"Un viaje de mil millas inicia con un primer paso”. Esta frase con la que mi padre inició su gestión al frente del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el día 17 de agosto del año 2020, me retumbó en la cabeza hace justamente un año, cuando, en medio de aquella escena surreal donde velábamos en la funeraria a uno de los dominicanos más nobles y comprometidos con su país, un amigo cercano, al darme sus condolencias, me dijo: “yo quisiera que a mi padre lo recordaran como están recordando al tuyo”.
Recuerdo que sentí como si hubo una pausa en la funeraria. Por un momento, la larga fila de familiares, allegados y ciudadanos que nos acompañaba, pareció frizarse. Nunca imaginé que las palabras de aquel amigo, rodaran en mi memoria una especie de película con el viaje de mil millas de Orlando Jorge Mera, y sobre todo, saber, que su fin último en esta tierra, era, precisamente, ser recordado y honrado, principalmente, cuando no estuviese físicamente entre nosotros.
El día de ayer, El Presidente Luis Abinader, concedió una condecoración póstuma a mi padre. Siendo esta la segunda ocasión en la que un miembro de esta familia es condecorado con la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella, la principal distinción concedida por el Gobierno de la República Dominicana.
Mientras participó del poder político, como hijo de un Presidente, como funcionario, y como político, nunca se despojó de los valores que lo adornaban: la resiliencia, la paciencia, prudencia, sabiduría, discreción, la capacidad de discernimiento entre lo bueno y lo malo, la ternura, la sencillez, la nobleza y la humildad de un ser humano especial. Siempre se hacia eco de aquella memorable frase que mi abuelo el Dr. Salvador Jorge Blanco, nos inculcó: “El poder es como una sombra que pasa”.
Hoy, recordamos a Orlando el padre, el esposo, el hermano, el tío, el amigo, el estudiante, el dirigente político, el abogado, el maestro, el apicultor, el funcionario público, el atleta, el escritor, el productor y conductor de televisión, el defensor del medioambiente y los recursos naturales. En este último aspecto, su compromiso era tan alto, que materializó una frase que también siempre predicó de nuestro Presidente: “yo tengo amigos, pero no cómplices”.
El más alto honor de su vida, fue servir a la República Dominicana. Un trabajo al que se entregó en cuerpo y alma y al que le regaló los mejores años de su vida, un trabajo que rindió frutos. Ayer, hoy y siempre, honraremos su memoria y su legado.
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Por: Orlando Jorge Villegas
ojorge@jvmediagroup.com
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