Animales: ¿ciudadanos como los demás?

En los exámenes de lengua francesa del final de bachillerato en Francia (baccalauréat) de 2018 se invitó a los candidatos a defender la necesidad de contar con una declaración de los derechos de los animales. Así, la cuestión animal, tras haber entrado en las facultades de Derecho y en los tribunales (véase la pág. 28), se ha introducido en los institutos. Los seres humanos siempre han mantenido relaciones ambiguas con los animales, tal y como lo ilustran los juicios a cerdos en la Edad Media (véanse las págs. 24-25) o la fascinación por el gato, unas veces sacralizado y otras satanizado (véanse las págs. 26-27). La superioridad humana sobre las demás criaturas, admitida unánimemente durante siglos, se ve cuestionada en la actualidad (véanse las págs. 26-27) y va ganando terreno el rechazo a matar para alimentarse, lo que no desagrada a las multinacionales cárnicas (véase la página 23)…

julio de 2018

Entre el descubrimiento de las sorprendentes capacidades de los bonobos –que solucionan los conflictos copulando– y la luz arrojada sobre el sufrimiento del ganado, nuestra percepción de los animales se ha ido modificando desde hace algunos años. Y la cuestión animal ha adquirido una importancia inesperada. Los debates que surgen de ella, a menudo intensos, no deberían reducirse a su caricatura: los malos carnívoros arrogantes contra los dulces vegetarianos empáticos o, al revés, los sensatos comedores de carne contra el sectarismo de los devoradores de zanahorias. El planteamiento que se desprende de ello es importante en realidad: ¿cuál es la parte animal del hombre?, ¿cuál es la mejor forma de convivir?, ¿les debemos algo a los demás seres vivos? Por último, queda por saber si esta acogida de la alteridad, nutrida de emoción, puede contribuir al progreso social.

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