Indestructible, la hermandad de nuestros pueblos: Castro
El Universal – Hace 6 horas
Francisco Reséndiz, enviado
MÉRIDA, Yuc., noviembre 7 (EL UNIVERSAL).- El día en que Raúl Castro visitó México, amaneció lloviendo. Trajo con él sus recuerdos, a la Revolución Cubana, a Tuxpan y el yate Granma, al general Lázaro Cárdenas y la lucha contra el imperialismo, a su cariño por México.
Entró al Palacio de Gobierno de Yucatán a bordo de un auto Audi, de lujo, y al descender con esos recuerdos, los de un hombre de 84 años, se fundió en un doble abrazo con el presidente Enrique Peña Nieto, como pasó en Santiago a principios de 2013, y en La Habana en 2014. Fue una recepción para un hombre de Estado.
En punto de las 11:00 horas, un convoy entra a un centro histórico tomado por el Estado Mayor Presidencial. De la camioneta central desciende el presidente Peña, y muy cerca de él, sólo a unos pasos, Aurelio Nuño, secretario de Educación.
Dentro ya esperan los titulares de Gobernación, Miguel Ángel Osorio; de Economía, Ildefonso Guajardo; de Agricultura, José Calzada, y de Turismo, Enrique de la Madrid. Se encuentran, se saludan con el mandatario, un minuto después llega la canciller Claudia Ruiz Massieu.
Cuando Raúl llegó al Palacio de Gobierno, la blanca ciudad meridiana estaba amurallada por el Ejército y el Estado Mayor Presidencial.
Se entonaron los himnos nacionales y se presentaron las comitivas. A cada secretario de Estado, Castro ofreció unas palabras, igual Peña a los ministros cubanos. Pasaron revista a la guardia de honor.
Se tomaron la fotografía oficial. Trabajaron en privado en el despacho del gobernador y luego en el Salón de los Retratos, donde están los óleos de todos los gobernadores de Yucatán. De ahí se fueron al Salón de la Historia, cubierto por murales.
Y ahí, Castro reconocería en Peña al hombre que relanzó la relación entre las dos naciones: “Que viva siempre la indestructible hermandad entre los pueblos de Cuba y México”, diría al cerrar su discurso.
Peña habló del amor de México por Cuba, pero los recuerdos fueron de Raúl. Dijo que en esta ciudad meridiana resulta fácil distinguir si se está en México o en La Habana; recordó a José Martí, a José María Heredia, al comunista Julio Antonio Mella.
“En 1955, Fidel Castro y otros jóvenes recibimos asilo y abrigo por parte de muchos mexicanos; y a bordo del yate Granma zarpamos de Tuxpan, Veracruz, el 25 de noviembre de 1956, para continuar la lucha por la independencia y la libertad definitiva de nuestra patria”, dijo.
Recordó que el general Cárdenas visitó Cuba después del triunfo de la Revolución, y que México fue el único país latinoamericano que no rompió relaciones con la isla; llegó a la incorporación de Cuba a la Cumbre de las Américas y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con EU.
“Y el reciente reclamo, prácticamente unánime en la Asamblea General de Naciones Unidas, del cese del injusto, ilegal e inmoral bloqueo impuesto a nuestro país, son, también, victorias de la solidaridad mundial y especialmente latinoamericana y caribeña, en la que México ha desempeñado un papel destacado”.
Comerán en la Quinta Montes Molina, sobre el Paseo Montejo. Una finca que a principios del Siglo XX perteneció a quien en ese momento era el hombre más rico del mundo, un empresario del henequén.
Ahí se ven mezclados César Camacho y Porfirio Muñoz Ledo, Jorge Carlos Ramírez Marín, Mariana Gómez del Campo y líderes empresariales, periodistas. Conviven con los secretarios de Estado.
Peña y Castro descienden por unas largas escaleras, los acompañan los presidentes de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano; del Senado, Roberto Gil, y de la Corte, Luis María Aguilar. La comitiva cubana se mezcló con los mexicanos.
Banderas de ambos países penden de una columnata, empapadas por la lluvia. El presidente Peña hace un brindis por el presidente Castro.
Recuerda que en México nació la Revolución Cubana y que desde entonces “la dignidad y el orgullo de ser una nación capaz de forjar su propio destino”. Narra el paso por México de un grupo de hombres encabezados por Fidel y Raúl.
Fue el turno de Castro. Bromeo: “No voy a pronunciar un discurso tan largo como el del presidente Peña Nieto, porque comparándolo con los discursos de Fidel Castro, no tiene, bueno, tiene un récord, incluso en la ONU, de más de cuatro horas.
Conforme pasaron las horas, el intenso sol yucateco evaporó el agua y poco a poco aparecieron los recuerdos del hombre fuerte de Cuba, aún a sus casi 85 años.
https://es-us.noticias.yahoo.com/indestructible-hermandad-pueblos-castro-060000667.html
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