lunes, 23 de abril de 2018

La soledad de James 'Perro Loco' Mattis: la última voz de la prudencia en la Casa Blanca

EL SECRETARIO DE DEFENSA SE QUEDA SIN ALIADOS
La soledad de James 'Perro Loco' Mattis: la última voz de la prudencia en la Casa Blanca
El general de cuatro estrellas y excomandante del Mando Central del Pentágono está considerado el guardián de la cautela en la política exterior de EEUU. Es decir, de la paz mundial
Foto: El Secretario de Defensa James Mattis, en Washington, en abril de 2018. (Reuters)
Foto: El Secretario de Defensa James Mattis, en Washington, en abril de 2018. (Reuters)
El Secretario de Defensa James Mattis, en Washington, en abril de 2018. (Reuters)
23.04.2018 – 05:00 H.
La Administración Trump se parece cada vez más a un ave rapaz. Las voces militaristas reemplazan a las moderadas, y en medio de los cambios sólo queda un representante de la ya “vieja guardia”: el Secretario de Defensa, James Mattis, está considerado el guardián de la cautela en política exterior. De su influencia depende cómo se resolverán las tensiones de Estados Unidos con Irán, Rusia y Corea del Norte. O lo que es lo mismo: la paz en el mundo.
Según The Wall Street Journal, el hecho de que Estados Unidos se limitase a bombardear tres instalaciones químicas del régimen sirio, en un ataque coordinado con Francia y Reino Unido que no dejó muertos, se debe a Mattis. El nuevo consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, quería golpear las infraestructuras sirias en un ataque “ruinoso” para Bashar Al Assad. Pero fue Mattis, con apoyo del jefe del Estado Mayor, el general Joseph Dunford, quien logró imponer la opción moderada al presidente Trump.
“Mattis es un militar profesional sabio y competente que desempeña lo mejor que puede un trabajo difícil”, dice a El Confidencial Paul D. Miller, exmiembro del Consejo de Seguridad Nacional con George W. Bush y Barack Obama. “Creo que él también quiere evitar grandes confrontaciones militares con Irán, Rusia y Corea del Norte, pero se encuentra con exigencias muy significativas de su jefe para resolver los problemas del mundo con mucha amenaza y jactancia, pero sin apetito para arriesgarse a una guerra de verdad”.
Este antiguo general de los marines tampoco puede ser considerado una “paloma”. Su servicio en las guerras de Iraq y Afganistán y su hablar abrupto, de frases breves y afiladas como una cuchilla de afeitar, le han granjeado los apodos de “Monje Guerrero”, “Perro Loco” y “Caos”. Su objetivo estos días como jefe del Pentágono ha sido evitar que el castigo a Assad por el aparente uso de armas químicas desencadenara un conflicto con Irán y Rusia.
La pregunta es si Mattis podrá mantener su influencia en Donald Trump, dada la dirección en que apuntan los últimos cambios de gobierno. Sus aliados han sido despedidos. Mattis solía comer o desayunar al menos una vez por semana con el secretario de Estado, Rex Tillerson. Ambos coincidían en potenciar la diplomacia y preservar el acuerdo nuclear con Irán. Hasta que Trump despidió a Tillerson, para sorpresa de este, en Twitter.
John Bolton escucha al presidente Trump en la Casa Blanca, el 9 de abril de 2018. (Reuters)
John Bolton escucha al presidente Trump en la Casa Blanca, el 9 de abril de 2018. (Reuters)

Un halcón llamado John Bolton

El sustituto de Tillerson al frente de la diplomacia norteamericana será Mike Pompeo, hasta ahora director de la CIA. Pompeo ascendió con el Tea Party en 2011 y sus vívidos informes sobre las amenazas a Estados Unidos han dejado huella en el presidente. Pompeo detesta el acuerdo con Irán y ha barajado públicamente el derrocamiento del líder norcoreano, Kim Jong-un. Según el propio Trump, Pompeo y él están en la misma “longitud de onda”.
Pero el cambio que más ruido ha hecho es el nombramiento de John Bolton como consejero de Seguridad Nacional. Bolton, de 69 años, ya había pasado a la historia como uno de los abogados más feroces de la guerra de Irak, como testifica su paso año largo de embajador ante Naciones Unidas. Desde entonces, transformado en comentarista del canal Fox News y otros medios, Bolton ha pedido varias veces el derrocamiento de Bashar Al Assad y el ataque a Irán y Corea del Norte, “dos caras de la misma moneda”.
El pasado enero Bolton fue más específico respecto a Irán. Washington, escribió en The Wall Street Journal, “tiene que acabar con la revolución islámica de 1979 antes de su 40 aniversario” (en 2019). “Los antiguos rehenes [52 estadounidenses que fueron secuestrados en su embajada por un grupo revolucionario] pueden cortar el lazo de la nueva embajada de EEUU en Teherán”. En 2015 Bolton dijo que la única manera de evitar que los Ayatolás consiguieran la bomba nuclear, era “bombardeando Irán”.
Así fue como James Mattis se quedó sin otro de sus aliados, el general de tres estrellas H. R. McMaster, un estratega militar que, igual que Rex Tillerson, no fue capaz de acomodar sus puntos de vista con los del presidente de EEUU. Según la CNN, Mattis se opuso en privado a la nominación de Bolton, igual que una de las vacas sagradas del Partido Republicano, Condoleezza Rice.
Las piezas se mueven muy rápido tanto dentro de la Administración Trump como en la arena internacional. El bombardeo a las instalaciones sirias el fin de semana cogió a John Bolton recién aterrizado en su cargo, que había jurado cuatro días antes, pero quizás su influencia pueda crecer y alimentarse de la presión contra Irán que ejercen dos grandes aliados: Israel y Arabia Saudí.
El presidente Trump recibe al príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salman y su séquito en la Casa Blanca, el 20 de marzo de 2018. (Reuters)
El presidente Trump recibe al príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salman y su séquito en la Casa Blanca, el 20 de marzo de 2018. (Reuters)

El acuerdo con Irán, piedra de toque

Apenas unos días antes del ataque ordenado por Trump, una base militar iraní era bombardeada en Siria. Murieron 14 personas, entre ellas cuatro asesores militares persas. Según la prensa israelí, dos F-15 hebreos habían llegado del Mediterráneo para golpear, una vez más, en la sombra, las posiciones iraníes en Siria. Israel teme que Teherán se haga fuerte en el territorio vecino de Siria y por eso trataría de minar, con repetidos golpes, su expansión militar.
“Nuestra política se puede resumir en tres palabras: agresión contra agresión”, declaró el primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu, la semana pasada. “Tengo un mensaje para los gobernantes de Irán: no pongáis a prueba la determinación del Estado de Israel”. Netanyahu lleva años pidiendo a Washington que emplee la fuerza para evitar que un “estado terrorista” como Irán, en sus palabras, desarrolle armas nucleares. Arabia Saudí también presiona a Washington contra Irán, calentando la posibilidad de un conflicto.
“Sólo puedo especular”, dice Paul D. Miller, aunque no descarta ver a su país emprendiendo alguna acción contra Irán. “Creo que Trump no quiere meterse en una gran guerra, pero también creo que es impulsivo y que puede verse dentro de una de todas formas. Pienso que él cree que su diplomacia coercitiva contra Corea del Norte ha tenido éxito, y que su ataque a Siria también. Juntos, esos éxitos percibidos podrían alentarlo a adoptar una línea más dura con Irán, particularmente con el estímulo de Bolton”.
Quizás se despejen pronto algunas dudas. En menos de un mes, el 12 de mayo, caduca el plazo para que Donald Trump decida si renueva o no el acuerdo con Irán, según el cual este país se ha librado de algunas sanciones a cambio de limitar su programa nuclear. Mattis defiende su validez; Pompeo y Bolton lo echarían a la trituradora. La última palabra la tiene Donald Trumphttps://www.elconfidencial.com/mundo/2018-04-23/james-mattis-ultima-voz-prudencia-trump_1551861/

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