ACTUALIDAD, REPORTAJE
Las izquierdas de RD en los espejos de tres países suramericanos
Ciudadanía y democracia se convierten en los pilares de la construcción de nuevos proyectos progresistas en Perú, Colombia y Chile
El agua sigue pasando sin saber si con su paso el rio se convierte en otro o si sigue siendo el mismo rio, o ambas cosas a la vez, como decía Borges al hablar del tránsito del tiempo en su escritura. ¿Podría decirse algo similar sobre las izquierdas dominicanas? ¿Siguen siento pertinentes, si es que alguna vez lo fueron, las afirmaciones de Juan Isidro Jiménez Grullón de principios de los años ochenta del siglo pasado contenidas en Nuestra falsa izquierda?
Para no pocos políticos el debate izquierda y derecha quedó cerrado con el fin del pensamiento binario que dominó occidente durante los siglos XIX y XX, en la República Dominicana los pocos retoños de la discusión se han quedado en la existencia o no de la izquierda como fuerza ideológica de relevancia en el escenario político contemporáneo.
“Trabajamos para que las organizaciones progresistas dominicanas ocupen espacios de poder con una agenda democrática y de justicia social”. Paula Rodríguez Arredondo, coordinadora de proyectos de la FES.
Sin embargo, cada cierto tiempo parece resurgir el síntoma de un malestar que de alguna manera alude el tema no ya en los términos en que ha sido considerado en el pasado sino en los espejos de los nuevos escenarios sociales y políticos que se han ido configurando en América Latina y el Caribe a partir de la impronta del socialismo del siglo XXI.
El marco mediático del debate actual en países como Brasil Colombia, Venezuela, Perú, Chile, Nicaragua, México y Ecuador pone de manifiesto nueva vez la lucha entre izquierda y derecha, algo que no escapa, aunque con otros matices, a la lucha política en Estados Unidos y Europa.
En conexión con esto a finales de este año tuvo lugar en la capital dominicana el panel internacional: “Construyendo mayorías como herramientas políticas de cambio: experiencias en la región”, donde se presentaron tres proyectos de construcción y renovación de alternativas políticas de izquierda (Perú, Colombia y Chile) y que a su vez sirvieron de espejos para mirar la situación y las perspectivas teórico-prácticas de este tipo de iniciativas en la República Dominicana.
Organizado por la Fundación Friedrich Ebert (FES) y el Instituto de Investigación para el Desarrollo (ISD), el panel contó con las interesantes exposiciones de Alberto Quintanilla, congresista del proyecto Nuevo Perú; Juana Afanador, dirigente de Colombia Humana; Giovanna Roa, dirigente del Frente Amplio de Chile, y Anselmo Muñiz, investigador social del Instituto ISD.
A propósito del panel, tanto los invitados como los anfitriones desarrollaron variados intercambios con dirigentes políticos, intelectuales, periodistas y líderes de la sociedad civil con quienes conversaron acerca del mapa político regional, la ola conservadora que amenaza con darle para atrás a la rueda de la historia y los desafíos de las izquierdas en momentos en que la ciudadanía de nuestros países se muestra hastiada y desconfiada de la política.
“Queremos que las banderas de las izquierdas recojan la construcción de ciudadanía”. Alberto Quintanilla, diputado Nuevo Perú.
De acuerdo con Paula Rodríguez Arredondo, coordinadora de proyectos de la FES, el motivo del panel y de la visita de los dirigentes políticos suramericanos vino del esfuerzo conjunto de la FES y el ISD para que las organizaciones progresistas dominicanas ocupen espacios de poder asumiendo una agenda democrática y una estrategia con enfoque de justicia social. “Por eso queremos conocer las experiencias de los grupos políticos Nuevo Perú, Colombia Humana y Frente Amplio de Chile”, dijo Rodríguez Arredondo al presentar el panel.
Para Carlos Morel, director ejecutivo del ISD, la relevancia de estos tres proyectos radica en que “buscan reconstruir el sentido de la política desde la libertad, la igualdad y la justicia, valores importantes en una época en la que en buena parte del mundo se nota una radicalización de los proyectos autoritarios y racistas”.
Según Morel gobiernos como los de Trump, Macri, Piñera, Duque y Bolsonaro comparten una agenda ultraliberal orientada a consolidar las dinámicas de acumulación de capital en pocas manos, lo que a su juicio incrementará las grandes desigualdades de la región.
En el caso dominicano, Morel considera que el gobierno coquetea con el nacionalismo racista para disimular un esquema de transferencia de riquezas a través del Estado desde los más pobres hacia los más ricos. “El régimen de impunidad garantiza privilegios injustos a la alta dirigencia política y a ciertos grupos empresariales que hacen sus riquezas gracias a negocios políticos”, expresa Morel al destacar que lo valioso de las experiencias de Nuevo Perú, Colombia Humana y Frente Amplio de Chile está en su denominador común, plantearse superar los regímenes de impunidad de sus respectivos países.
Nuevo Perú: el afán por construir una alternativa democrática
Alberto Quintanilla es un veterano dirigente de la izquierda peruana, diputado entre 1985 y 1992 por Izquierda Unida y en la actualidad congresista por el departamento de Puno en la bancada de Nuevo Perú, proyecto que Quintanilla define como un nuevo movimiento político de izquierda democrática empeñado en construirse como una alternativa política y social para el Perú.
Al repasar la historia política reciente de su país, Quintanilla cuenta que la corrupción ha sido la sábana que lo arropa todo, incluyendo la política de izquierda. “El principal elemento es el de la corrupción que se da en una combinación entre corporaciones privadas y funcionarios públicos”, afirma.
El congresista recuerda que en el Perú la izquierda ha estado a punto de ser gobierno, “en 1985 fuimos a las elecciones con nuestro candidato presidencial Alfonso Barrante Lingán, que había sido alcalde de Lima, sacamos 48 diputados de 180, y llegamos a tener 16 senadores de 60, es decir, que teníamos más del 25% del Congreso, esa fue nuestra cúspide”.
Refiere que después “fuimos sucesivamente dividiéndonos”, lo que considera una cultura enraizada en la izquierda y que tiene que ver con “una concepción dogmática de la política que nosotros queremos abandonar”. El relato de Quintanilla se mueve entre pasado y presente y donde por momentos parece asomarse un guiño de nostalgia. “Creemos que los acuerdos no deben ser ideológicos, no nos unimos los que somos marxistas, los que somos ateos (…) nos debemos unir los que tenemos un objetivo preciso”. Asegura que la izquierda, que si bien ha tenido momentos de importancia, se dividió y se divide por cuestiones absolutamente secundarias.
Después de las experiencias de los años 80 y 90 con Barrante Lingán la izquierda peruana fue disminuyendo su presencia política hasta prácticamente desaparecer del escenario nacional. Recientemente en las elecciones de 2016 se produjo un renacimiento como Frente Amplio con la candidatura de Verónica Mendoza. “Volvimos a la escena política electoral, de 130 congresistas obtuvimos 20, el 18% del electorado votó por Verónica Mendoza, después del fujimorismo nos convertimos en la primera minoría, quedando por encima de la coalición encabezada por Pedro Pablo Kuczinsky, con quien fuimos aliados contra keiko Fujimori”.
Pero a los pocos meses de esa victoria el Frente Amplio se dividió dando lugar al proyecto Nuevo Perú. “Eso es parte de una cultura perversa de la izquierda peruana que nos ha impedido ser gobierno”, anota Quintanilla tras enumerar las divisiones de las organizaciones de izquierda en su país y condenar el terror como práctica política que imputa a los grupos guerrilleros. “Nosotros recusamos el terror como arma política de manera rotunda”.
¿Qué somos ahora como Nuevo Perú? El diputado explica que al salir del Frente Amplio el horizonte del proyecto se enmarca en la renovación de la política y la construcción de ciudadanía. “Queremos que las banderas de las izquierdas recojan la construcción de ciudadanía, lo que para nosotros significa que todos los ciudadanos somos iguales en derechos y contemos con los instrumentos para defenderlos, esto implica que hombres y mujeres somos iguales, que campesinos e indígenas son iguales al resto de la población y que cualquier minoría sea sexual, racial o religiosa tiene iguales derechos que el resto de la sociedad”.
De allí que Nuevo Perú plantea la participación de hombres y mujeres en 50% de las candidaturas, que el consejo de ministros y cualquier otra instancia del gobierno tiene que tener presencia significativa de las mujeres. El otro rubro de la propuesta es una forma de hacer economía distinta a la neoliberal, “no estamos en contra de la inversión extranjera ni de la actividad minera pero estas actividades económicas tienen que hacerse respetando el medio ambiente”.
Quintanilla alberga la esperanza de que Nuevo Perú sea esa fuerza renovadora que se convierta en una alternativa a la política neoliberal y a la gran corrupción genera que cubre todo el sistema político, para ello deposita su confianza en la lucha por la igualdad, la inclusión social y la educación de calidad bajo la responsabilidad del Estado. “Tenemos como objetivo ir a una nueva Constitución, la Constitución de 1993 ha permitido la corrupción, ha permitido las exclusiones sociales y ha dado lugar a un régimen autoritario”.
“La experiencia de la Colombia Humana ha estado matizada por una gran sintonía con la ciudadanía y los movimientos sociales”. Juana Afanador, dirigente de Colombia Humana.
Tras la sacudida del caso Odebrecht que se llevó al presidente Kuczinsky y a la cabeza de la oposición Keiko Fujimori, lo que pasa hoy en el Perú, de acuerdo con el congresista, es una pugna feroz por controlar los poderes del Estado. “Luchamos para que no se produzca la concentración de todos los poderes en una sola mano”.
Colombia Humana: la ciudadanía como sujeto político
Juana Afanador es socióloga egresada del École des Hautes Études en Sciences Sociales, activista por los derechos humanos y miembro del equipo estratégico para la construcción de alianzas de Colombia Humana, un proyecto político reciente salido de las elecciones presidenciales con el ex guerrillero Gustavo Petro a la cabeza. Luego de la firma del acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC, Afanador relata que Colombia se encuentra polarizada, el convenio tuvo que ser refrendado por el Congreso luego de un plebiscito en el que se impusieron las fuerzas conservadoras. En medio de estas circunstancias comienza a organizarse un movimiento ciudadano a partir de la recolección de firmas para inscribir la candidatura presidencial de Petro, esto como una forma de demostrar que se podía hacer una nueva política por fuera de los partidos tradicionales, normalmente relacionados con grandes escándalos de corrupción, clientelismo y compra de votos.
Afanador narra que Gustavo Petro había sido alcalde de Bogotá junto a un equipo que venía de la academia y de los movimientos sociales, lo que para ella significó llevar el proyecto a un escenario nacional. “Empezamos a politizar a la población colombiana, después de 50 años de conflicto armado habíamos perdido el interés por el ejercicio político, la idea predominante era que todos son iguales, que nada va a cambiar en mi vida si voto por este o por aquel”.
Según la activista el punto decisivo para el arranque estuvo en que comenzaron a desplazarse por las regiones periféricas, “lo que generó un fenómeno de interés que fue sorpresivo hasta para nosotros mismos, no esperábamos tanta concurrencia de pueblos y las manifestaciones espontáneas de la gente para recolectar dinero, para ir en grupos a escuchar al candidato”
El ejercicio de repolitizar a los colombianos, de volver a mostrar otras formas de hacer política, pasó por la construcción de un programa que según Afanador logró colocar en el debate público temas que antes no se tocaban, como la transición energética, el derecho a la salud, la educación gratuita, el feminismo, entre otros. Este logro junto a la conexión con la ciudadanía y los movimientos sociales convirtieron a la Colombia Humana, según cuenta, en un movimiento masivo que produjo el hecho histórico de haber pasado a la segunda vuelta presidencial en un país que nunca ha tenido un gobierno de izquierda, “me atrevería a decir ni siquiera de centro, hemos tenido un sistema dominado casi siempre por las mismas familias, un sistema de clanes por decirlo de alguna manera”.
Después de las elecciones la Colombia Humana tiene la tarea de construir legalmente el movimiento, “nos encontramos con el mismo problema de Nuevo Perú, el hecho de haber tenido un candidato con ocho millones de votos y que había pasado a la segunda vuelta es insuficiente para conseguir el reconocimiento legal, tenemos que cumplir con otras formalidades en las que estamos trabajando para poder participar en las próximas elecciones de alcaldías, gobernaciones y consejos municipales que se realizarán en 2019”.
Entre los aspectos claves de la construcción del movimiento Afanador resalta los nodos territoriales, la forma en que ha sido elaborado el programa, la participación de los movimientos sociales y la articulación de alianzas. “En nuestra lista de candidaturas para el Congreso contamos con líderes que venían del movimiento de víctimas, de los movimientos estudiantiles, mujeres feministas, políticos exiliados, líderes indígenas y campesinos”.
Los logros del proyecto, afirma la socióloga, incluyen dos congresistas representantes de Bogotá, una mujer, María José Pizarro, hija de Carlos Pizarro, líder del M-19 asesinado luego de firmar un acuerdo de paz con el gobierno, y David Rasero, joven académico que ha trabajado sobre la reproducción de las familias y los clanes políticos en Colombia; también quedaron en la cámara la candidata vicepresidencial Ángela María Robledo y Gustavo Petro liderando la oposición dentro del Senado, también quedaron la senadora Aida Bella y el escritor Gustavo Bolívar.
“En Chile nuestro desarrollo es garantista de privilegios y no de derechos, y eso es lo que el Frente Amplio viene a combatir”. Giovanna Roa, dirigente Frente Amplio Chile.
“Tenemos una pequeña bancada que ha logrado hacer alianzas con el centro que es el Partido Verde y con algunos congresistas del Partido Liberal que terminó una parte con el gobierno y otra que decidió ser parte de la oposición”, refiere la activista de los derechos humanos al agregar que por medio de todas esas alianzas han podido presentar una serie de propuestas legislativas siendo la más importante el proyecto de ley anticorrupción, impulsado inicialmente por el Partido Verde pero que la Colombia humana ha decidido apoyar.
La experiencia de la Colombia Humana ha estado matizada, indica Juana Afanador, por una gran sintonía con la ciudadanía y por el paso del activismo social a la acción política. Su propio trayecto personal lo revela, de activista por los derechos humanos se convirtió en una importante miembro del equipo estratégico del proyecto político encabezado por Gustavo Petro.
Frente Amplio de Chile: el combate a los privilegios
Giovanna Roa viene de la lucha estudiantil por la educación gratuita y de calidad en Chile, participa en la dirección del Frente Amplio y fue parte del equipo de campaña de Beatriz Sánchez, candidata presidencial que llevó a esa organización al estrellato político durante las pasadas elecciones.
Al contar la experiencia de su joven militancia política, Roa describe a Chile como una sociedad basada en los privilegios de una minoría. “Quiero comenzar desmitificando una imagen internacional de Chile que es muy bonita pero no tan real, somos un país que tuvimos una dictadura brutal y atroz, que generó crecimiento económico, y nuestros vecinos nos ven como un país europeo y eso parece un mérito, pero me gustaría contarles que nuestro desarrollo es garantista de privilegios y no de derechos… y eso es lo que el Frente Amplio viene a combatir”.
Roa expresa que es parte de la generación que se atrevió a decir que no estaban bien las cosas, que no podíamos seguir así y que no nos iban a seguir diciendo que el desarrollo económico es la tasa de crecimiento económico, dijimos se acabó eso, venimos a abrir la democracia, a cambiar la historia, a reivindicar la política, y a tener a la ciudadanía como un agente activo de su propio destino.
“Venimos de las movilizaciones estudiantiles de 2006 y 2011, y de muchas otras batallas ambientalistas, feministas, contra un sistema de pensiones que ya no da más, tenemos a nuestra tercera edad en una situación de indignidad, nuestros adultos mayores se mueren en la pobreza y el abandono, y eso es parte del modelo económico que instaló la dictadura y que perpetuó después la concertación de la nueva mayoría, coalición de centro izquierda que hizo la transición democrática durante 20 años básicamente vendiendo nuestro país y nuestros recursos naturales a las empresas y dejando abandonados a lo importante que son los chilenos y las chilenas”.
Narra que por eso surge el Frente Amplio, una coalición bastante joven, no tenemos más de dos años de la idea original de hacer un frente amplio, hasta que disputamos las elecciones presidenciales, obtuvimos un 20% de los votos en la última elección presidencial, lo que nos llevó a tener 20 parlamentarios y parlamentarias y un senador, y hoy día nos estamos preparando para la disputa municipal entendiendo que lo territorial también es parte importante de nuestro trayecto político.
La joven dirigente explica los fundamentos de su proyecto político: nos gustaría hablarles de esta idea que es la profundización de la democracia, hay materias que no pueden estar destinadas al mercado, y nosotros nos revelamos ante la idea de seguir siendo observadores de un país en vía de desarrollo que solo es para unos pocos, y no solo eso, somos un país tremendamente machista, el desarrollo de Chile es para hombres, es para millonarios… lo que nosotros queremos hacer es abrir la democracia, para eso fue la convocatoria inicial que hicimos al país, y cambiar la historia que fue justamente la premisa con la que invitamos a juntar las firmas de militancia que nos tiene hoy día como segundo partido más grande de Chile en estos momentos.
Para Roa y su partido dentro del Frente Amplio, Revolución Democrática, la democracia va más allá de las elecciones, “la democracia es lo que podemos vivir en el día a día, y es la construcción de un país que sea efectivamente justo y permita un buen vivir, yo no sé cómo es aquí pero en Chile el acceso al buen vivir es absolutamente un privilegio”.
“¿Cuál ha sido nuestra estrategia? Hemos logrado dar un relato e incorporar a los movimientos sociales entendiendo que nosotros somos también el movimiento social, y no nos hemos comprado la idea de que cuando uno llega al poder formal o que cuando uno disputa espacios institucionales deja de ser parte de la ciudadanía movilizada, cuando nosotros caemos en esa trampa lo que estamos haciendo es una separación entre la política y la ciudadanía que impide el avance en la construcción de mayorías”.
El discurso de Roa es preciso: nuestra construcción de mayorías busca el poder, no le tenemos miedo al poder, pero buscamos el poder para repartirlo entre muchos y muchas, queremos llegar al parlamento, queremos llegar a las municipalidades, a las intendencias, queremos tener el gobierno, pero queremos tenerlo para que sea un gobierno de mandato popular, y con esto vamos más allá de las caricaturas de los gobiernos populares que están tan de moda ahora y que se llevan la pelota para la casa como decimos en Chile, nosotros creemos que el sujeto político el pueblo es el que se construye entre todos y todas, y en ese sentido buscamos ser una voz que entienda las demandas ciudadanas, que entienda los movimientos sociales, que no los fagocite sino que los potencie, nosotros queremos conducir políticamente para que las ideas de los movimientos sociales sean las que lleguen a institucionalidad.
“Las izquierdas de RD se rehúsan a desarrollar un discurso político apropiado a la sociedad contemporánea”. Anselmo Muñiz, Investigador del Instituto ISD.
De manera más táctica me gustaría decir que nosotros vivimos en Chile entre un discurso de la derecha que lo que está diciendo es consuma y sea feliz, y un discurso de la izquierda nostálgica que está constantemente enjuiciando al ciudadano por ser parte de este modelo. Lo que nosotros como Frente Amplio queremos impulsar es ser un espacio de entendimiento de la problemática social, un espacio que pueda integrar eso como discurso político, y que entienda a la ciudadanía y sea empática con ella, nosotros no somos o esperamos no ser quienes de manera mesiánica dicten cómo se hacen las cosas, creemos en la democracia y la participación, creemos en el feminismo como la profundización básica de la democracia, creemos en la construcción de la democracia a través de lo medioambiental y creemos que la democracia tiene que ser ese espacio de acceso a nuestros recursos, que no sean unos pocos los que decidan, somos un país diverso y creemos que esa diversidad tiene que ser representada.
Termino diciendo que me parece importante que abramos una conversación regional sobre nuestra diversidad y nuestros puntos de encuentro, somos naciones diferentes pero hermanas, tenemos formas culturales diferentes pero tenemos un desafío regional que es cómo profundizamos la democracia y cómo profundizamos la conversación entre los movimientos sociales para poder hacer frente a sistemas que rechazan nuestra cultura, tenemos que ser capaces de generar nuestra propia identidad, entender nuestra diversidad y valorarla como la riqueza que nos permite la unión.
¿Cómo dialogan estas experiencias con las izquierdas de RD?
Anselmo Muñiz en su condición de investigador social del Instituto ISD, compara el mapa de los actores políticos de la sociedad dominicana con las experiencias de los tres países suramericanos narradas por Quintanilla, Afanador y Roa.
En el caso de la República Dominicana, Muñiz sitúa la democracia primero a partir de la crisis postelectoral de 1978 y luego de la crisis postelectoral de 1994, procesos de democratización que afirma fueron de muy corta duración. “Sería fácil decir que esto se debe a que el país ha vivido largos ciclos autoritarios, en mi caso prefiero decir que hemos vivido diversos ciclos autoritarios pero particularmente el ciclo que se abrió en 1994 se cerró en 2004 cuando triunfa definitivamente una visión de la política basada en la gobernanza y donde se hace lo que digan los técnicos porque ellos son los que saben, lo que a su vez produce una subjetividad ciudadana sumisa al poder”.
De acuerdo con Muñiz, esa visión, al ser compartida por los principales actores políticos y sociales, ha llevado al dicho de que el que gana es el que goza y con ello a la renuncia del rol opositor. “Por lo tanto la política parecería que ocurre solo durante los momentos electorales, entre elecciones y elecciones no hay política sino gestión, la ciudadanía entonces lo que tiene que hacer es justamente consumir y ser feliz si puede”.
Para el investigador el trasfondo de esto es similar a lo que sucede en los países de la región, una sociedad de privilegios asentada en una concepción de la democracia que se reduce a la obediencia a la ley, lo que a su juicio implica precisamente desigualdad en la aplicación de la ley.
En ese sentido, Anselmo Muñiz entiende que el ciclo autoritario que vive la sociedad dominicana no tiene una salida inmediata tomando en cuenta la ausencia de proyectos políticos que entiendan la democracia en función de las demandas de la ciudadanía. Expresa que las experiencias de los tres panelistas aunque distintas tienen en común que parten de la función ciudadana de vigilancia y control y de la función política de hacer contrapeso al poder.
Aunque describe un panorama en el que la democracia a nivel mundial se encuentra de retirada, y donde el discurso liberal ha perdido la capacidad de dar respuesta política a los conflictos sociales, Muñiz insiste en ver esto como una oportunidad para reinventar los discursos y las realidades políticas asumiendo nuevas formas de pensar la sociedad, sobre todo formas que le den respuesta al gran tema de la democracia en el mundo de hoy que es la justicia entendida como el fin de los privilegios.
“Ese es el motivo por el cual hemos invitado a los tres panelistas”, remarca el investigador al referirse a las similitudes y diferencias entre las experiencias suramericanas y la dominicana, Muñiz considera que las primeras son pocas debido a que quizás en las izquierdas del país caribeño los espectros del sectarismo y el esencialismo estén más arraigados. En cuanto a las segundas estima que la izquierda dominicana se ha rehusado a desarrollar un discurso político apropiado a las condiciones de la sociedad contemporánea. “Se sigue analizando la sociedad con categorías de otras épocas y desarrolladas para otros contextos”.
Agrega que la renovación política pasa por discutir seriamente la constitución del vínculo ciudadano. “Las experiencias que hemos conocido han encontrado en este punto nuevas energías para plantear el proyecto de justicia social y equidad que siempre han animado las sensibilidades de las izquierdas”.
Pero quizás lo que más haya impresionado a nuestros panelistas invitados, según relata Anselmo Muñiz, es el conservadurismo que impera entre los actores que supuestamente defienden la democracia, no solo en cuanto a las demandas que se plantean, sino en la persistencia de regular la lucha política y someterla a los términos definidos por un gobierno autoritario y mafioso.
http://nuestrotiempo.com.do/2019/01/las-izquierdas-de-rd-en-los-espejos-de-tres-paises-suramericanos/
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