sábado, 23 de enero de 2021

¿Ha entrado Estados Unidos en su era Weimar?: Walden Bello explica cómo el neoliberalismo facilitó el ascenso de Trump y la derecha violenta

 REPORTAJE12 DE ENERO DE 2021

 ¿Ha entrado Estados Unidos en su era Weimar?: Walden Bello explica cómo el neoliberalismo facilitó el ascenso de Trump y la derecha violenta

El bloque demócrata del Congreso de EE.UU. está impulsando un juicio político a Trump tras la violenta invasión al Capitolio el 6 de enero, que dejó un saldo de cinco personas muertas. La denuncia que fundamenta el pedido de juicio político acusa al presidente de haber incitado la insurrección, así como de subvertir y obstruir el proceso de certificación de la elección 2020. En este contexto, las autoridades están advirtiendo sobre posibles actos de violencia de la derecha cerca del 20 de enero, día en que Joe Biden asumirá la presidencia. Se estarían planificando protestas armadas de sectores de extrema derecha frente a las legislaturas de los cincuenta estados, así como en el edificio del Congreso de EE.UU. Hablamos del tema con Walden Bello, reconocido sociólogo, intelectual, ambientalista y activista, en cuya columna periodística más reciente sostiene que Estados Unidos ha entrado en un “período como el de la República de Weimar”, en que las elecciones democráticas están cada vez más deslegitimadas y la violencia callejera se vuelve la norma. “Lo que ocurrió en el edificio del Congreso no es algo inusual. Cuando empiezan a perder electoralmente (…) los grupos de derecha salen a la calle y recurren a la violencia para frenar ese proceso”, afirma Bello.

Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org, el informativo de la cuarentena. Soy Amy Goodman. Hablamos ahora sobre lo que está aconteciendo en el Capitolio de EE.UU. La Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, planea votar el miércoles 13 de enero, sobre la destitución del todavía presidente Trump. Esto ocurrirá a menos que Trump renuncie o que el vicepresidente Pence invoque la 25.ª enmienda de la Constitución para destituir a Trump de su cargo, lo cual es poco probable. El lunes 11 de enero, los demócratas de la Cámara de Representantes presentaron un único artículo de destitución contra el presidente Trump por incitación a la insurrección contra el Gobierno de Estados Unidos, una semana después de que sus seguidores atacaran de forma violenta el Capitolio. Asimismo, Trump está acusado de subvertir y obstruir el proceso de certificación de las elecciones de 2020. El artículo de destitución establece que “Donald John Trump, con tal conducta, ha demostrado que seguirá representando una amenaza para la seguridad nacional, la democracia y la Constitución si se le permite permanecer en el cargo, siendo su manera de actuar en extremo incompatible con el autogobierno y el Estado de derecho”.

Esto sucede al tiempo que las autoridades advierten de que la extrema derecha podría llevar a cabo más actos de violencia durante la investidura presidencial de Joe Biden, que tendrá lugar el 20 de enero. El FBI ha advertido que la extrema derecha tiene planeado realizar protestas armadas en las capitales de los 50 estados, además del Capitolio de Estados Unidos, a partir del 16 de enero. En Washington D.C., está previsto el despliegue de 15.000 miembros de la Guardia Nacional antes de la ceremonia de posesión. The New York Times informa que funcionarios del Pentágono se están preparando para posibles escenarios de pesadilla, que incluyen ataques de francotiradores contra los asistentes a la investidura, ataques con drones y “ataques suicidas con aviones”.

Las autoridades también han expresado su preocupación por el número de soldados en servicio activo y veteranos, así como policías, que participaron en la insurrección del 6 de enero. El mando militar de la base de Fort Bragg están investigando a una capitana de Operaciones Psicológicas del Ejército, quien encabezó un grupo que viajó de Carolina del Norte a Washington D.C. para participar en la manifestación en apoyo a Trump. Mientras tanto, dos agentes de la Policía del Capitolio han sido suspendidos, y al menos una docena más está bajo investigación, por ayudar a los participantes en el ataque que dejó cinco muertos. Uno de los fallecidos era un policía del Capitolio partidario de Donald Trump.

Para darnos una perspectiva internacional de la crisis que enfrenta Estados Unidos, nos acompaña desde Filipinas Walden Bello, reconocido sociólogo, académico, ambientalista y activista. Su columna más reciente para la publicación Foreign Policy in Focus se titula: “Estados Unidos ha entrado en la era de Weimar”. Walden Bello también es un analista sénior de la organización Focus on the Global South, con sede en Bangkok, así como profesor adjunto internacional en la Universidad Estatal de Nueva York en Binghamton. Bello es autor o coautor de 25 libros. Parte de su libro “Contrarrevolución: el ascenso global de la extrema derecha” analiza las raíces sociales del “trumpismo”. Bello fue miembro de la Cámara de Representantes de Filipinas de 2009 a 2015 y ha recibido el Premio Right Livelihood, también conocido como el “Premio Nobel Alternativo”.

Walden Bello, bienvenido de nuevo a Democracy Now! Es un placer tenerle aquí. ¿Podría hablar sobre lo que pasó por su mente durante la insurrección del 6 de enero? ¿Podría también ponerlo en un contexto global?

WALDEN BELLO: Muchas gracias por invitarme a su programa, Amy y Juan.

Lo primero que me vino a la mente fue, por supuesto, el impacto de ver esta insurrección en el corazón del sistema político estadounidense. Pero, por otro lado, tras haber estudiado contrarrevoluciones, me causó curiosidad, aunque no esperaba que fuera tan dramático, que se diera esta especie de guerra callejera y de movilización en las calles, y que la derecha, o la extrema derecha, de Estados Unidos hubiese recurrido a esto.

Algunas cosas que estos hechos me hicieron recordar fueron, por ejemplo, los grupos de derecha en Chile, los cuales crearon el caos que dio como resultado la intervención militar que derrocó al presidente Allende en 1973. Había grupos, como Patria y Libertad, que eran bastante parecidos a los Proud Boys estadounidenses y demás milicias de derecha.

Otra imagen que llegó a mi mente fueron los escuadrones fascistas de Mussolini, que inicialmente tomó el poder mediante el control de las calles. Y cómo, debido a que los socialistas italianos estaban adquiriendo bastante popularidad en las urnas en ese momento, la clase dominante contraatacó, principalmente, promoviendo los escuadrones fascistas y sus formas extremadamente violentas de reprimir a la izquierda.

Y, por supuesto, la otra imagen que vino a mi mente fue la de finales de los años 20, los últimos años de la República de Weimar, una época de una fuerte polarización política. Los fascistas, o los nazis, querían resolver el estancamiento parlamentario apoderándose de las calles, agrediendo a la gente, a los socialdemócratas, a los comunistas, y usando esa creciente tensión en las calles para lograr que Hitler llegara al poder, tanto por la vía electoral como a través del terrorismo callejero.

Así que lo ocurrido en el Capitolio no es algo inusual. Los grupos de derecha, cuando empiezan a perder poder electoral, cuando ven que sus oponentes están ganando ventaja a nivel electoral, recurren a las calles y a la violencia para detener ese proceso.

Esas son algunas de las cosas que pasaron por mi mente. Fue muy dramático. Pero, por otro lado, fue algo que yo, que he estudiado contrarrevoluciones, esperaba que sucediera en algún momento en Estados Unidos, dados los acontecimientos de los últimos años, cuyo resultado es el giro hacia la extrema derecha de sectores significativos de la población, que son cercanos al Partido Republicano.

JUAN GONZÁLEZ: Walden Bello, quería preguntarle sobre otro artículo que escribió en mayo de 2020, titulado: “La carrera para reemplazar un neoliberalismo moribundo”. En él, usted escribe: “Las crisis no siempre producen cambios significativos. Es la interacción o sinergia entre dos elementos: uno objetivo, es decir, una crisis sistémica, y uno subjetivo, esto es, la respuesta psicológica de la población ante la crisis. Eso es lo decisivo”. Y continúa diciendo: “Desafortunadamente, es la extrema derecha la que actualmente está mejor posicionada para sacar ventaja del descontento mundial”. Usted menciona que esto es evidente tanto en el norte global como en el sur global. ¿Podría explicar esto?

WALDEN BELLO: Me refería al hecho de que la crisis financiera global que estalló en 2008 se prolongó demasiado y sin ninguna resolución tangible, porque no se tomaron las medidas para controlar de verdad a los bancos, salvar las viviendas de la gente y recuperar las cifras de empleo anteriores a la crisis en EE.UU. Ese fue un proceso muy alienante. Así que ese neoliberalismo, como dije, ayudó a crear esta situación. Entonces, si usted en 2008 aún no tenía las condiciones para radicalizarse, en el momento en que la pandemia de COVID-19 estalló en 2020 ya se daban las condiciones para que esta polarización, esta radicalización, se incrementara aún más.

Ahora bien, cuando digo que ha sido la extrema derecha quien se ha beneficiado de esto, más que la izquierda, me refiero a varias cosas. Lo primero fue el guiño al racismo, una especie de discurso codificado del Partido Republicano que empezó con Richard Nixon y su “estrategia sureña”. Lo segundo fue, por supuesto, el impacto del neoliberalismo, que creó tanto desempleo y desindustrialización. La clase trabajadora, incluida la clase trabajadora blanca, ha visto como el desempleo y la desindustrialización azotaba especialmente sus comunidades. Y luego, además, el hecho de que gran parte de la clase trabajadora, de la clase trabajadora blanca, dejó de ver al Partido Demócrata como el partido que defendía sus intereses, pues se generó la sensación de que, de alguna manera, el Partido Demócrata había empezado a adoptar la narrativa neoliberal, comenzando, de hecho, con Clinton y continuando con Obama.

Entonces, este gran sector de población, esa clase trabajadora blanca, estaba listo para ser movilizado de alguna forma. Y fueron Trump y la derecha estadounidense quienes aprovecharon eso y movilizaron a esa población, pero apuntando al derechismo, apuntando al racismo básicamente. Así fue como se dio este proceso de movilización de la derecha, con mensajes tipo: “Los liberales te están quitando lo que debería ser tuyo para dárselo a las minorías”, explicando la crisis económica de los trabajadores en términos racistas. Este es el tipo de base, estas eran las masas populares escondidas que Trump fue capaz de cultivar. Y permítame decir, con respecto al trumpismo, que Trump es tanto un producto como el creador de esa base. Es una sinergia en acción.

Por otro lado, cuando uno mira a la izquierda, fue la misma la que tomó una postura crítica ante la globalización. Desafortunadamente eso vino de la izquierda independiente. Pero la izquierda dominante, con los socialdemócratas en Europa y el Partido Demócrata en Estados Unidos, fue vista en gran parte como cómplice de políticas neoliberales y favorables a Wall Street. Por lo tanto, la alternativa que debería provenir de la izquierda y del Partido Demócrata, no llegaba en absoluto. Lo que sucedió en este proceso fue que, a pesar de que la izquierda tenía grandes ideas: desglobalización, decrecimiento [económico], ideas fantásticas en pos de una sociedad diferente, desafortunadamente, dichas ideas no estaban ganando ningún terreno político. Incluso entre en los movimientos de base, los progresistas no estaban atrayendo el tipo de movilización masiva que era necesaria.

Es por eso que dije que, especialmente durante la era Trump, fue la derecha y gente como Trump quienes usaron de forma selectiva algunas ideas como la antiglobalización y otras propuestas de la izquierda, seleccionando dichas ideas y adjudicándoles…

JUAN GONZÁLEZ: Quisiera…

WALDEN BELLO: …estructuras de la derecha.

JUAN GONZÁLEZ: Quería preguntarle por otro tema en el cual se ha enfocado. Usted dice que la pandemia de COVID-19 ha acelerado enfáticamente el declive de Estados Unidos como potencia mundial y el ascenso de China, o el continuo ascenso de China, como el corazón industrial del capitalismo moderno.

WALDEN BELLO: Sí. Bueno. Para vincular eso a lo que dije antes, creo que gran parte de la desindustrialización, la deslocalización de empleos, se produjo gracias a las corporaciones de EE.UU. Muchos de esos trabajos y procesos industriales fueron trasladados a China. Y fue la clase corporativa y transnacional estadounidense la que llevó esto a cabo. Desde luego, China también jugó un papel. Sin embargo, los objetivos de China buscaban el desarrollo económico, mientras que las compañías transnacionales estadounidenses tenían como único objetivo la explotación [laboral].

Lo que sucedió fue que China se convirtió en el taller del mundo. Se creó una base industrial masiva que produjo valor y se convirtió en el nuevo centro de acumulación global. Mientras tanto, en Estados Unidos lo que se vio fue una desindustrialización, trabajadores despedidos, comunidades desindustrializadas y la economía financializada… la economía del país comenzó a operar principalmente a través de la financialización y especulación. Ese elemento primario de una economía sana, que se centraba en la industria y la creación de valor, desapareció. Ese es el trasfondo de mi comentario, que en paralelo al surgimiento de China como un fuerte centro de acumulación de capital estabamos viendo el colapso de la capacidad industrial de Estados Unidos.

JUAN GONZÁLEZ: ¿Y cómo ha acelerado ese proceso el fracaso de nuestro Gobierno en el manejo de la pandemia?

WALDEN BELLO: Bueno, eso fue evidente cuando se dio la primera oleada de casos de COVID-19, porque [la producción de] gran parte de los suministros, incluso de los equipos de protección personal, había sido enviada a China. Estados Unidos ya no tenía la capacidad de producirlos porque una parte significativa de su capacidad manufacturera había sido trasladada a China. También vimos que, además de la pandemia, se presentó una crisis en la cadena global de suministros. Esa cadena empezó a detenerse porque la economía china también se detuvo en los primeros meses de 2020. Lo que hubo en esencia fue la combinación de una crisis económica y una pandemia, especialmente en Estados Unidos, que, desde luego, se aceleró por el hecho de que Trump nunca se tomó en serio la COVID-19. Por consiguiente, fue esta concatenación de eventos —económicos, políticos e ideológicos— la que produjo una gran crisis de liderazgo en Estados Unidos, al igual que una crisis económica.

AMY GOODMAN: Walden Bello, usted era un joven estudiante en Chile durante otro 11 de septiembre: el 11 de septiembre de 1973, cuando las fuerzas militares de Pinochet tomaron al poder tras derrocar al presidente que Chile había elegido democráticamente. ¿Podría hacer un paralelo entre este tema y la pandemia? Solo en Estados Unidos mueren 3.000 personas cada día, de lejos la peor tasa de mortalidad en todo el mundo. Tres mil personas. Es como si Estados Unidos viviera un 11 de septiembre cada día. ¿Qué podemos aprender de la época de Pinochet en Chile? ¿Qué nos pueden enseñar los años de Marcos en Filipinas, su país de origen, e incluso de lo que pasa actualmente con Duterte, en relación con el presidente Trump y con las crisis que según usted va a vivir EE.UU.? El FBI acaba de advertir que en los próximos días se podrían presentar ataques violentos en los capitolios de los 50 estados del país. ¿Qué lecciones deberíamos aprender?

WALDEN BELLO: Bueno, varias cosas, Amy. Primero, una lección clave que debemos entender es que cuando las fuerzas reaccionarias, las fuerzas de la derecha, empiezan a perder en las urnas y empiezan a perder su capacidad de controlar los parlamentos, recurren a la guerra callejera como una forma de frenar el proceso democrático. Eso fue básicamente lo que sucedió en Chile. Tuvimos un Gobierno elegido legalmente y la derecha trató de detenerlo por medios legislativos y burocráticos. Cuando esas vías no fueron efectivas, las turbas de derecha prácticamente se apoderaron de las calles, atacaron a la gente de la izquierda y crearon una nueva situación que abrió las puertas a una intervención militar. Y fue ahí cuando Pinochet llegó al poder “en aras de la estabilidad política”, pero en realidad era un proceso que favorecía a la derecha.

Lo segundo que podemos extraer de esa época es que Chile tenía una tradición de no permitir la intervención de los militares en la política. Dicha tradición venía desde los primeros días de la república chilena. Pero en 1973, cuando se presentó una situación de polarización política, los militares intervinieron a favor de la derecha. A lo que quiero llegar con esto es que no debemos subestimar o sobreestimar el poder de las instituciones políticas, como el control civil de las fuerzas militares. Si en algún momento se produce una gran polarización política, entonces ese tipo de principios comienzan a perder su rigor y debemos esperar que surjan facciones dentro de las fuerzas de seguridad y de las agencias del Estado, que dirán: “Los civiles no pueden resolver esto. La élite política está dividida. Nos corresponde a nosotros estabilizar el país. Y lo haremos eliminando la democracia”. Esto es básicamente lo mismo que sucedió en Filipinas en 1972. Marcos dijo, en pocas palabras: “La democracia está estancada. Debemos salir de esta situación. Y, por lo tanto, tendremos que declarar un régimen autoritario”.

A eso es a lo que me refiero en relación con el contexto actual. No se debe sobreestimar la fortaleza de las instituciones políticas estadounidenses, porque durante los últimos cuatro años Trump ha demostrado con qué facilidad podría quebrantar muchas de las tradiciones del país. Y aún no hemos visto el final de eso. En el momento actual la balanza demográfica ya no se mueve a favor de la población blanca estadounidense y la balanza política no se mueve a favor del Partido Republicano. Acabamos de ver, por ejemplo, cómo Georgia y otros estados, como Arizona, a través de la movilización política, han acabado dando su apoyo a los demócratas. Vimos cómo Biden ganó el voto popular con más de 7 millones de votos de ventaja. En otras palabras, el peso político y electoral se está moviendo hacia la izquierda, a la izquierda en su sentido más amplio, a esta coalición de progresistas, liberales y minorías. Y creo que, debido a todo esto, no me sorprendería ver a la derecha de Estados Unidos librando más guerras en las calles dentro del actual contexto. Y creo que esto es algo para lo cual la gente debería prepararse, porque si [la derecha] no puede ganar electoralmente, lo hará intentando controlar las calles. De ser así, esto creará la posibilidad o abrirá las puertas a una intervención militar.

Por esta razón, creo que Estados Unidos está entrando en lo que yo llamo el período de Weimar, que es básicamente un período de batallas tanto electorales como en las calles y con el caos que caracterizó los últimos días de la República de Weimar y que terminó en 1933 con el ascenso de Hitler a la Cancillería [de Alemania]. Tal vez las cosas no sucedan en ese mismo orden, por supuesto. Siempre hay que recordar que la historia nunca se repite de la misma manera. Pero, de igual forma, hay mucho que debemos aprender del surgimiento de los movimientos contrarrevolucionarios en el siglo XX y en el presente siglo, y de los cuales Estados Unidos no está exento. Estados Unidos ya no es un modelo de sociedad excepcional. Estados Unidos, como lo han demostrado los eventos de los últimos años y, especialmente, los de los últimos meses y días, se está convirtiendo cada vez más en un país parecido al resto del mundo. Así que este es el fin del excepcionalismo estadounidense.

AMY GOODMAN: Walden Bello, queremos agradecerle que haya estado en nuestro programa. Reconocido académico filipino, activista y autor de numerosos libros, entre ellos “Contrarrevolución: el ascenso global de la extrema derecha”. Su columna más reciente se titula: “Estados Unidos ha entrado en la era de Weimar”. Les invitamos a que vean nuestra conversación de la semana pasada con Allan Nairn, quien se refirió a lo que aconteció en el Capitolio como una versión moderada de lo que EE.UU. ha apoyado en el extranjero, por ejemplo, en Chile, Guatemala y El Salvador.

Y en noticias de última hora: Sheldon Adelson, multimillonario magnate de los casinos y megadonante republicano, ha fallecido a la edad de 87 años. Adelson fue el mayor donante individual de la campaña de Trump durante las elecciones de 2016. Desde 2015, Adelson les había donado más de 250 millones de dólares a candidatos republicanos y a Comités de Acción Política de derecha. Adelson también fue una fuerza política influyente en Israel, donde utilizó los medios de comunicación para respaldar al primer ministro Benjamin Netanyahu y la expansión de los asentamientos ilegales israelíes en los territorios palestinos ocupados. Adelson será enterrado en Israel.

A continuación, hablaremos sobre cómo el presidente Trump está acelerando las ejecuciones de más prisioneros antes de que termine su mandato, en una hecho sin precedentes durante el periodo final de una presidencia. Regresamos en 30 segundos.


Traducido por Iván Hincapié. Editado por Igor Moreno.

https://www.democracynow.org/es/2021/1/12/walden_bello_rising_right_wing_violence

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