La inminente expiración de la tregua arancelaria entre Estados Unidos y sus socios comerciales, prevista para el 9 de julio, pone en evidencia una vulnerabilidad estructural que ha sido ignorada durante años: la excesiva dependencia de las cadenas de suministro globalizadas por parte de las principales empresas del S&P 500. Lo que alguna vez fue celebrado como eficiencia operativa hoy se convierte en un riesgo estratégico.
Empresas como Philip Morris, Cisco y Mondelez —con una presencia manufacturera mayoritariamente fuera de EE.UU.— enfrentan una tormenta perfecta. La concentración de fábricas en regiones como China, México y Europa, que antes ofrecía ventajas de costos, ahora las expone a disrupciones comerciales, tensiones geopolíticas y políticas proteccionistas.
Este fenómeno no es exclusivo de un sector. Desde tecnología hasta bienes industriales y productos de consumo, más del 60% de las fábricas en sectores clave están fuera del país. La industria de semiconductores, por ejemplo, tiene más del 60% de sus plantas en Asia y Europa, lo que la convierte en un blanco directo de cualquier represalia arancelaria.
La globalización, en su forma más pura, ha sido una apuesta por la eficiencia. Pero en un mundo cada vez más fragmentado, esa apuesta necesita ser reevaluada. Las empresas deben repensar sus estrategias de localización, no solo por razones económicas, sino por resiliencia y sostenibilidad a largo plazo.
El 9 de julio no solo marcará el fin de una tregua comercial. Podría ser también el inicio de una nueva era en la que la diversificación geográfica y la soberanía industrial vuelvan a ocupar un lugar central en la agenda corporativa.
Con información de bloomberglinea
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