Editorial
Expresiones de pobreza
ACTUALIZADO 15.03.2019 - 7:53 pm
Analizar con raciocinio la sociedad dominicana es descubrir realidades sociales y económicas que reflejan que millones de personas sufren los efectos de la pobreza e indigencia. Evaluar las condiciones de vida de una población significativa permite establecer que una gran cantidad de dominicanos están atrapados en un ambiente deprimente, el cual se caracteriza por desempleo, hambre y carencia de lo necesario para vivir con dignidad.
Resultados de estudios e investigaciones recién efectuados, revelan que un millón de hombres y mujeres no tiene acceso al servicio eléctrico y que el 25 % no dispone de servicio de agua potable; esas son expresiones que desnudan las injusticias sociales que golpean a sectores y subsectores de las clases sociales vulnerables en el país.
Otras muestras de miseria se observan a orillas de ríos, cañadas y barrios marginados, en las cuales sobreviven núcleos familiares entre promiscuidad, hacinamiento e insalubridad; subyacen en un panorama inhumano.
Se suma a esta problemática la inflación, debido a que mucha gente no tiene capacidad de compra para adquirir lo indispensable, a fin de encarar las situaciones de precariedades que se les presentan en la cotidianidad.
Cada día se encarece más la canasta familiar, ya que el Gobierno ha incrementado los precios de los combustibles en niveles exorbitantes, medida que se traduce en el alza de las cotizaciones de alimentos y productos de consumo masivo.
También, los grupos pobres e indigentes son víctimas de delincuencia, violencia intrafamiliar, criminalidad y de los embates de fenómenos naturales, puesto que pueblan zonas desamparadas y abandonadas a su suerte.
Ahora se castiga a la clase media, con la aplicación de políticas impositivas irresistibles, hasta el punto que es afectada por un proceso involutivo, en vista de que se desplaza hacia la pobreza.
Esta crisis social y económica se deriva de un sistema político excluyente, debido a que reducidos segmentos de la sociedad acumulan muchas fortunas, mientras la inmensa mayoría apenas lograr “migajas” para subsistir entre penurias, angustias y vicisitudes.
Iniquidad y desigualdad social son indicadores de que el crecimiento económico que se ha registrado en el país, conforme a las estadísticas del Banco Central, no se ha reflejado en el bienestar colectivo.
Para reducir la pobreza es imprescindible redistribuir las riquezas y bienes que se producen en República Dominicana, pero debe basarse en la equidad y el equilibrio
Además, es vital mejorar el ingreso “percápita”, porque los recursos que perciben las familias no cubren ni el 50 % de los gastos diarios, por tanto, la vida se torna difícil.
Se precisa de un crecimiento sustentable de la economía y de programas de integración de la población a la producción, así como beneficiarla con el reparto justo y proporcionado del Presupuesto Nacional y el Producto Interno Bruto.
Aunar esfuerzos y voluntades de quienes controlan el poder, es un desafío que deben asumir con responsabilidad en procura de dignificar la existencia de los dominicanos, porque solo de modo se darán respuestas satisfactorias a las necesidades básicas de la población.
Habrá crecimiento económico cuando la vida sea saludable, y eso se concretiza con el desarrollo humano.
http://lainformacion.com.do/opinion/editorial
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ACTUALIZADO 15.03.2019 - 7:53 pm
Analizar con raciocinio la sociedad dominicana es descubrir realidades sociales y económicas que reflejan que millones de personas sufren los efectos de la pobreza e indigencia. Evaluar las condiciones de vida de una población significativa permite establecer que una gran cantidad de dominicanos están atrapados en un ambiente deprimente, el cual se caracteriza por desempleo, hambre y carencia de lo necesario para vivir con dignidad.
Resultados de estudios e investigaciones recién efectuados, revelan que un millón de hombres y mujeres no tiene acceso al servicio eléctrico y que el 25 % no dispone de servicio de agua potable; esas son expresiones que desnudan las injusticias sociales que golpean a sectores y subsectores de las clases sociales vulnerables en el país.
Otras muestras de miseria se observan a orillas de ríos, cañadas y barrios marginados, en las cuales sobreviven núcleos familiares entre promiscuidad, hacinamiento e insalubridad; subyacen en un panorama inhumano.
Se suma a esta problemática la inflación, debido a que mucha gente no tiene capacidad de compra para adquirir lo indispensable, a fin de encarar las situaciones de precariedades que se les presentan en la cotidianidad.
Cada día se encarece más la canasta familiar, ya que el Gobierno ha incrementado los precios de los combustibles en niveles exorbitantes, medida que se traduce en el alza de las cotizaciones de alimentos y productos de consumo masivo.
También, los grupos pobres e indigentes son víctimas de delincuencia, violencia intrafamiliar, criminalidad y de los embates de fenómenos naturales, puesto que pueblan zonas desamparadas y abandonadas a su suerte.
Ahora se castiga a la clase media, con la aplicación de políticas impositivas irresistibles, hasta el punto que es afectada por un proceso involutivo, en vista de que se desplaza hacia la pobreza.
Esta crisis social y económica se deriva de un sistema político excluyente, debido a que reducidos segmentos de la sociedad acumulan muchas fortunas, mientras la inmensa mayoría apenas lograr “migajas” para subsistir entre penurias, angustias y vicisitudes.
Iniquidad y desigualdad social son indicadores de que el crecimiento económico que se ha registrado en el país, conforme a las estadísticas del Banco Central, no se ha reflejado en el bienestar colectivo.
Para reducir la pobreza es imprescindible redistribuir las riquezas y bienes que se producen en República Dominicana, pero debe basarse en la equidad y el equilibrio
Además, es vital mejorar el ingreso “percápita”, porque los recursos que perciben las familias no cubren ni el 50 % de los gastos diarios, por tanto, la vida se torna difícil.
Se precisa de un crecimiento sustentable de la economía y de programas de integración de la población a la producción, así como beneficiarla con el reparto justo y proporcionado del Presupuesto Nacional y el Producto Interno Bruto.
Aunar esfuerzos y voluntades de quienes controlan el poder, es un desafío que deben asumir con responsabilidad en procura de dignificar la existencia de los dominicanos, porque solo de modo se darán respuestas satisfactorias a las necesidades básicas de la población.
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