viernes, 24 de junio de 2022

La reinvención de las cadenas de producción - Por problemas de suministro, existe una compleja reestructuración de proveedores alrededor del mundo

La reinvención de las cadenas de producción

- Por problemas de suministro, existe una compleja reestructuración de proveedores alrededor del mundo

23 de junio de 2022 The Economist


Se analizan las ventajas de contratar a proveedores más cercanos

Getty - Future Publishing

ace tres años The Economist usó el término “slowbalisation” (lentabalización) para describir el frágil estado del intercambio del comercio internacional. Luego de las aceleradas décadas de los 90 y el 2000 el ritmo de integración económica se estancó en la década del 2010, al enfrentar las firmas los shocks posteriores a una crisis financiera, una rebelión populista contra la apertura de fronteras y la guerra comercial del presidente Donald Trump. El flujo de bienes y capitales se estancó. Muchos patrones pospusieron la toma de grandes decisiones de inversión en el extranjero: el justo a tiempo cedió su lugar al esperar y ver. Nadie sabía si la globalización se enfrentaba a un hipo o a su extinción.

Ahora se acabó la espera, ya que la pandemia y la guerra en Ucrania han provocado una reimaginación del capitalismo global en los directorios y gobiernos, de esas que se dan una vez en una generación. Por donde uno mire las cadenas de producción están siendo transformadas, desde los US$9 billones en inventarios, acumulados como reaseguro contra las faltantes y la inflación, hasta la disputa de mano de obra al mudarse firmas globales de China a Vietnam.

Este nuevo tipo de globalización tiene que ver con la seguridad, no la eficiencia: prioriza hacer negocios con gente en la que se pueda confiar en países con los que el gobierno del propio país se muestra amigable. Podría caerse en el proteccionismo, la expansión del Estado y mayor inflación. Alternativamente, si las firmas y los políticos se muestran cuidadosos, la economía mundial podría cambiar para mejor, manteniendo los beneficios de la apertura y mejorando al mismo tiempo la resiliencia.

Después de la caída del muro de Berlín en 1989 la clave de la globalización fue eficiencia. Las compañías ubicaron la producción donde fuera más bajo el costo, mientras que los inversores desplegaron su capital donde más elevadas fueran las ganancias. Los gobiernos aspiraban a tratar a las firmas con igualdad, sin tener en cuenta su nacionalidad y a hacer acuerdos comerciales con democracias y autocracias por igual. A lo largo de dos décadas esto dio nacimiento a cadenas de valor impactantemente sofisticadas que representan la mitad del comercio total: su auto y su teléfono contienen componentes que han viajado más que Phileas Fogg. Todo esto bajó los precios para los consumidores y ayudó a sacar a 1000 millones de personas de la pobreza extrema al industrializarse el mundo emergente, incluyendo China.

La búsqueda exclusiva de ventajas de costo ha llevado a la dependencia de autocracias que abusan de los derechos humanos y el comercio como medio de coerción

Pero la globalización híper eficiente también tenía problemas. Flujos volátiles de capitales desestabilizaron los mercados financieros. Muchos trabajadores industriales en los países ricos salieron perdiendo. Recientemente hay otras preocupaciones que han adquirido gran peso. Primero algunas cadenas de producción ajustadas no representan tan buen valor como parecía: mayormente mantienen bajos los costos pero cuando se rompen la cuenta puede ser muy cara. Los cuellos de botella actuales han reducido el PBI global al menos en un 1%.

Este nuevo tipo de globalización tiene que ver con la seguridad, no la eficiencia: prioriza hacer negocios con gente en la que se pueda confiar en países con los que el gobierno del propio país se muestra amigable. Podría caerse en el proteccionismo, la expansión del Estado y mayor inflación. Alternativamente, si las firmas y los políticos se muestran cuidadosos, la economía mundial podría cambiar para mejor, manteniendo los beneficios de la apertura y mejorando al mismo tiempo la resiliencia.

Después de la caída del muro de Berlín en 1989 la clave de la globalización fue eficiencia. Las compañías ubicaron la producción donde fuera más bajo el costo, mientras que los inversores desplegaron su capital donde más elevadas fueran las ganancias. Los gobiernos aspiraban a tratar a las firmas con igualdad, sin tener en cuenta su nacionalidad y a hacer acuerdos comerciales con democracias y autocracias por igual. A lo largo de dos décadas esto dio nacimiento a cadenas de valor impactantemente sofisticadas que representan la mitad del comercio total: su auto y su teléfono contienen componentes que han viajado más que Phileas Fogg. Todo esto bajó los precios para los consumidores y ayudó a sacar a 1000 millones de personas de la pobreza extrema al industrializarse el mundo emergente, incluyendo China.

La búsqueda exclusiva de ventajas de costo ha llevado a la dependencia de autocracias que abusan de los derechos humanos y el comercio como medio de coerción

Pero la globalización híper eficiente también tenía problemas. Flujos volátiles de capitales desestabilizaron los mercados financieros. Muchos trabajadores industriales en los países ricos salieron perdiendo. Recientemente hay otras preocupaciones que han adquirido gran peso. Primero algunas cadenas de producción ajustadas no representan tan buen valor como parecía: mayormente mantienen bajos los costos pero cuando se rompen la cuenta puede ser muy cara. Los cuellos de botella actuales han reducido el PBI global al menos en un 1%.

Los accionistas se han visto afectados tanto como los consumidores: al darse escasez de chips de computación que traban la producción de automóviles, los flujos de efectivo de los fabricantes han caído 80% año contra año. Tim Cook, el gurú de las cadenas de producción que conduce Apple, calcula que estos problemas podrían reducir las ventas hasta US$8000 millones, o un 10%, este trimestre. El covid-19 fue un shock, pero guerras, eventos climáticos extremos u otro virus podrían fácilmente afectar gravemente las cadenas de producción en la década por delante.

El segundo problema es que la búsqueda exclusiva de ventajas de costo ha llevado a la dependencia de autocracias que abusan de los derechos humanos y el comercio como medio de coerción. Las esperanzas de que la integración económica llevaría a la reforma -lo que los alemanes llaman “cambio a través del comercio”- se han visto completamente frustradas: las autocracias aportan un tercio del PBI mundial.

La invasión de Ucrania por Vladimir Putin ha dejado dolorosamente a la vista la dependencia de Europa de la energía rusa. Hace unos días McDonald’s en Moscú, que abrió sus puertas en 1990, reinició sus actividades bajo control local. El Big Mac ya no figura en el menú. Mientras tanto, la China ideológica e impredecible del presidente Xi Jinping, tiene una huella comercial siete veces mayor a la de Rusia, y el mundo depende de ella por una variedad de bienes, desde principios activos farmacéuticos hasta el litio procesado que se utiliza en las baterías.

Cierre de McDonald's en Rusia
Cierre de McDonald's en Rusia- - AFP

Un indicador de que las compañías están pasando de la eficiencia a la resiliencia es el enorme crecimiento de los inventarios precautorios: en las 3000 firmas más grandes a nivel global estos inventarios pasaron del 6% al 9% del PBI mundial desde 2016. Muchas firmas están adoptando las fuentes dobles de producción y contratos a más largo plazo. El patrón de la inversión multinacional se ha invertido: el 69% es de subsidiarias locales que reinvierten localmente, en vez de firmas madres que envían capitales a través de las fronteras.

En la década de 1930, las firmas globales respondieron al nacionalismo haciendo más autosuficientes las subsidiarias en el extranjero. Las industrias bajo la mayor presión ya están reinventando su modelo de negocios, alentados por gobiernos que, desde Europa hasta la India, promueven la “autonomía estratégica”. La industria automotriz esta copiando a la Tesla de Elon Musk avanzando hacia la integración vertical, en la que cada empresa controla todo desde la minería del níquel hasta el diseño de los chips. Las montadoras electrónicas de Taiwán han reducido su proporción de activos en China del 50% al 35% desde 2017 al demandar clientes como Apple la diversificación.

En energía, occidente está buscando acuerdos de provisión de largo plazo de aliados en vez de depender de los mercados al contado dominados por rivales: es una de las razones por las que ha estado fortaleciendo las relaciones con Qatar que tiene gran riqueza de gas. Las fuentes renovables también harán que los mercados energéticos se vuelvan más regionales.

El peligro es que la búsqueda razonable de la seguridad se metamorfosee en un proteccionismo rampante, planes para promover el empleo y cientos de miles de millones de dólares de subsidios industriales. El efecto de corto plazo de esto sería más volatilidad y fragmentación que haría subir aún más los precios: esta por caso la consideración del presidente Joe Biden de la imposición de nuevos aranceles sobre paneles solares, que puso en pausa este mes frente a faltantes. La ineficiencia de largo plazo que produciría una réplica indiscriminada de cadenas de producción sería enorme. Si uno fuera a duplicar un cuarto de la actividad multinacional total, los costos operativos y financieros anuales extra involucrados podrían exceder el 2% del PBI mundial.

Resiliencia y diversificación

Por eso la cautela es crucial. Los gobiernos y las firmas deben recordar que la resiliencia resulta de la diversificación, no de la concentración en el propio país. Los cuellos de botella que controlan las autocracias representan sólo alrededor de un décimo del comercio global, basado en su sus exportaciones de bienes en las que tienen una participación de mercado de más del 10% y para los que es difícil encontrar sustitutos. La respuesta es requerir a las firmas que diversifiquen sus proveedores en estas áreas y dejar que el mercado se adapte. ¿Estarán los gobiernos actuales a la altura de esta tarea? Abundan la miopía y la insularidad. Pero si usted es consumidor de bienes e ideas globales -es decir, un ciudadano del mundo- debiera centrar sus esperanzas en que la próxima fase de la globalización involucre el grado máximo posible de apertura. Un nuevo equilibrio entre eficiencia y seguridad es una meta razonable. Vivir en un búnker subsidiado no lo es.

The Economist

https://www.lanacion.com.ar/economia/comercio-exterior/la-reinvencion-de-las-cadenas-de-produccion-nid23062022/ 



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