miércoles, 10 de noviembre de 2021

Palabras de Eduardo Sanz Lovatón, director general de Aduanas al recibir el tercer grupo de jóvenes pasantes en la DGA

 YAYO SANZ EN LA TERCERA PASANTÍA DE ADUANAS

Muy buenos días a nuestros queridísimos pasantes...

Yo fui pasante hace muchos años y tengo que admitir que en medio del ajetreo y de los retos constantes, el servicio público nos presenta todos los días, y en especial en esta Dirección General de Aduanas.

No se me ocurre una actividad que me llene más de regocijo y de esperanza que verlos a ustedes aquí hoy.

Sería imposible para mi conocer los caminos del Señor que los han traído aquí y que le permite a ustedes comenzar hoy esta travesía de esta jornada de relacionarse con el mundo laboral en una institución pública.

Yo sí les puedo decir lo siguiente, ustedes están en la etapa de su vida más determinante. Lo que ustedes serán por el reto de sus días comienza en esa edad donde ustedes están.

Y yo se lo digo a mis hijos. Tengo un hijo mayor que está más o menos cercano a la edad de ustedes.

Le digo siempre, mira, tú estás en la etapa de la vida que las decisiones se toman más rápido y son las que más pesan.

Ya cuando uno está llegando a la mediana edad, como estamos algunos de los que estamos aquí, las decisiones se toman más lentas, pero ya tienen menos  consecuencias. Consecuencias tienen en esa etapa en la que ustedes están.

Hay muchas maneras de asumir los inicios. De muchas formas.

Yo leí hace muchos años un pasaje de Gabriela Mistral, poeta chilena y premio nobel de literatura, que decía:

"La vida se puede vivir de muchas formas, pero no se puede vivir de cualquier forma. Hay que elegir la manera de vivir.

Aquí ustedes tienen las puertas abierta en una institución que le puede dar experiencia en el comercio internacional. Le puede dar experiencia en el área jurídica en el área logística, en el área de servicios generales, en el área de tecnología y en muchas otras áreas.

Yo siempre digo que una de las personas más cercana a mí en esta administración se acercó a mí por la manera de brindar un café.

También tengo otra gran amiga, que juega un papel determinante en esta institución, porque yo sé que le importa darle servicio a la gente.

A veces las cosas más pequeñas son las que más trascienden. 

A veces hasta cómo amarrarse los cordones de unos zapatos. Con la calma y la pulcritud que usted lo haga, habla de usted y habla de lo que usted puede ser en la vida.

Y siempre hay alguien que nos está mirando. Hay gente que cree que las cosas pasan desapercibidas.

Primero, para los que somos creyentes, sabemos que hay una persona ahí arriba que siempre nos está mirando. Pero también aquí en la tierra siempre hay alguien que nos está mirando también. 

Y nos vamos a equivocar muchas veces, nos vamos a equivocar más veces que las que vamos a acertar, pero el que persiste termina teniendo éxito.

Les doy la bienvenida desde lo más profundo de mi corazón.

Los invito a participar, a criticar a hacer la diferencia.

Una de mis figuras históricas más importantes, que yo siempre releo, es Robert Kennedy, el hermano de John F. Kennedy, que fue senador y lo mataron también y no pudo desarrollar una carrera por la presidencia.

En uno de sus discursos más famosos, que es un discurso a la juventud, y yo hago el compromiso hoy de regalarle un ejemplar de un librito pequeñito, de los discursos de Robert, que luego lo hicieron un libro. Es un discurso a la juventud, en ese momento de África, que lo hizo en una visita que giraron unos senadores de EEUU al continente africano.

Hay un pasaje del discurso que dice: "Hay dos tipos de seres humanos en el mundo. Aquellos que ven el mundo y se preguntan porqué, lamentándose. Y hay otros, que vemos el mundo, y me voy a incluir entre estos, que soñamos cómo pudiera ser y nos preguntamos porqué no.

Los de ese segundo grupo, no necesariamente vamos a tener éxito, pero definitivamente nos vamos a divertir mucho y vamos a vivir con mayor plenitud.

Ninguno de ustedes va a cambiar el mundo por sí solo. Quizá no cambien ni su familia. Es más, quizá no se cambien ni ustedes.

Pero cada esfuerzo que hacemos, por progresar como personas y progresar como grupo, es como una priedrecita que una tira en un río, eso es de ese discurso también. No sé los que recuerdan los que se han bañado en río o en un estanque de agua templada, que cuando tu tiras la piedra en el agua se genera una onda expansiva. Cada piedra es una onda expansiva. Si tiramos muchas piedras la onda expansiva es mayor. Y si tiráramos suficientes piedras terminaríamos cambiando el curso.

Esa es la oportunidad que nosotros en la Dirección General de Aduanas le ofrecemos a ustedes.

Ojalá todos las pudieran aprovechar, las estadísticas dicen que no todos la van a aprovechar, pero yo hoy me siento muy feliz, porque entre ustedes quizá hay dos o tres personas para los que este día no se les va a olvidar nunca. Y esos dos o tres que están viéndome ahora mismo, este momento les cambiará su vida y eso me hace sentir que levantarme hoy de mi cama valió la pena.

A esos dos o tres y a todos los que estamos aquí, sean hombre y mujeres de bien y Dios los bendiga, muchas gracias.

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