Danilo en Punta Catalina. El precio de la improvisación
Como una flecha apache, certera y letal, la improvisación atraviesa el cuerpo de Catalina desde su epidermis hasta la tapa final. La improvisación y la impunidad podrían llevar al Gobierno de Medina hasta los salones de una corte internacional en Nueva York y a una inflación de 708 millones de dolares adicionales sobre nuestra escandalosa deuda – si gana Odebrecht-. Y seguiríamos tranquilos, como Danilo.
Una licitación temeraria.
La diferencia entre la licitación iniciada en enero del 2012 por la CDEEE (administración de Marranzini) y la convocada el 13 de mayo del 2013 (administración de Bichara) era que, en la primera, empresas privadas construirían las plantas generadoras eléctricas [de gas natural y de carbón] con su propio dinero y préstamos, mientras que en la segunda las dos plantas de Catalina serían de puro carbón mineral y se construirían – como en efecto está ocurriendo – con deudas por más de mil quinientos millones de dólares que tendrá que pagar el Estado dominicano.
Todavía no se sabe por qué Danilo Medina ordenó suspender, el 28 de septiembre del 2012, la licitación de Marranzini en la que la CDEEE no tomaría deudas, ni invertiría un centavo, solo compraría la energía.
Ahora bien, lo que no esperaba Danilo Medina en mayo del 2013, era que en el mes siguiente, en Georgetown University, Barack Obama anunciaría una iniciativa que iba a desencadenar repercusiones negativas extraordinarias sobre el proyecto Punta Catalina.
En la ocasion, el presidente Obama dio a conocer su Climate Action Plan que ponía fin a la financiación pública de los Estados Unidos para la construcción de plantas eléctricas basadas en carbón.
Menos de un mes después, el martes 11 de julio, el Banco Mundial anunciaba en Washington que tampoco financiaría nuevos proyectos basados en carbón.
La reacción mundial fue en cadena, y en julio del 2013 el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Europeo de Desarrollo se unieron a la veda financiera contra el carbón.
En septiembre del mismo año, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Islandia y Noruega firmaron una declaración junto a los Estados Unidos ratificando su apoyo al Plan Obama.
Por su lado, el 21 de noviembre del 2013, Gran Bretaña hizo pública su adhesión al plan de la Casa Blanca.
Quiere decir, pues, que la central de Punta Catalina fue lanzada por Danilo Medina en un ambiente financiero global con severas y crecientes restricciones para préstamos comprometidos con proyectos de carbón. Además, el Gobierno dominicano carecía de fondos propios para una inversión total que quedaría sin dudas entre 120 mil y 135 mil millones de pesos en tres años de construcción.
Sin embargo, sorprendentemente, Danilo Medina y sus asesores económicos no hicieron caso a tan claras señales de los bancos multilaterales y las agencias de créditos norteamericanas y europeas.
Las consecuencias de aquel temerario desafío a tantos poderes no se hicieron esperar, y el 12 de diciembre del 2013, Catalina recibió su primer golpe financiero cuando el US Eximbank – presionado por el Plan Obama – anunció que ya no aportaría el préstamo por 847.3 millones de dólares que había ofrecido meses antes. Ese préstamo representaba el 43% del financiamiento internacional ofertado por Odebrecht y aceptado por la CDEEE.
Pero el US Eximbank no fue el único, también se esfumaron – en un abrir y cerrar de ojos – las ofertas de créditos adicionales ascendentes a US$ 1,502 millones de dólares también presentados por Odebrecht durante la licitación. Esas ofertas estaban sustentadas por el Korean Eximbank [US$ 240 millones], Korea-Sure [US$ 240 millones], Santander/Bancomex [US$90 millones] y el Citibank/Deutsche Bank [US$300 millones]. Todas desaparecieron bajo el impacto del Plan Obama y sus aliados.
Lo que no se explica es cómo las firmas evaluadoras de la licitación aceptaron como válida a Odebrecht – en noviembre – la oferta de préstamo del Eximbank, si en julio el presidente Obama había anunciado instrucciones para que dicho banco suspendiera todo respaldo financiero a proyectos basados en carbón. Los hechos y noticias del momento indicaban que en el nuevo contexto mundial esa oferta del Eximbank se caería en muy breve plazo, como en efecto ocurrió. ¿Ignoraban esa situación los ilustrados economistas de las firmas evaluadoras: BNP Paribas, Delloite Dominicana y la Fundación Economía y Desarrollo?
Frente a la caída de gran parte del financiamiento presentado por Odebrecht en cumplimiento de los requisitos de la licitación, lo que correspondía era que la constructora sustituyera aquellas ofertas de financiamiento inhabilitadas por otras hábiles y solventes. Pero Odebrecht no lo hizo, ni la CDEEE se lo exigió.
Así las cosas, el 14 de abril del 2014 el proyecto Punta Catalina no tenía ninguna seguridad de préstamos mínimamente suficientes para financiar su construcción (cierre financiero), pero, sin embargo, Danilo Medina ordenó a la CDEEE firmar ese día [“a suerte y verdad”] el contrato con Odebrecht por la friolera de US$ 1,945 millones de dólares. ¡Temeraria improvisación!
Firmar contrato de 1,945 millones de dólares sin dinero a la vista.
Firmar un contrato por 1,945 millones de dólares sin haber logrado el cierre financiero del proyecto es, en ingeniería, un acto de suprema temeridad. El cierre financiero de un proyecto significa que el contratante [CDEEE] dispone, de manera segura, de un monto de financiamiento igual al de los costos previstos del proyecto.
Ante la caída del préstamo del US Eximbank y la desaparición súbita de casi todas las demás ofertas de financiamiento, era propicia la ocasión para el gobierno replantear la escala del proyecto y la estrategia de financiamiento. En lugar de dos plantas pudo proponerse construir una sola unidad de 300 MW y recurrir a bonos soberanos para financiar su construcción.
Lamentablemente, Danilo Medina prefirió cerrar los ojos y lanzarse en brazos de Odebrecht envuelto en un papel contractual por casi 2 mil millones de dólares ¡sin dinero a la vista!
Consecuencias no faltaron. En el 2015, el préstamo por 656 millones ofrecido por el BNDES, Brasil, fue revocado, y de los 632.5 millones de dólares aprobados por un pool de bancos europeos, solo se llegó a desembolsar unos 361 millones, de los cuales la aseguradora financiera italiana SACE se quedó con 85.2 millones como pago de la prima de riesgo país.
Como consecuencia de esos fracasos financieros, en el 2015 la CDEEE dejo de pagarle a Odebrecht la suma de 568 millones de dólares requeridos para cumplir con el Cronograma de Pagos por Hitos anexo al Contrato.
Este y otros incumplimientos han provocado un año o más de retraso en la finalización de la central. La demanda en arbitraje en Nueva York por 708 millones de dólares tiene su origen en la temeraria improvisación que significa firmar un contrato e iniciar una construcción de esa magnitud sin disponer de financiamiento seguro.
Gas Natural
En buena ingeniería, y desde el punto de vista del interés nacional, ningún gobierno iniciaría un proyecto como Punta Catalina sin disponer de un estudio o de un plan de expansión actualizado, que determine tecnología, tamaño y localización optima de las nuevas plantas.
Serian estudios como, por ejemplo, el realizado por la Fundación Bariloche, de Argentina, bajo contrato con la Comisión Nacional de Energía para elaborar el Plan Energético Nacional [2004-2015]; o el de la firma IIC MEGA PRISMA S.A en el 2011, y el informe Demand Projection 2009-2016 and Implications for Generation and the SENI, elaborado por el Instituto Adam Smith en el 2009, entre otros en posesión de la CDEEE. En cada uno de esos estudios se recomendaba que la expansión de generación debería incluir un 50% o más de generación basada en gas natural, no 100% de carbón.
En respuesta a cuestionamientos en ese sentido, funcionarios y asesores del gobierno han argumentado que Punta Catalina se construiría para carbón mineral porque “en el mundo no había gas”.
Sin embargo, en el 2015 la empresa AES Panamá inició la construcción de una terminal de gas natural con capacidad para 180 mil metros cúbicos y de una planta eléctrica de ciclo combinado de 380 MW, en Colon, Panamá. AES Panamá firmó un contrato con la francesa ENGIE para el suministro de gas natural.
De igual manera, en el 2015 la estadounidense Cheniere Energy Marketing LLC, firmó un contrato de 20 años con la chilena Biobioenergy para suministrar gas natural a una terminal flotante que se construye en Penco Lirquén, Chile, para abastecer la Central El Campesino.
Lo cierto es que en el periodo de la licitación de Catalina había exceso de producción de gas natural en los Estados Unidos; una sobreoferta que excedía la demanda interna y la capacidad de exportación. Esa sobreoferta hizo rodar por los suelos el precio del gas natural, como puede apreciarse en las curvas comparativas tomadas del reporte Capturing value in global gas, McKensey, abril, 2014.
Por otro lado, en la siguiente gráfica, basada en datos del US Energy Information Administration (EIA), 2016, se ilustra el notable crecimiento de la exportación de gas natural desde los Estados Unidos, entre el 2010 y el 2016.
Es posible que en determinados periodos el acceso a suministro de gas sea problemático por limitaciones de las plantas de licuefacción y por las restricciones cíclicas del gobierno norteamericano a la exportación de gas natural por razones macroeconómicas.
Pero, en ese mercado operan también grandes empresas intermediarias, con muy diversos esquemas de contratación y comercialización a escala global. Por ejemplo, aprovechando esas ventanas, Panamá y Chile hicieron licitaciones adecuadas, y las empresas licitantes interesadas forjaron las alianzas de suministro correctas con gigantes como ENGIE o Cheniere.
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