Mientras durante los meses pasados se discutía sobre un posible “grexit”, algunos destacados economistas plantearon desapasionadamente otra salida para la crisis: una retirada alemana de la eurozona. La idea es que Alemania abandonara la moneda común, despejando así la vía para que los países del sur de Europa pudieran controlar su endeudamiento con una moneda devaluada y, en consecuencia, reactivar su economía.
Ashoka Mody, de la universidad de Princeton, defendió recientemente este modelo. En un comentario publicado el 17 de julio, expuso por qué un “gerxit” (german exit) sería preferible a un “grexit”. “Es inevitable una reorganización de la unión monetaria en los próximos 25 o 30 años”, señaló Mody a DW. A su juicio, “la única pregunta es: ¿cuál es el camino más sensato? ¿Qué es lo que causará menos daño?”
Camisa de fuerza fiscal
Mody considera que el ministro alemán de Hacienda se equivoca al creer que si los griegos abandonan la eurozona, esta funcionaría sin fricciones con los restantes integrantes. “Schäuble no ve el problema en la estructura de la eurozona, sino solo en la incapacidad griega de cumplir las reglas europeas”, apunta.
Según el economista de Princeton, “si Grecia abandona la eurozona y no ocurre nada más, con seguridad pronto se presentaría otro problema como el griego. Se mantendrá el problema de que no se puede meter a economías tan diferentes en una camisa de fuerza fiscal”. Mody ve a Italia como el próximo motivo inevitable de preocupación. “No sabemos si Italia estará jamás en condiciones de pagar sus deudas”, dice. Y afirma que la salida menos destructiva sería que Alemania retomara el marco.
La eurofia del euro parece haber quedado atrás.
Promesa incumplida
La idea del “gerxit” no es nueva. Se remonta por lo menos al año 2012. En ese entonces, el inversionista George Soros escribió en un blog que, por esa vía, Alemania contaría con una moneda propia fuerte, mientras las economías más débiles podrían recuperarse con un euro devaluado. Los alemanes serían más ricos y los europeos del sur, menos pobres.
Ese mismo día, Ben Bernanke, ex jefe del Banco Central estadounidense, escribió un comentario para el influyente tink-tank Brookings Institution, en el que planteó que existen demasiadas diferencias en la eurozona: por ejemplo, en Alemania el desempleo no llega al cinco por ciento, mientras en otros países bordea el 13 por ciento. “La promesa del euro era multiplicar el bienestar y fomentar la integración europea”, indicó Bernanke, aclarando que sin embargo eso no sucede ni sucederá mientras haya tantas diferencias entre la fuerza económica de los países del área.
Una “catástrofe”
Los expertos advierten que sin una fuerte voluntad política por mantener la unión monetaria, esta se desmoronará. Mody, Bernanke y Soros coinciden en que el que menos sufriría en tal caso sería Alemania. Otros, como los profesores Iain Begg y John Ryan, del London School of Economics, consideran en cambio que una salida de Alemania de la eurozona sería un “desastre”. “Desde el punto de vista político, se ha invertido mucho capital”, indica Ryan a DW. A su juicio, “si Alemania abandonara el euro, enviaría una señal fatídica y no cabe suponer que la eurozona lo sobreviviría”.
Tanto Ryan como Begg indican que un resucitado marco alemán se convertiría de inmediato en una moneda fuerte. Pero eso representaría también un pesado lastre para los exportadores alemanes, que tendrían que enfrentar una gran pérdida de competitividad.