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sábado, 27 de noviembre de 2021
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Muere Almudena Grandes, la escritora que noveló la épica de los perdedores | La autora de los ‘Episodios de una guerra interminable’, que falleció esta tarde en Madrid a los 61 años de un cáncer, deja una obra que aunó la calidad y el éxito
Muere Almudena Grandes, la escritora que noveló la épica de los perdedores
La autora de los ‘Episodios de una guerra interminable’, que falleció esta tarde en Madrid a los 61 años de un cáncer, deja una obra que aunó la calidad y el éxito
La escritora Almudena Grandes, en 2015 en su casa de Madrid.
SAMUEL SANCHEZ
Nadie como Almudena Grandes, la escritora madrileña fallecida este sábado a los 61 años debido a un cáncer, ha tenido la fuerza y la constancia para darle a los derrotados del siglo XX español la épica literaria que les faltaba. A partir de 2007, cuando publicó El corazón helado, la carrera de Grandes encontró un sentido que trascendía lo literario. Ella ya era una autora de éxito y de prosa sólida (algunas de sus novelas anteriores como Los aires difíciles o Atlas de geografía humana fueron especialmente celebradas por la crítica), pero cuando concluyó El corazón helado, donde por primera vez se detenía en las vidas de aquellos exiliados republicanos y sus posteriores generaciones de inadaptados, vio el agujero negro por el que se perdían una buena parte de los españoles del siglo XX.
Sensibilizada y conectada con el movimiento de memoria histórica, Grandes comenzó en 2010 uno de los proyectos literarios de más largo alcance de la narrativa contemporánea en español: los Episodios de una guerra interminable, una saga de seis novelas que atravesaban lo peor de la historia del siglo XX. Antes de sacar el primer título a la calle, Inés y la alegría, Grandes ya sabía qué iba a contar en los cinco siguientes. Era ese tipo de escritores que monta los andamios y delinea planos antes de empezar el edificio. Deja diseñado en uno de sus habituales cuadernos la trama del último libro de la serie, que ahora ya no llegará a sus lectores uno de estos febreros, el mes que le gustaba para estrenar sus novedades. Hay, sin embargo, una obra póstuma, que su editor en Tusquets, Juan Cerezo, considera una suerte de epílogo distópico a los Episodios. La escritora consagró a este libro sus últimos esfuerzos. En el artículo publicado el pasado 10 de octubre en el EPS, donde anunciaba que hacía un año que le habían diagnosticado un cáncer, explicaba que seguiría “desaparecida una buena temporada” para encerrarse a corregir esta novela.
Su objetivo con los Episodios era lograr un fresco histórico, al estilo de Galdós con el XIX, que permitiese retratar lo micro y lo macro, la atmósfera de un país cuarteado por una guerra y las historias reales que habían sido ocultadas. Si gracias al primer título los lectores descubrieron aquella tentativa fracasada de los comunistas exiliados en Francia, que invadieron el Valle de Arán en el Pirineo de Lérida en octubre de 1944, con el que obtuvo el premio Nacional de Narrativa, Los pacientes del doctor García (2017), saca a la luz la red montada por Clara Stauffer en Madrid para refugiar a nazis en una dictadura que tanta simpatía había mostrado por Hitler.
En el último publicado hasta ahora, La madre de Frankenstein, indagó en la biografía de Aurora Rodríguez Carballeira, acaso la parricida más famosa del siglo XX español, que tiroteó a su hija Hildegart Rodríguez Carballeira para no perder su control sobre ella, después de haberla moldeado durante años para convertirla en un modelo de mujer ideal. Aurora, que acabaría ingresada en el manicomio de Ciempozuelos (Madrid), atrapó a la escritora, que la eligió para novelar de su mano los crudos años cincuenta. “En los cuarenta había más hambre y menos empleo, pero había esperanza de que Franco no se eternizara. En los cincuenta siguió la pobreza y llegó la desolación absoluta, ya se sabía que Franco iba a continuar en el poder y se había aniquilado la resistencia interior”, explicaba la novelista a EL PAÍS en enero de 2020, durante una visita por las instalaciones de Ciempozuelos donde transcurría la obra.
Grandes tenía la curiosidad de la historiadora y la potencia de la novelista. Ambas cualidades le permitían construir unos artefactos redondos, donde el rigor científico y la documentación estaban al servicio de una trama pensada para emocionar y remover. La literatura nació para eso, para vivir otras vidas y llorar otras penas. La historia lo hizo para acreditar que otras vidas y otras penas existieron. Almudena Grandes, desde luego, no inventó la novela histórica, pero sí una manera de hacer novela histórica singular, marcada por su propia formación como historiadora, que la empujaba a acreditar cada detalle real (no hay más que ver las notas finales de sus libros, donde expone cuáles fueron los hechos y cuáles las elucubraciones literarias), sin que nada de esto empañase su pulso narrativo. Sobre los Episodios reflexionaba en 2017 en una entrevista: “Esta serie me ha devuelto al proyecto de historiadora que fui. La que ha ajustado cuentas es la historia conmigo. Un montón de años después me ha demostrado hasta qué punto es importante lo que estudié. Probablemente yo no la habría escrito igual si no fuera historiadora”.
El pulso literario estaba ahí desde siempre, desde que protagonizó uno de los estrenos más exitosos de la joven literatura de la joven democracia. Con Las edades de Lulú (1989), su primer libro, se convirtió en un fenómeno. Nadie había oído hablar de aquella licenciada en Historia que destripaba con atrevimiento el deseo de una mujer sin caer ni en la sensiblería de la novela romántica ni en la pornografía de los cines X. Con aquel relato que arrasó en ventas, ganó el premio La sonrisa vertical. Era la literatura justa que necesitaba una sociedad que se quería desprender de la pelusa pacata del franquismo, transformar sus vivencias más íntimas y, también, la que empezaba a sentir cierta desilusión política. Un estreno tan influyente en su historial que muchos de los obituarios que le están dedicando la recuerdan como la autora de Las edades de Lulú, como si la quincena de libros de ficción posteriores no le hiciesen sombra.
Y se la hicieron. Grandes, que podría haberse perdido y convertido en la autora de un solo éxito, logró trazar un camino literario propio marcado por novelas icónicas como Malena es un nombre de tango o Los aires difíciles, por citar dos títulos anteriores a su etapa de novela histórica. Con los Episodios sintió, sin embargo, que encontraba una misión, proporcionar el relato de las vicisitudes de unos personajes a los que también se había desterrado de la literatura durante décadas. Por esos libros circulaban seres reales que habían protagonizado el siglo XX español, desde la Pasionaria (hay que leer a Inés y la alegría para desprender a Dolores Ibarruri de su manto de virgen comunista y adentrarse en su pasión por el militante Francisco Antón) al siniestro psiquiatra eugenista Antonio Vallejo Nájera que desfila por La madre de Frankenstein o el presidente del Gobierno Juan Negrín, al que coloca en su exilio londinense al frente de una conspiración para devolver por vía diplomática la democracia que se perdió por las armas. Un riesgo de aúpa, poner a seres reales a vivir ficciones. Ella explicaba su método: “Para escribir una novela así hay que llegar a un equilibrio perfecto entre la libertad creativa y la lealtad a la verdad histórica”.
“Me he convertido en una escritora antisistema”
Pero los protagonistas de los Episodios fueron seres corrientes, como Manolita Perales, la chica normal que aspiraba a tener un marido al que llevarle la comida a diario y que acaba enredada entre la oposición comunista de la posguerra en Las tres bodas de Manolita. En esta novela de nuevo mostraba algo que había estado oculto: los trabajos forzados de menores, hijos de republicanos, en órdenes religiosas. “En este momento”, afirmaba en 2017, “me he convertido en una escritora antisistema. No lo parezco porque no llevo rastas pero en la medida en que mi relato no contribuye a afianzar la versión de la equidistancia, soy consciente de que mantengo una versión disidente en el contexto de la literatura contemporánea”.
Su obra, que gozó del favor de los lectores (más de 1,3 millones de libros vendidos de los Episodios), suscitó un aplauso institucional frío. Su premio más importante fue el Nacional de Narrativa en 2018. Su compromiso político la conectaba en parte con esa generación de plata que se perdió en la guerra y el exilio y la hacía incómoda para una parte del sistema. “Republicana, de izquierdas y anticlerical”, así se presentó en su primera columna en este diario en enero de 2008, donde sustituyó en la contraportada a Manuel Vázquez Montalbán. Sentía cierta soledad ideológica y mucho fervor de los lectores. Concebía su trabajo de articulista como la de portavoz de causas de la sociedad civil. Parte de esos textos se recopilaron en La herida perpetua en 2019. Nunca dejó de comprometerse en público para ahorrarse críticas.
De todos sus personajes siempre sintió debilidad por los supervivientes.
SOBRE LA FIRMA
Corresponsal de EL PAÍS en Lisboa desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera en Andalucía. Es autora del libro 'Cuaderno de urgencias'.
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La séptima variante del coronavirus, considerada como “preocupante”, trajo el tema y la alerta de los científicos alrededor del mundo, y este jueves se unió a la lista de otras seis que se han detectado en diferentes países desde finales del año 2020 dentro de esa clasificación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica la importancia de conocer y saber identificar los cambios del virus que ha cobrado la vida de 5.18 millones de personas en todo el mundo, hasta el momento.
República Dominicana, Colombia, Brasil, Reino Unido, Estados Unidos, India, Sudáfrica y otras naciones han registrado y sufren los embates de la mutación del COVID-19, y a poco más de dos años de haber sido identificado el coronavirus surgen nuevos nombres de las variantes de la enfermedad.
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Aquí presentamos la ruta que hasta el momento ha hecho el SARS-CoV-2 en todo el mundo:
Alfa
Conocida como variante “en investigación” en el 2020, las autoridades sanitarias hicieron las primeras muestras documentales en Reino Unido. Ese mismo año el 18 de diciembre fue oficialmente designada y desde la fecha hasta ahora ha sido la responsable de un aumento “significativo” de los contagios en dicho país.
Beta
Esta fue detectada por primera vez en Sudáfrica y se notificó su hallazgo al Departamento de Salud de esa nación el 18 de diciembre de 2020. De acuerdo a los investigadores, linaje 501Y.V2, como también se conoce a beta, podría ser la responsable de otra nueva ola de personas contagiadas con el virus en la parte sur de África.
Gamma
En enero de 2021 Tokio detectó seis casos de personas que estuvieron cuatro días antes en el estado Amazonas, Brasil. La variante brasileña, como se le llama a gamma, tiene 12 mutaciones en su proteína.
Delta
La India es otro de los países que se une a la lista de los lugares donde se detectó por primera vez una de las variantes del COVID. De acuerdo a una investigación del Centros de Control de Enfermedades de los Estados Unidos y publicada por The Whashington Post, delta es tan contagiosa como la varicela y es uno de los cambios del coronavirus que más ha preocupado a los científicos. Según el informe, podría contagiar a personas que ya han completado su ciclo de vacunación y los que todavía no se han inoculado.
Lambda
También conocida como linaje C.37, en agosto del pasado año fue identificada por la OMS como de interés el 14 de junio del 2021. Se detectó por primera vez en Perú y ya se ha extendido a unos 30 países.
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Mu
Colombia se sumó a las naciones que dieron origen a otra variante, la cual fue identificada como mu en enero de 2021, con brotes en otros países de América y Europa, siendo también calificada como de “interés”.
Ómicron
La variante Omicron, también conocida como linaje B.1.1.529, surgió muy probablemente en Botsuana y se detectó por primera vez en Sudáfrica en noviembre de 2021 y la OMS la designó como variante de preocupación el 26 de noviembre de 2021.
Posición de la OMS frente a las variantes del coronavirus
“Se han establecido sistemas de ámbito mundial, cuya eficacia se está reforzando actualmente, para detectar «señales» de posibles variantes preocupantes y de interés y para evaluarlas en función del riesgo que supongan para la salud pública mundial. No obstante, las autoridades nacionales pueden optar por designar otras posibles variantes preocupantes y de interés a escala local”, señala la OMS.
En ese sentido, llama a reducir la transmisión de la enfermedad mediante medidas de control establecidas y de eficacia demostrada, así como previniendo la introducción en poblaciones animales como parte importante de la estrategia mundial para reducir la aparición de mutaciones que “tienen consecuencias negativas” para la salud pública.
¿Cómo se han nombrado las variantes del COVID?
La OMS explica que los sistemas de nomenclatura establecidos para nombrar y rastrear los linajes genéticos del SARS-CoV-2 por GISAID, Nextstrain y Pango se siguen utilizando en círculos e investigación científica.
“Con el fin de contribuir a los debates públicos sobre las variantes, la OMS convocó a algunos científicos del Grupo Consultivo Técnico sobre la Evolución de los Virus y de la Red de Laboratorios de Referencia de la OMS para la COVID-19, a representantes de GISAID, Nextstrain y Pango, y a otros expertos en nomenclatura virológica y microbiana y en materia de comunicación procedentes de varios países y organismos, y les encargó que buscaran denominaciones para los VOI y los VOC que fueran fáciles de pronunciar y no generasen estigmas”, dijo la entidad.
Por el momento, el grupo de expertos convocado por dicha organización ha recomendado el uso de denominaciones basadas en las letras del alfabeto griego, es decir, alfa, beta, gamma, que serán más fáciles de usar y más “prácticas” para los debates del público no científico.
https://hoy.com.do/desde-alfa-hasta-omicron-la-ruta-de-las-variantes-del-covid-en-el-mundo/