La humanización, eje central de la buena práctica médica
Especialistas coinciden en que sin empatía y compasión la medicina pierde su razón de ser, aun con avances tecnológicos
Alertan que la deshumanización del sistema de salud afecta la calidad y la dignidad del paciente
Edilí Arias | 18.12.2025

Santo Domingo.- La buena medicina no se mide únicamente por la sofisticación de los equipos, la precisión de los procedimientos o la modernidad de las infraestructuras hospitalarias. Se mide, sobre todo, por el trato humano con el que se atiende a las personas.
Esa fue la idea central del diálogo profundo sostenido por eldoctor José Joaquín Puello, presidente de la Ciudad Sanitaria Luis Eduardo Aybar; la doctora Glendis Ozuna Feliciano, directora del Centro de Educación Médica de Amistad Dominico-Japonesa (CEMADOJA); y Kota Sakaguchi, representante residente de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) en República Dominicana, en el Periódico El Día.
Trato humano
En un contexto caracterizado por la presión económica, la sobrecarga de los servicios de salud y el desgaste del personal sanitario, los tres expertos coincidieron en una premisa fundamental: sin compasión, empatía y respeto por la dignidad del paciente, la medicina pierde su razón de ser.
Frente a los desafíos actuales del sistema sanitario, la humanización se presenta como un elemento indispensable para garantizar una atención verdaderamente integral.

https://eldia.com.do/por-que-la-humanizacion-es-clave-para-una-buena-atencion-medica/
La humanización como esencia de la buena práctica médica
Por Luis Orlando Díaz Vólquez
La calidad de la medicina no se define únicamente por los avances tecnológicos ni por la modernidad de los hospitales, sino por la forma en que se trata a las personas que buscan alivio y acompañamiento en momentos de vulnerabilidad. Esa fue la reflexión compartida por el doctor José Joaquín Puello, la doctora Glendis Ozuna Feliciano y el representante de JICA, Kota Sakaguchi, quienes coincidieron en que la humanización es el corazón del ejercicio médico.
Para el doctor Puello, la compasión y la empatía no son complementos, sino la base misma de la profesión. Sostiene que un médico que no cree en la humanización no debería ejercer, pues cada paciente merece ser atendido como un familiar cercano. Asegura que la actitud del profesional influye directamente en la evolución del enfermo y recuerda que la medicina es una vocación que exige entrega permanente, no un medio para enriquecerse.
La doctora Ozuna Feliciano amplía esta visión al señalar que la humanización es responsabilidad de todos los actores del sistema de salud. En CEMADOJA, explica, se trabaja de manera transversal para que cada colaborador, desde seguridad hasta especialistas, reciba formación continua en comunicación empática y trato digno. Un ambiente laboral positivo, afirma, se refleja en la experiencia del paciente y contribuye a aliviar el componente emocional que acompaña muchas enfermedades.
Desde la cooperación internacional, Sakaguchi destaca que la JICA mantiene un compromiso histórico con el país, impulsando proyectos que combinan infraestructura con formación humana. Subraya que la humanización es un principio esencial para Japón, pero siempre respetando la cultura local y promoviendo un modelo construido de manera conjunta.
La conclusión es clara: sin humanidad, la medicina pierde su propósito. Humanizar no es un lujo ni una tendencia, sino la condición indispensable para brindar una atención que cure, acompañe y dignifique.
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La humanización no es un complemento en la atención médica: es su esencia.
En un sistema de salud cada vez más presionado por la demanda, la tecnología y los procesos, corremos el riesgo de olvidar lo más importante: detrás de cada diagnóstico hay una persona que siente, teme y espera ser tratada con dignidad.
La empatía, la escucha activa y el respeto no son gestos opcionales. Son herramientas clínicas que impactan directamente en la recuperación del paciente y en la calidad del servicio. Formar profesionales de la salud implica enseñar ciencia, pero también cultivar valores.
Cuando el trato humano se convierte en prioridad, la medicina recupera su propósito más profundo: sanar, acompañar y dignificar.
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