposición conjuntos de datos y metodologías detrás de las cifras presentadas. Invitar evaluadores independientes —académicos, organismos técnicos y auditores— podría ofrecer contrapeso periódico. Diversificar formatos con versiones resumidas, infografías y archivos descargables ampliaría el acceso y la comprensión. Proteger la independencia periodística garantizando que la selección de preguntas y el acceso no favorezcan a medios afines es otra condición esencial. Estas medidas no son cosméticas; son condiciones para que La Semanal deje de ser solo un canal de comunicación y se convierta en una herramienta robusta de gobernanza y transparencia.
Tres años después, La Semanal ya forma parte del paisaje político dominicano. Ha contribuido a que la gestión presidencial sea más visible y a que la agenda pública tenga puntos de referencia periódicos. Pero su verdadero aporte al fortalecimiento democrático dependerá de la capacidad del espacio para abrirse a la verificación, para aceptar contrapesos y para facilitar el escrutinio ciudadano. Si se consolida como un ejercicio de información veraz y contrastable, habrá cumplido una función pública valiosa; si se reduce a un altavoz sin control, habrá perdido la oportunidad de servir al interés común.
Autor:Luis Orlando Diaz Volquezez
Ing. de sistemas de computación, escritor, editor y productor de medios de comunicación.
@guasabaraeditor
Domingo, 28 de diciembre de 2025.
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