Julio Santana - 13 de mayo de 2018
República Popular China: entre el optimismo y las dudas (1-2)
“Estrategia sin táctica es el más lento camino hacia la victoria. Las tácticas sin estrategia son el ruido antes de la derrota”- Sun Tzu.
En 2000 la participación de China en la producción mundial fue de 3.6%, en 2010 alcanzó 9.2% y en 2016 un 15% (un multiplicador superior a 4 en 16 años). Hoy contribuye con aproximadamente el 23% del PIB industrial mundial, el mayor en términos globales, y responde por el 30% del valor agregado de la actividad agrícola del planeta. Es responsable del 9.6% del consumo final de los hogares (26.9 junto a los Estados Unidos).
Esta enorme magnitud del gasto chino revela una marcada inclinación por los servicios en el contexto de un menor crecimiento relativo de la formación bruta de capital, lo cual se explica parcialmente por la desaceleración de la construcción inmobiliaria en ciudades pequeñas y medianas. De este modo se consolida un modelo económico basado en el consumo y los servicios, variables que están sustituyendo la supremacía que tuvo, en la dinámica económica anterior, la inversión y las manufacturas.
No obstante, el sector manufacturero sigue su proceso de transformación, marcando el paso las industrias intensivas en capital y conocimiento. China mantiene el primer lugar en la producción mundial de acero, autos y muchos otros productos industriales de avanzada. Ello explica que prefiera desde hace algunos años componentes y partes importados con un mayor nivel de sofisticación tecnológica, evidenciándose un proceso relativamente acelerado de sustitución de importaciones con producción propia.
A todo esto, se agrega un factor preocupante. El endeudamiento chino total -de predominante titularidad pública- alcanzó en 2016 un 250% del PIB (165% antes de la crisis financiera mundial).
Los préstamos no cobrados o problemáticos recién comienzan a vislumbrarse como una verdadera amenaza a la relativa estabilidad macroeconómica china, sobre todo cuando se incorporan al análisis los impagos en el mercado de obligaciones de empresa. Para que este proceso no amenace el crecimiento (estabilizado en los últimos dos años en torno al 6.6%), así como el flujo de nuevas inversiones en el mediano plazo, el FMI recomienda a China aumentar las reservas de capital de todos los bancos (grandes y pequeños), contener el crecimiento del crédito para estabilizar el nivel de endeudamiento y fortalecer los entes regulatorios.
Alejándose cada vez más de la economía hermética y tímida de los tiempos de la Guerra Fría, volcada en lo fundamental hacia sus propios recursos y fortalezas internas, en 2013 el presidente Xi Jinping anuncia la osada Iniciativa de la Franja y la Ruta, un gigantesco proyecto infraestructural (carreteras, líneas de ferrocarril, oleoductos y puertos, además, de rutas aéreas economía digital, inteligencia artificial, computación en la nube y ciudades inteligentes).
Este ambicioso emprendimiento pretende conectar Asia, Europa y África con la economía china, al mismo tiempo que expande las redes de su cooperación internacional. El costo del proyecto ronda el billón de dólares y se han anunciado oficialmente avances por un valor de 23 mil 645 millones. Aquí debemos agregar el viaducto marítimo más largo del mundo (entregable este año), el puente Hong Kong-Zhuhai-Macao, un proyecto de 20 mil millones de dólares que une a Macao, la excolonia portuguesa, y Hong Kong, excolonia británica, a la China continental.
Esta es la China que cada vez más se interesa por América Latina.
Doscientos treinta y cinco empresas, entre ellas ocho formidables corporaciones estatales, invirtieron en el período 2001-2016 más de 113 mil millones en solo ocho países latinoamericanos, concentrando el 76.7% de esos fondos en solo cuatro de ellos: Brasil, Perú, Argentina y Cuba. En 2016 China realizó inversiones en la región ascendentes a 90 mil millones, un verdadero récord en las relaciones con el gigante asiático. Hasta el momento, Brasil es el destino preferido al concentrar en el período indicado el 48.2% de los flujos registrados.
En la agresiva estrategia de penetración regional china, el sector primario deja espacio a las infraestructuras y servicios, lo cual no significa que las compras de materias primas pierdan relevancia. Ciertamente, las materias primas explican el 65% de las inversiones chinas (siete de cada diez dólares invertidos) y la mitad del empleo generado desde 2001.
El interés de China por los países de Asia-Pacífico como proveedores de recursos naturales en detrimento de América Latina, mella el rol de América Latina como proveedor de tales recursos y al mismo tiempo presenta a la región nuevas oportunidades en el ámbito de las infraestructuras y los servicios. Como explica Enrique Dussel Peters, coordinador de la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China, el giro hacia tales sectores puede considerarse el cambio más importante de “la matriz inversora china”.
Tomando todos estos y muchos otros datos en consideración, pensamos que: a) debemos tomar en consideración que China ya tiene inundado el mercado dominicano con una enorme variedad de sus productos; b) que actúa en base a sus propios intereses y no persiguiendo fines altruistas; c) que la estrategia frente a China no debe fundamentarse en el aprovechamiento de oportunidades crediticias de bajos costos relativos (caso Venezuela); d) que los servicios y las infraestructuras, no los recursos naturales, constituyen realmente nuestra gran oportunidad frente al interés chino por nuestro pequeño país, y, e) que es necesario construir esa estrategia para aprovechar al máximo las oportunidades y minimizar los riesgos y amenazas latentes en esta nueva etapa de la relación formal con esta gran economía.
Es como si se tratara del enfrentamiento (valga la analogía) de Goliat, del ejército filisteo, y David de la tribu de Judá, pero en este caso careciendo el joven de la honda y la piedra, quien además evidencia pocos talentos y mal semblante. https://acento.com.do/2018/opinion/8564516-republica-popular-china-optimismo-las-dudas-1-2/
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