Rafael “Fello” Suberví Bonilla: Un político de proximidad, un ser humano de principios
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Por Darwin Feliz Matos
En tiempos donde la política se ve cada vez más alejada de la gente, la figura de Rafael “Fello” Suberví Bonilla se alza como un símbolo de la política cercana, solidaria y comprometida con los sectores más vulnerables. Su fallecimiento marca el final de una etapa histórica, pero también reafirma la vigencia de un legado profundamente humano y político.
Fello fue mucho más que un dirigente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Fue un militante de tiempo completo, un hombre que vivió, creció y murió abrazado a los ideales de justicia social, democracia y lealtad partidaria que caracterizaron al pensamiento de su mentor y amigo, José Francisco Peña Gómez. Su fidelidad inquebrantable al PRD y a Peña Gómez no fue solo política, sino afectiva, ideológica y profundamente humana.
Como compañero de boleta del expresidente Hipólito Mejía, alcalde del antiguo Distrito Nacional, diputado y ministro de Turismo, Suberví Bonilla demostró siempre una alta vocación de servicio. Su paso por cada una de esas funciones estuvo marcado por la cercanía al pueblo, la apertura al diálogo y una sensibilidad que hoy escasea entre muchos servidores públicos. Era un político que no se escondía tras un escritorio; caminaba los barrios, escuchaba a la gente, daba la cara y tendía la mano.
Fello representaba una forma de hacer política que se está perdiendo: la política del contacto directo, del abrazo, del consejo franco y del gesto solidario. Era amigo de sus amigos, leal hasta el final, y poseía una capacidad singular para conectar con los sectores populares, no desde el paternalismo, sino desde la empatía y el respeto.
Su legado humano es tan robusto como su trayectoria política. Muchos lo recuerdan por su solidaridad permanente, su compromiso con los más desposeídos y su firmeza de carácter. Tenía un don especial para la conciliación, una voz firme cuando se trataba de defender causas justas, y una humildad que le permitía mantener los pies en la tierra incluso cuando ocupaba altas posiciones del Estado.
Fello Suberví fue, sin duda, un referente de la vieja guardia política dominicana, pero también un ejemplo vigente para las nuevas generaciones. Su vida es testimonio de que la política puede ejercerse con dignidad, transparencia, respeto por el otro y amor por la patria.
Lo recuerdo en el año 2010 al frente del Comando Metropolitano del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), junto a Tonty Rutinel Domínguez, conformando una dupla incansable de liderazgo y compromiso político. Ambos desplegaron un arduo trabajo territorial, recorriendo sin descanso los barrios y comunidades del Gran Santo Domingo y Monte Plata. Su estilo de hacer política se distinguía por la cercanía auténtica: visitaban a los compañeros en sus hogares, escuchaban con atención sus inquietudes y compartían con sencillez un café antes de presentar sus propuestas. Era una política de base, humana, directa y profundamente respetuosa del sentir popular.
Hoy más que nunca, su legado nos interpela a recuperar el sentido humano de la política. A entender que servir al pueblo no es un privilegio, sino una responsabilidad. Que la lealtad a los ideales no es una moda, sino un principio ético. Y que la solidaridad no se predica, se practica, como Fello lo hizo toda su vida.
La partida de Fello Suberví deja un vacío en la política dominicana, pero también una luz encendida: la de su ejemplo, su obra y su inquebrantable compromiso con el pueblo.
Descanse en paz un verdadero político de la gente.