sábado, 26 de diciembre de 2020

 

Elecciones en EEUU y el agotamiento de partidos Demócrata y Republicano

La mayor participación de los electores y la elevada conflictividad política manifiestas en el reciente proceso comicial de EEUU, afloran una renovada presencia de reivindicaciones, anhelos e ideas que desafian y exponen a los partidos Republicano y Demócrata al riesgo de verse sumergidos en una acelerada decadencia, ante la imposibilidad de generar cambios que satisfagan las exigencias populares.

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Bastaría con señalar que el interés mostrado por el pueblo estadounidense en las recientes elecciones rompió con su tradicional apatía frente a los comicios presidenciales, que en buena lid tenían y aún tienen como causas, por un lado, conformidad; y por otro, la carencia de posturas y propuestas políticas orientadas a mover estructuralmente un sistema caracterizado por la desigualdad social.

Pero a diferencia de comicios pasados, en el reciente hubo diatribas y manifestaciones mediáticas y sociales en las cuales se asomaron reivindicaciones e ideas más exigentes en cuanto a modificar las rígidas políticas de Estado, confeccionadas y determinadas por una plutocracia que gobierna, a tras tiendas, ese país.

En otras palabras, la población mostró mayor interés político y salió a votar para exclamar su malestar y apostar, aunque sea, por tibias iniciativas que estimulen cambios culturales y de estructuras, que reduzcan la discriminación, las desigualdades sociales y los daños ambientales.

“Biden ha ganado porque le ha votado más gente y ha captado un voto transversal, más allá del análisis de lo que ha supuesto Trump para la política estadounidense, un populista, nacionalista, aislacionista y con un gran ramalazo xenófobo”, resume para la RTVE la directora de Política Exterior, Áurea Moltó. Y estos más de cuatro millones de votos de diferencia que se han traducido en 350 votos electorales no se entienden sin el papel de las minorías.

Sirva como diagnóstico de esta realidad el testimonio del economista y Premio Nobel estadounidense, Joseph Stiglitz, presidente el centro de estudios Initiative for Policy Dialogue en la Universidad de Columbia, quien analizó el impacto de la administración del actual presidente Donald Trump tanto a nivel local como internacional.

El economista afirma que “Trump agrandó las diferencias sociales al reducir los impuestos. Estamos en una situación en la que una minoría maneja a los políticos y no reconoce a las mayorías. El resultado de esto es una distorsión de la democracia”, opinó Stiglitz, quien presidió el Consejo de Asesores Económicos durante la presidencia del demócrata Bill Clinton (1993-2001).

Y aún cuando en muchos de los casos las ofertas hechas lemas electorales no hacen más que redundar promesas y slogan ya socorridos en comicios presidenciales pasados, algunos hechos concretos como la presencia de grupos armados enarbolando posturas políticas, protestas por mejoras salariales, contra la discriminación racial, la desigualdad social, la política de inmigración, salud, la contaminación ambiental, el desempleo, revelan grados de madurez política que los partidos Demócrata y Republicano tienen dificultades para canalizar.

La mayor participación en las elecciones precedidas por protestas sociales más declaradas y politizadas, se muestran entonces como preámbulos de conflictos de intereses políticos mayores, de acentuados deslindes en cuanto a posturas ideológicas, que abren grietas en ambos partidos, más en el Demócrata, lo cual se manifiesta en las más acentuadas posturas de izquierda de Bernie Sanders y de otras nuevas figuras políticas progresistas. El ataque de Trump llamando “Socialista” a un Biden que propuso una oferta menos derechosa, diferencia posiciones que polarizan más el predio político y de allí el mayor interés por votar.

“El voto afroamericano ha sido muy crucial y ha marcado una importante ventaja para Biden, pero, sobre todo, su victoria se debe a la alta participación electoral”, señala el profesor de la American University Ernesto Castañeda.

Estamos, pues, prontos a presenciar exigencias más politizadas de cambios sociales, que desafiarán la conducta conservadora de ambos partidos, como fórmulas de atención a las aspiraciones de justicia social del pueblo de EEUU. El asunto es que la imposibilidad de ambos organizaciones para atender las nuevas demandas sociales, avisora un escenario de nuevos actores con mayor participación y deseos de cambio, ahora acelerado por la pandemia.

La presión del pueblo hará crujir un sistema bipartidista que ya muestra signos de decadencia ante la creciente falta de respuesta a la pobreza y desigualdad social, que empuja a la población a reflexionar sobre cuáles son las causas del derrumbre del “Sueño americano”.

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