domingo, 22 de marzo de 2020

El escritor israelí, autor de ‘Sapiens’, accedió a hablar de la crisis de la Covid-19 por correo electrónico

LA CRISIS DEL CORONAVIRUSYuval Noah Harari: “La mejor defensa contra los patógenos es la información”
El escritor israelí, autor de ‘Sapiens’, accedió a hablar de la crisis de la Covid-19 por correo electrónico
Yuval Noah Harari, en octubre de 2018 en Madrid.PABLO MONGE
El escritor israelí Yuval Noah Harari, de 44 años, se ha convertido en una de las voces más escuchadas en un planeta ahora golpeado por una de las peores epidemias que ha conocido la humanidad en el último siglo. De su primer libro, Sapiens. De animales a dioses (Debate, 2011), una heterodoxa historia de la humanidad, traducida a 45 idiomas, ha vendido 15 millones de ejemplares. Su siguiente libro, Homo Deus (Debate, 2015) anticipa un futuro dominado por las máquinas, mientras que su último ensayo, 21 lecciones para el siglo XXI (Debate, 2018) reflexiona sobre el presente. Consultado por líderes de todo tipo, desde Emmanuel Macron a Bill Gates o Angela Merkel, Harari ofrece una visión universal de los problemas de la humanidad. El ensayista accedió el jueves a responder varias preguntas por correo electrónico sobre la epidemia de la Covid-19.
Pregunta. Usted sostiene que la única forma de detener una pandemia es a través de la cooperación internacional y de la ciencia. ¿Está ocurriendo esto o, todo lo contrario, más egoísmo que nunca?
Respuesta. Hay muy poca cooperación mundial y no existe un liderazgo. En los últimos años, políticos irresponsables han socavado deliberadamente la confianza en la ciencia y en la cooperación internacional. Ahora estamos pagando el precio. No hay ningún adulto en la habitación. Uno habría esperado ver hace semanas una reunión de emergencia de los líderes mundiales para elaborar un plan de acción común y combatir la epidemia y la crisis económica. Pero los líderes del G-7 se las arreglaron para no organizar una videoconferencia hasta esta semana, y ni siquiera salió de ahí un plan de este tipo.
P. ¿Cómo debería ser ese plan?
R. Uno, compartir información fiable: los países que están pasando por la epidemia deberían enseñar a los que todavía no la están atravesando. Dos, coordinar la producción mundial y la distribución equitativa de equipo médico esencial, como material de protección y máquinas respiratorias. Tres, los países menos afectados deberían enviar médicos, enfermeras y expertos a los países más afectados, tanto para ayudarles como para adquirir experiencia. Cuatro, crear una red de seguridad económica mundial para salvar a países y sectores más afectados. Cinco, formular un acuerdo mundial sobre la preselección de viajeros, que permita que un pequeño número de personas esenciales sigan cruzando las fronteras.
P. Escribió esta semana en Twitter que en la lucha contra el coronavirus es más importante la información que el aislamiento.
R. La gran ventaja de los humanos sobre los virus es la capacidad de intercambiar información. Un coronavirus en Corea y un coronavirus en España no pueden intercambiar consejos sobre cómo infectar a los humanos. Pero Corea puede enseñar a España lecciones valiosas. Incluso el aislamiento requiere información. El aislamiento contra el sida es muy diferente del aislamiento contra la Covid-19. Para aislarse contra el sida es necesario usar un condón mientras se tienen relaciones sexuales, pero no hay problema en darle la mano a una persona con VIH. Covid-19 es una historia diferente. Para saber cómo aislarte de una epidemia en particular, primero necesitas información fiable sobre sus causas. ¿La producen virus o bacterias? ¿Se transmite por los fluidos corporales o del aliento? ¿Pone en peligro a los niños o a los ancianos? ¿Hay una cepa o varias que han mutado?
P. ¿La globalización ha hecho que el siglo XXI sea más peligroso para las pandemias? ¿Cree que vamos a vivir más situaciones así?
R. Es poco probable que tengamos muchas más pandemias de este tipo en nuestra vida. Es cierto que en el siglo XXI la humanidad está técnicamente más expuesta a las epidemias que en la Edad Media debido a una combinación de transportes más rápidos y poblaciones en crecimiento. En la Edad Media, los virus viajaban a la velocidad de un caballo de carga y en la mayoría de los lugares solo podían infectar pequeñas ciudades y pueblos. Hoy un virus puede viajar en clase ejecutiva a través del mundo en 24 horas, e infectar megalópolis con millones de habitantes. Así que, teóricamente, las cosas deberían haber sido mucho peores hoy que en la Edad Media. Pero en la práctica, en los últimos 100 años, tanto la incidencia como el impacto de las epidemias han disminuido drásticamente. A pesar del sida y el ébola, en las últimas décadas las epidemias han matado a una proporción mucho menor de humanos que en cualquier otro momento desde la Edad de Piedra. Esto se debe a que la mejor defensa que tienen los humanos contra los patógenos no es el aislamiento, sino la información. Mientras que los habitantes de la Edad Media nunca descubrieron lo que causó la peste negra, los científicos actuales solo tardaron dos semanas en identificar el nuevo coronavirus, secuenciar su genoma y desarrollar una prueba para identificar a los infectados. La humanidad ha estado ganando la guerra contra las epidemias porque en la carrera armamentista entre patógenos y médicos, los patógenos se basan en mutaciones ciegas y los médicos en el análisis científico de la información.
P. ¿Cuál es el mejor ejemplo en nuestra historia de cooperación científica en beneficio de la humanidad?
R. Un buen ejemplo es la erradicación de la viruela. En 1967, esta enfermedad infectaba a 15 millones de personas y mataba a unos dos millones. En la década siguiente una campaña mundial de vacunación tuvo tanto éxito que en 1980 la Organización Mundial de la Salud declaró que la humanidad había ganado y que la viruela había sido erradicada. En 2019, ni una sola persona resultó infectada o murió por esta causa. La victoria sobre la viruela dependía de una cooperación mundial eficaz. Para lograrlo era necesario vacunar a todas las personas de todos los países. Si un solo país no vacunaba a su población podría haber puesto en peligro a la humanidad, porque mientras el virus de la viruela existiera y evolucionara en algún lugar, podía volver a propagarse.
P. ¿Cree que las lecciones que vamos a aprender en la lucha contra el coronavirus pueden usarse contra el cambio climático?
R. Sí. Una lección clave de la lucha contra el coronavirus es que debemos pensar en la atención sanitaria en términos globales en lugar de nacionales. Proporcionar una mejor atención sanitaria a iraníes y chinos ayuda a proteger a israelíes y estadounidenses. El mismo tipo de lógica se aplica al cambio climático. Otra lección es que ahorrar dinero a corto plazo puede costarnos mucho más cuando una crisis golpea. Los países que han ahorrado dinero en los últimos años recortando los servicios de salud ahora pagarán mucho más como resultado de la epidemia. Del mismo modo, si intentamos ahorrar no haciendo nada sobre el cambio climático, también causará un enorme daño a largo plazo. Algunas personas creen que para detener el cambio climático tendremos que detener el crecimiento económico y volver a vivir en cuevas y comer raíces. Eso es una tontería. ¿Se puede adivinar cuánto costará prevenir un cambio climático catastrófico? El número mágico es el 2%. Eso es todo. Si invertimos el 2% del PIB mundial en el desarrollo de tecnologías e infraestructuras, es suficiente para prevenir un cambio climático catastrófico. Por supuesto, el 2% del PIB mundial sigue siendo mucho dinero. Pero, ciertamente, hacerlo está dentro de nuestra capacidad. Si mañana estalla una nueva guerra mundial, los Gobiernos gastarán mucho más del 2% del PIB en luchar y ganar esa guerra. Así que gastar el 2% en salvar al mundo del catastrófico cambio climático suena muy razonable.
Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia
- En caso de tener síntomas, estos son los teléfonos que se han habilitado en cada comunidad
https://elpais.com/cultura/2020-03-21/yuval-noah-harari-la-mejor-defensa-contra-los-patogenos-es-la-informacion.html

Un cataclismo previsto | JUAN LUIS CEBRIÁN

Un cataclismo previsto

Las principales instituciones mundiales denunciaron hace meses que un brote de enfermedad a gran escala era una perspectiva tan alarmante como realista y alertaron de que ningún Gobierno estaba preparado
Un cataclismo previsto
En septiembre del año pasado, un informe de Naciones Unidas y el Banco Mundial avisaba del serio peligro de una pandemia que, además de cercenar vidas humanas, destruiría las economías y provocaría un caos social. Llamaba a prepararse para lo peor: una epidemia planetaria de una gripe especialmente letal transmitida por vía respiratoria. Señalaba que un germen patógeno de esas características podía tanto originarse de forma natural como ser diseñado y creado en un laboratorio, a fin de producir un arma biológica. Y hacía un llamamiento a los Estados e instituciones internacionales para que tomaran medidas a fin de conjurar lo que ya se describía como una acechanza cierta. La presidenta del grupo que firmaba el informe, Gro Harlem Brundtland, antigua primera ministra de Noruega y exdirectora de la Organización Mundial de la Salud, denunció que un brote de enfermedad a gran escala era una perspectiva tan alarmante como absolutamente realista y podía encaminarnos hacia el equivalente en el siglo XXI de la “gripe española” de 1918, que mató a cerca de 50 millones de personas. Denunció además que ningún Gobierno estaba preparado para ello, ni había implementado el Reglamento Sanitario Internacional al respecto, aunque todos lo habían aceptado. “No sorprende” —dijo— “que el mundo esté tan mal provisto ante una pandemia de avance rápido transmitida por el aire”.
Los llantos de cocodrilo de tantos gobernantes, en el sentido de que nadie podía haber imaginado una cosa así, no tienen por lo mismo ningún sentido. No solo hubo quienes lo imaginaron: lo previeron, y advirtieron seriamente al respecto. Ha habido sin ninguna duda una negligencia por parte de los diversos ministros de Sanidad y sus jefes, y en Francia tres médicos han presentado ya una querella contra el Gobierno por ese motivo. La consecuencia es que la mayoría de las naciones occidentales están hoy desbordadas en sus capacidades para luchar contra la epidemia. Se ha reaccionado tarde y mal. Faltan camas hospitalarias, falta personal médico, faltan respiradores, y falta también transparencia en la información oficial. En nuestro caso los periodistas tienen incluso que soportar que sus preguntas al poder sean filtradas por el secretario de Comunicación de La Moncloa.
El 24 de febrero la OMS declaró oficialmente la probabilidad de que nos encontráramos ante una pandemia. Pese a ello y a conocer la magnitud de la amenaza, ya hecha realidad con toda crudeza en varios países, apenas se tomaron medidas en la mayoría de los potenciales escenarios de propagación del virus. En nuestro caso se alentó la asistencia a gigantescas manifestaciones, se sugirió durante días la oportunidad de mantener masivas fiestas populares, no se arbitró financiación urgente para la investigación, se minimizó la amenaza por parte de las autoridades, e incluso el funcionario todavía hoy al frente de las recomendaciones científicas osó decir entre sonrisas que no había un riesgo poblacional.
No es momento de abrir un debate sobre el tema, pero es lícito suponer que además de las responsabilidades políticas los ciudadanos, que ofrecen a diario un ejemplo formidable de solidaridad en medio del sufrimiento generalizado, tendrán derecho a demandar reparación legal si hay negligencia culpable. Cunden a este respecto las dudas sobre la constitucionalidad en el ejercicio del estado de alarma. Se han suspendido en la práctica, aunque el decreto no lo establezca así, dos derechos fundamentales, el de libre circulación y el de reunión. No se discute el contenido de las medidas, del todo necesarias, sino la decisión de no declarar el estado de excepción que sí cubriría sin duda alguna dichos extremos, como también la movilización del Ejército. La impresión dominante es que el Gobierno es prisionero en sus decisiones de los pactos con sus socios de Podemos y los independentistas catalanes y vascos. En una palabra, la conveniencia política prima, incluso en ocasiones tan graves como esta, sobre la protección de la ciudadanía.
La Unión Europea debería haber adoptado medidas homogéneas para el conjunto de sus miembros
En descargo de nuestras autoridades puede apelarse por desgracia a parecidos errores cometidos en la Unión Europea, cuyo fracaso institucional, si no despierta a tiempo de la parálisis, amenaza con ser definitivo. La falta de coordinación entre los Gobiernos, la variedad de las decisiones adoptadas, la incapacidad para dar una respuesta global a un problema global, es ultrajante para la ciudadanía. La Comisión, el Consejo y el Parlamento europeos deberían haber adoptado medidas homogéneas para el conjunto de sus miembros. Europa ya venía fracasando en las políticas sobre emigración o refugiados, y solo se ha mostrado firme y coherente en la exigencia de austeridad que garantice los equilibrios presupuestarios. Dicha austeridad, aplicada con criterios cortoplacistas, está en la base de la escasa inversión en los sistemas de salud, cuyas carencias nos conducen ahora al mayor desequilibrio económico y fiscal imaginable. A medida que se cierran las fronteras y se expulsa a los extranjeros, crece el nacionalismo de viejo cuño, incapaz como es de dar respuesta a problemas planetarios, y en el que se engendran desde hace siglos sangrientos conflictos.
Pero el desorden no es solo europeo. No se han reunido el G20 y el G7, los supuestos amos del mundo; los llamamientos del secretario general de la ONU a proteger a los países más desfavorecidos e inermes ante la amenaza letal no son escuchados; y al presidente de Estados Unidos no se le cae de la boca la acusación a China de ser la responsable de esta catástrofe porque el primer ataque del virus tuvo lugar en Wuhan. Uno de los principales deberes pendientes, cuando la situación se haya estabilizado, será tratar de analizar el verdadero foco del patógeno, y establecer si tiene su origen natural o fue un invento humano. Al fin y al cabo, también la pandemia de 1918 recibió el apelativo de “gripe española” cuando en realidad la transmitieron soldados norteamericanos que habían desembarcado en un puerto francés.
El poder planetario se va a distribuir de forma distinta a como lo hemos conocido en los últimos setenta años
Dure dos semanas o dos meses (más probablemente esto último) la batalla ciudadana contra el virus, lo que se avecina tras la victoria, cuyo precio habrá que contabilizar en vidas humanas antes que en datos económicos, es una convulsión del orden social de magnitudes todavía difíciles de concebir. El poder planetario se va a distribuir de forma distinta de como lo hemos conocido en los últimos 70 años. El nuevo contrato social ya ha comenzado a edificarse además gracias al empleo masivo de la digitalización durante el confinamiento de millones de ciudadanos en todo el orbe. En el nuevo escenario, China no será ya el actor invitado, sino el principal protagonista. La eficacia de sus respuestas en las dos últimas crisis globales, la financiera de 2008 y la pandemia de 2020, le va a permitir liderar el nuevo orden mundial, cuyo principal polo de atención se sitúa ya en Asia. No por casualidad países como Corea del Sur, Singapur y Japón sobresalen en el podio de los triunfadores frente al coronavirus. Este nuevo orden mundial ha de plantear interrogantes severos sobre el futuro de la democracia y el desarrollo del capitalismo. También sobre el significado y ejercicio de los derechos humanos, tan proclamados como pisoteados en todo el orbe. Por mucho que griten los populistas es la hora de los filósofos. Uno de los más respetados en el ámbito del Derecho, el profesor Luigi Ferrajoli, llamaba precisamente desde Roma, apenas días antes de que la ciudad se cerrara al mundo, a levantar un constitucionalismo planetario, “una conciencia general de nuestro común destino que, por ello mismo, requiere también de un sistema común de garantías de nuestros derechos y de nuestra pacífica y solidaria coexistencia”. Palabras que me hubiera gustado escucharan los españoles días atrás en alguno de los mensajes a la nación, tan bienintencionados como poco inspiradores. https://elpais.com/elpais/2020/03/21/opinion/1584787828_176852.html

Hostias en la mano, infectados en misa y el diablo: las religiones frente a la pandemia en América Latina

Hostias en la mano, infectados en misa y el diablo: las religiones frente a la pandemia en América Latina
Los cultos y sus líderes tienen un rol decisivo para los fieles que buscan guía y consuelo en medio de la crisis; sus reacciones en la región varían entre la prevención y la inconsciencia
 .FELIPE BETIM CATALINA OQUENDO JACOBO GARCÍA WILFREDO MIRANDA ELIEZER BUDASOFF
São Paulo / Bogotá / México / Managua - 21 MAR 2020 - 18:35AST
Un hombre reza a las puertas de la Basílica del señor de los milagros en Colombia.
Un hombre reza a las puertas de la Basílica del señor de los milagros en Colombia.LUIS ROBAYO / AFP
El miércoles por la mañana, durante su conferencia diaria, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador sacó de sus bolsillos un par de amuletos religiosos con la oración “Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo” y dijo que esos eran sus escudos contra el coronavirus, además de la honestidad y el combate a la corrupción. Su gesto como líder de uno de los países más devotos de América Latina, y uno de los que menos medidas preventivas han implementado frente al brote global de Covid-19, encarnaba a la perfección el conflicto que representan las creencias individuales para la gestión de crisis colectivas: en una situación que exige el acatamiento masivo de criterios científicos para reducir el riesgo, fomentar el pensamiento mágico o credos personales desde una posición de poder puede tener consecuencias nefastas.


Los encuentros religiosos ya han sido identificados como focos de contagio en dos países que tenían un número relativamente bajo de casos positivos. Hace una semana, Malasia anunció que al menos 190 personas habían contraído coronavirus al asistir a un rezo masivo en una mezquita. Era el mayor aumento de casos registrado en el país, y recordaba al episodio que disparó el número de infectados en Corea del Sur en febrero, cuando una mujer conocida como Paciente 31 asistió a dos servicios de la Iglesia Shincheonji de Jesús —incluso después de desarrollar fiebre—, y provocó el contagio de más de mil personas.
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López Obrador no ha sido el único en encomendarse a las divinidades: el lunes, en un acto oficial, el presidente colombiano Iván Duque le pidió protección a la Virgen de Chiquinquirá, patrona de Colombia, para sobrellevar la crisis; el viernes, medios locales informaron que el gobierno de Costa Rica, junto con autoridades de la Iglesia, planeaban hacer sobrevolar por todo el territorio a la Virgen de los Ángeles, patrona de Costa Rica.
Mientras los Gobiernos de América Latina se debaten entre proteger lo que puedan de sus economías o proteger más la salud de sus ciudadanos, los cultos religiosos y sus líderes siguen teniendo un rol decisivo para millones de fieles que buscan consuelo y orientación en medio de la crisis, incluso más que las advertencias de la OMS de aislarse, evitar concentraciones de gente y ponerse en cuarentena si uno ha viajado a zonas de alto contagio. La paciente 1 de Colombia asistió a una Iglesia cuatro días después de volver de Italia, pero los domingos posteriores los templos volvieron a llenarse. El domingo pasado, la Basílica de Guadalupe de Ciudad de México, un centro de peregrinación mundial, estaba repleta como siempre. En Brasil, algunas de las iglesias evangélicas más poderosas han dicho que no piensan suspender sus reuniones. En Nicaragua, los obispos parecen más preocupados que los gobernantes. A medida que aumentan los casos positivos en la región, los cultos han comenzado a reaccionar. Para bien y para mal.

‘Es una táctica de Satanás’

En el Brasil de Jair Bolsonaro, sus seguidores más leales han difundido la idea de que, tal y como ha dicho el presidente, la pandemia del coronavirus es una “histeria”. Uno de ellos es el todopoderoso Edir Macedo, fundador y obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD). Se trata de una de las principales instituciones evangélicas neopentecostales de Brasil, con varias ramificaciones en Latinoamérica y Europa. El pasado domingo, Macedo divulgó un video a través de WhatsApp en el que afirma que “no hay motivos para que la gente se vuelva aterrorizada por algo que no coincide con la realidad”. Además de acusar a los medios de llevar “el temor a poblaciones y naciones”, el líder de la IURD, un empresario multimillonario que es dueño de la segunda cadena de televisión de Brasil, asegura que “por detrás de esa campaña del coronavirus hay intereses económicos”.

Un mensaje proyectado sobre el Cristo del Corcovado pide a los ciudadanos de Brasil unirse en rezos.
Un mensaje proyectado sobre el Cristo del Corcovado pide a los ciudadanos de Brasil unirse en rezos. FLORIAN PLANCHEUR / AFP

Macedo arranca el video diciendo que tiene “excelentes noticias” y recomienda el testimonio del médico patologista Ben Schmidt, que diseminó noticias falsas sobre el Covid-19 en Youtube. “Mi amigo y mi amiga, no se preocupe con el coronavirus. Porque esa es una táctica, o una táctica más, de Satanás. Satanás trabaja con el miedo, el terror. Trabaja con la duda”, afirma el predicador. “Y cuando las gente se vuelve aterrorizada, con miedo, en duda, la gente se queda débil, debilitada y susceptible. Cualquier viento se convierte en una neumonía”, añade.
Después de que se eliminara el video de Schmidt en Youtube, Macedo borró el video de sus redes sociales. Pero divulgó otro video en el que pide a los evangélicos que no busquen las noticias sobre la pandemia y las recomendaciones médicas, sino que lean la Biblia para que “la palabra de Dios” les salve de cualquier enfermedad. En Brasil, donde se registra la mayor cantidad de casos positivos en América Latina, otros líderes religiosos como Silas Malafaia, líder de la Asamblea de Dios —una de las instituciones evangélicas más grandes del país—, han dicho que mantendrán sus ceremonias religiosas pese al coronavirus.

La paciente 1 de Colombia y su visita a una iglesia

El primero de marzo, como cualquier domingo de culto, la iglesia cristiana La Casa sobre la Roca, en Bogotá, estaba atestada de fieles. Dos mil personas se reunieron ese día para una de las tres reuniones que hace el grupo religioso cada día. Entre ellas estaba la paciente 1 de Colombia. La joven de 19 años había llegado de Milán cuatro días antes y asistió al culto sin saber que estaba contagiada. Se sentó en el segundo bloque de la nave central y compartió con otros fieles un ritual de pan y una copa que se realiza en la iglesia.
“Una persona que estuvo en el tercer servicio del domingo pasado estando asintomática salió positiva para coronavirus”, les dijo días después a sus seguidores el pastor Alejandro Llanos, mientras proyectaba un mapa de la ubicación. Pidió que quienes se hubieran sentado cerca de ella entregaran sus datos y síntomas ante la brigada de emergencia de la iglesia para pasar la información al Instituto Nacional de Salud (INS). Aunque la iglesia fue “transparente”, como contó uno de los feligreses, hubo temor entre sus miembros. “Al conocer la noticia yo decidí no entrar a la iglesia porque tenía gripa y claro, me preocupé”, contó Hernán Restrepo, que toca el piano en ese templo. Consultó en una clínica y lo descartaron por no haber viajado recientemente ni compartir directamente con la paciente 1. Al músico no le hicieron el examen pero decidió autoaislarse. El Instituto Nacional de Salud recibió los datos de al menos cien feligreses con síntomas, pero no confirmó si alguien fue contagiado.

Un monja limpia una de las bancas en una iglesia de Bogotá.
Un monja limpia una de las bancas en una iglesia de Bogotá.CAMILA DIAZ/COLPRENSA/DPA

Ese fue el campanazo de alerta sobre el riesgo de este tipo de encuentros en un país tan religioso como Colombia, donde hay al menos 6.864 iglesias evangélicas y 4.000 parroquias católicas que podrían ser focos de infección de Covid-19. Sin embargo, los domingos posteriores, estos lugares volvieron a llenarse. Las iglesias se ampararon en un comunicado del Ministerio del Interior que sugería que “las comunidades religiosas y /o actos litúrgicos que superen los 500 feligreses” debían organizar “espacios dentro de sus lugares de culto, para atender dicho aforo”. Las iglesias con más recursos reforzaron la limpieza de las bancas y entregaron antibacterial al ingreso. La Conferencia Episcopal sugirió recibir la hostia en las manos pero dejó en libertad a aquellos que quisieran recibirla en la boca. En las capitales, la gente optó por eliminar el saludo de la paz. Pero no en todas fue igual. A través de las redes, feligreses preguntaban dónde podían denunciar a esos sacerdotes que estrecharan la paz sin miedo y obligaban a sus feligreses a acudir a misas. Y un pastor evangélico invitaba a violar medida. “Este virus cometió un error y fue tocar la iglesia, por eso está sentenciado a extinguirse antes de 30 días. Todas las Iglesias debemos estar abiertas, pues es la esperanza de la sociedad”, dijo.
Con los días y las medidas graduales, algunas iglesias han tomado decisiones más radicales. Aunque el gobierno ahora permite el encuentro de máximo 50 personas, hay iglesias que cancelaron todos sus encuentros. La Arquidiócesis de Bogotá suspendió todas las misas abiertas al público y solo hará las que sean funerales o aniversarios, con grupos de pocas personas que ingresarán por una puerta lateral. “Nos duele en el alma pero es una necesidad por la vida y la salud de los colombianos”, dijo el cardenal Rubén Salazar al anunciar la medida. Han tenido que usar la carta de “el Papa ya lo hizo y nos da ejemplo” para convencer a los fieles que insisten en ir.

“Para darse ‘fraternalmente la paz’ habrá que inclinar la cabeza”

Los fieles mexicanos que busquen en la fe las respuestas al coronavirus tendrán que esperar, al menos, dos semanas. Como tantas otras convocatorias que aglutinen a una gran cantidad de personas, las misas fueron suspendidas. La Iglesia católica anunció que, para evitar posibles contagios, se cancelan los oficios así como los retiros religiosos, asambleas, congresos, jornadas y catequesis. En un comunicado, la Conferencia Episcopal mexicana recomendó a sus sacerdotes usar el ‘estreaming’ para transmitir sus ceremonias mientras dure la contingencia.

Un anuncio de advertencia en la Catedral de Ciudad de México.
Un anuncio de advertencia en la Catedral de Ciudad de México.DPA

Si bien las iglesias cerrarán sin mayor inconveniente, la mayor resistencia a imponer las recomendaciones científicas sobre la tradición aflora en lo popular. En concreto, la procesión de la Semana Santa que cada año se celebra en Iztapalapa, una ciudad periférica pegada a la capital, que fue cancelada. La representación teatral de la crucifixión, que busca ser catalogada por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, reúne a decenas de actores que se preparan cada año para la representación durante el domingo de Ramos y el lunes de Pascua.
Los organizadores y las autoridades tuvieron que poner en marcha una mesa de diálogo en uno de los barrios ‘pesados’ de la capital para sofocar la indignación por la cancelación, y pactaron que se hiciera una representación sin público. El argumento para no cancelar la celebración era que se ha celebrado ininterrumpidamente desde hace 176 años y que fue precisamente una epidemia de cólera en 1843 la que dio origen a una procesión en honor al Señor de la Cuevita, que prometieron repetir cada año. Una procesión que concentra hoy, cada año, a más de un millón de personas durante dos días.
En la basílica de Guadalupe, uno de los mayores centros de peregrinación del mundo, se celebró misa con normalidad hasta el pasado domingo. Todo sucedió de acuerdo a la liturgia clásica hasta que, en el momento de darse “fraternalmente la paz”, una voz sonó desde los altavoces: “Al darnos el saludo de la paz, no lo hagamos dándonos las manos, bastará una breve inclinación con la cabeza; la sagrada comunión, será en la mano. Los que van a comulgar, colocarán la mano izquierda para recibir la hostia consagrada y con la derecha la llevarán a la boca delante de quien les ha entregado así la comunión".

La cautela religiosa y la temeridad oficial en Nicaragua

Los obispos de Nicaragua han pedido a los devotos que el Viernes Santo no haya besos en el ritual de Adoración de la Cruz. De hecho, que no haya ningún contacto físico con los santos de Semana Santa para evitar la propagación del coronavirus, que se expande rápidamente por Centroamérica.
Evitar el tradicional beso al madero de Cristo es una de las medidas anunciadas por la Conferencia Episcopal de Nicaragua de cara a Semana Santa, una tradición de profundo arraigo en este país. Aunque no cancelan las festividades religiosas, el clero sí ha limitado todos los ritos que impliquen contacto físico. En especial, pidieron a los fieles más vulnerables al coronavirus —“personas mayores de 60 años, embarazadas y niños”— no participar presencialmente de las misas y procesiones, sino que se queden en sus casas y las sigan desde las redes sociales o los medios de comunicación.

Una mujer reza en la iglesia principal de Granda, Nicaragua.
Una mujer reza en la iglesia principal de Granda, Nicaragua. INTI OCON / AFP

El cardenal Leopoldo Brenes sugirió que en las liturgias exista una distancia de un metro entre los asistentes. “Que el saludo de la paz se haga sin estrecharse las manos (…) Que la santa hostia se entregue en la mano”, insistió.
Frente a las medidas implementadas por la Iglesia, el gobierno sandinista, por el contrario, ha instado a la población a asistir a las actividades de Semana Santa y del “Plan Verano 2020”, promovido por la vicepresidenta Rosario Murillo.
“Al afirmar que mantenemos todos nuestros Planes, en desarrollo y cumplimiento, nos referimos a todo lo esbozado en las anteriores Circulares, y reforzamos la Presencia natural, según la Fé de nuestro Pueblo, en todos los Cultos, Tradiciones y Eventos Religiosos, propios de la Temporada (sic)”, ordenó Murillo. El Instituto Nicaragüense de Turismo anunció que se realizarán 80 actividades durante Semana Santa, que incluyen misas campales, conciertos, maratones, festivales, entre otras actividades.
El sábado pasado, el gobierno sandinista sorprendió al mundo al realizar en Managua una marcha que fue bautizada Caminata Amor en Tiempos del Covid-19. Medios locales informaron que ni el presidente Daniel Ortega ni la vicepresidenta Rosario Murillo asistieron a la movilización.
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