lunes, 8 de junio de 2020

Qué nos deja el PLD | por Segundo Imbert Brugal 

Catarsis

Qué nos deja el PLD 

El dispendio sin precedentes de la campaña del candidato oficialista es obsceno e insultante, una descarada demostración de un poderío económico descomunal. Prueba irrefutable del uso abusivo de los recursos del Estado y de fortunas indecentes. Ninguna autoridad competente osa enfrentarlo ni pedirle cuentas. Al parecer, han decidido que no viola ninguna ley electoral.  Ayer, un amigo español, se apresuró a preguntarme: “¿Pero de dónde se puede sacar tanto dinero para hacer política?” Le dije: lo sacan de la corrupción, de los fondos públicos, y de los poderes fácticos interesados en seguir haciendo negocios. “Me da pena por ustedes. Aquí en España, aún los más corruptos suelen ser más recatados”. Me envió un Emoji llorando.  

Pero ese proselitismo desaforado, nadie lo va a detener. De ese susto no moriremos. Sin embargo, esos desesperados esfuerzos del gobierno por quedarse en el poder están contrarrestados por lo que sabe la gente.  La mayoría del votante tiene muy claro lo que nos deja el PLD después de veinte años de gobierno. Repasan el horror de las cifras tristes que nos colocan en los últimos lugares del desarrollo humano. Cada logro material del que se vanaglorian está embarrado por una terrible realidad social. Repasémoslo de nuevo, y recordémoslo al acercarnos a las urnas el próximo mes. Miremos esos “rankings” internacionales que descalifican los más relevantes méritos cacareados por el candidato morado.  El partido dirigido por Danilo, Leonel, y el Comité Central nos ha mantenido en el subdesarrollo. Enfrentemos esas estadísticas inequívocas que indican claramente, sin mentiras ni acotejos, nuestra realidad.

Pero antes, alertemos sobre el 911. Es verdad, ese ha sido un acierto del gobierno, un servicio sanitario necesario. ¡Muy bien! Ofrecer esa asistencia es un deber de cualquier Estado. Ahora se nos vende como si Danilo Medina hubiese sido un magnánimo pionero al ponerlo en ejecución. No se dejen impresionar por esa propaganda. Hace mucho que debieron hacerlo, otros países de la región ya lo tenían en pleno apogeo: San Salvador desde 1994, Costa Rica en 1995, Uruguay en el 2002, y Panamá por el 2011. El que gobierna tiene que servir al ciudadano. No es ninguna proeza. Es lo que se debe hacer: brindar asistencia y bienestar. 

Luego de veinte años, dos décadas, dos presidentes, y el tam tam del crecimiento macroeconómico, observemos el desastre que nos deja el PLD. Presten atención.

En el Índice de Desarrollo Humano ocupamos el puesto 89 en el mundo, y el 12 en Iberoamérica. Nos superan Ecuador, Colombia, Costa Rica, México, Brasil, Panamá y Cuba.

En los índices de Pobrezas estamos cercanos al fondo. Ocupamos el lugar 18 en Sur y Centroamérica; nuestra expectativa de vida no llega a los 74 años, mientras que en otros países de la región ya superan los 78.  En cuanto a mortalidad infantil, todavía estamos en 22.7 por mil nacidos. Costa Rica está en 15, Panamá en 13, Nicaragua en 12, y Uruguay en 6.7

Obtuvimos los resultados más bajos de la prueba PISA (Evaluación Internacional de Alumnos) realizada entre jóvenes de 15 años que cursan el bachillerato. Igualmente desastrosas fueron las calificaciones de competencia de nuestra educación superior y de nuestros maestros. El aumento del 4% para la educación ha servido de poco, excepto para financiar campañas a dos ministros que fungieron de precandidatos. “Mucha espuma y poco chocolate”. Nos han dejado sin educación por dos décadas. 

Tres períodos de Leonel y dos de Danilo pasaron entre desfalcos y adornitos de macroeconomía, pero seguimos sumergidos en un perenne tercermundismo. Y la humillación sigue, pues en muchas otras estadísticas internacionales tenemos tasas elevadas en corrupción, accidentes de tráficos, seguridad ciudadana, desconfianza en la policía, en los políticos, ética empresarial, y servicios de energía. En cuanto a los servicios de salud, el desastre es conocido.

Espantosa ha sido la devastación del medio ambiente, la degradación moral producida por la penetración del narcotráfico, el lavado nacional e internacional de dineros sucios, y la monumental deuda externa que tendrán que pagar nuestros bisnietos. Lacras que deja el PLD en sus postrimerías. 

Podría seguir con lo de las instituciones y la corrupción, pero esas estadísticas fácticas y comprobables, esos hechos incontrovertibles que nos señalan como un tollo de país, bastan para pasarse por el arco del triunfo el crecimiento sostenido, las carreteras, los puentes, el 911, el desarrollo turístico, el metro, el teleférico, las limosnas hipócritas de Margarita, y los aviones transgresores de Gonzalo Castillo. Esa gente merece estar recorriendo los ocho círculos del infierno de Dante, y no andando por las calles de este país buscando votos.

https://acento.com.do/2020/opinion/8826784-que-nos-deja-el-pld/

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