Mano dura de Joe Biden con Xi Jinping
El presidente de EEUU y el líder chino hablan por teléfono por primera vez desde que el demócrata juró su cargo. El mandatario norteamericano le transmite su "preocupación" por los abusos contra los derechos humanos y la coacción a Taiwan
A ambos lados del teléfono, las voces sonaban familiares. Es lo que sucede cuando las dos personas que hablan se conocen bien. Lo que trasciende de esa conversación, en cambio, varía según uno prefiera fiarse más en lo que dicen desde Washington o desde Pekín. Según la Casa Blanca, lo importante es que Joe Biden se ha puesto serio y ha recriminado a Xi Jinping todas sus políticas represivas. Desde el otro lado, en un tono más sosegado, la conclusión es que Joe Biden se ha comprometido con Xi Jinping en impulsar las relaciones bilaterales en una dirección más positiva. Para China, el resto de asunto polémicos, son secundarios.
Lo que para el presidente de Estados Unidos son "abusos de los derechos humanos en la provincia de Xinjiang contra la minoría uigur, represión en Hong Kong y coacción a Taiwan", para el presidente de China se trata de "puntos de vista diferentes sobre ciertos temas". Lo curioso es que estas son declaraciones recogidas en dos comunicados de una misma conversación. La primera economía mundial quiere lanzar el mensaje de que la línea dura con el país rival va a continuar con el nuevo presidente. La segunda economía mundial aparenta más prudencia, pero pronto usará a otro portavoz para insinuar que el coronavirus se creó en un laboratorio militar en Estados Unidos. Así está funcionando la partida geopolítica en lo que llevamos de 2021.
Los líderes de las dos potencias hablaron este jueves por primera vez desde que Joe Biden juró su cargo como 46º presidente de Estados Unidos. La llamada se hizo desde Washington. Mandar una felicitación por el Año Nuevo chino que comienza este viernes fue la mejor excusa para descolgar el teléfono.
"Hablé con el presidente Xi para ofrecer buenos deseos al pueblo chino por el Año Nuevo Lunar. También compartí preocupaciones sobre las prácticas económicas de Pekín, los abusos de los derechos humanos y la coacción de Taiwan. Le dije que trabajaría con China cuando beneficie al pueblo estadounidense", escribió Biden en Twitter.
Las relaciones entre los líderes parten con una ventaja. O desventaja, según desde que lado se mire. Ambos se conocen bien de sus etapas como vicepresidentes. La primera vez que se vieron las caras fue en un viaje de Biden a China en 2011. Entonces, en medio de una crisis económica mundial, el estadounidense compartió una cena privada con Xi en la ciudad de Chengdú.
Las discusiones que tuvieron se centraron en el compromiso de Washington para garantizar a su mayor acreedor que sus inversiones en la deuda pública norteamericana estaban aseguradas. Pero la prensa de ambos países destacó la buena sintonía entre ellos. Hubo muchas disputas durante la Administración Obama, pero Biden y Xi mantuvieron una buena relación. Para el primero, su colega era un líder "pragmático y fuerte". Unas palabras que parece que quedaron muy atrás cuando el demócrata, en sus últimas referencias a Xi durante la campaña electoral, lo definió como un "matón".
La llamada entre los presidentes se produjo pocas horas después de que el estadounidense anunciara que había creado en el Pentágono un grupo específico de 15 personas que revisarán la estrategia militar y de seguridad nacional de Estados Unidos en China. También, antes de la conversación, un alto funcionario del departamento de Estado de EEUU se reunió con un representante de Taiwan, la isla con un Gobierno elegido democráticamente pero que para China sigue siendo una más de sus provincias. Por ello, durante la conversación telefónica, Xi habría dicho que los asuntos que atañen a Taiwan (al igual que Hong Kong y Xinjiang) son "cuestiones internas relacionadas con la soberanía y la integridad territorial de China".
Respecto a la isla, hace un par de semanas, Wu Qian, portavoz del Ministerio de Defensa chino, advirtió que la "independencia de Taiwan significa la guerra". Su declaración llegó pocos días después de que 13 cazas chinos sobrevolaran la llamada Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) de Taiwan, que desplegó sus sistemas antimisiles. Justo después, la Administración Biden prometió apoyar al Gobierno democrático de Taipei. "Instamos a Pekín a que cese su presión militar, diplomática y económica", dijo Ned Price, portavoz del departamento de Estado de Estados Unidos.
Además, Price aseguró que Washington sigue comprometido con el autogobierno de la isla. Esa era la principal preocupación de Taiwan después del fuerte apoyo que recibieron de la saliente administración Trump. Pero Biden mostró pronto su compromiso. En su investidura, una de las personas invitadas fue Hsiao Bi-khim, la representante de Taiwan en Estados Unidos. Era la primera vez desde 1979 que un enviado de la nación asiática asistía a Washington a una toma de posesión.
LOS FRENTES DE LA RIVALIDAD
Joe Biden ha llegado a la Casa Blanca heredando una nueva Guerra Fría con China en demasiados frentes y en medio de una crisis global en la que su mayor rival está en pleno ascenso: China es la única gran economía que creció en 2020, tiene controlada la pandemia, firmó el mayor acuerdo comercial del mundo con 15 países asiáticos y otro de inversión con la Unión Europea.
Hay incluso muchas voces de analistas que aseguran que, debido a la pandemia, la economía de China superará a la estadounidense antes de 2028. Las cifras positivas se han puesto estos meses del lado de Pekín mientras sacaba músculo ante acontecimientos como el asalto al Capitolio. Mientras en Washington se peleaban unos y otros, Pekín presumía de estabilidad.
Biden va a tener que lidiar con todos los frentes abiertos que tiene con un país con el que ni siquiera se pone de acuerdo para condenar un golpe de Estado como el que hubo el 1 de febrero en Birmania. Mientras Pekín calificaba la toma de poder del Ejército birmano como "una importante reorganización del Gabinete", para Washington se trataba de un golpe militar que había "puesto fin una década de democracia" y Biden advirtió que su administración volvería a imponer sanciones al país asiático.
Lo que se ha visto estas semanas por parte de la Administración Biden es que no va a ser tan "blanda" como decía Trump respecto a la política con China. El nuevo secretario de Estado, Anthony Blinken, comparte el término "genocidio" para describir la represión de China contra la minoría uigur en Xinjiang. En otro de los frentes, Japón, el propio Biden, en una llamada el 28 de enero con el primer ministro, Yoshihide Suga, se comprometió en "defender" las Islas Senkaku, controladas por Japón, pero que Pekín reclama como suyas.
https://www.elmundo.es/internacional/2021/02/11/60254f0afc6c83c8028b468b.html
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