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¿Negociación o rendición? Claves estratégicas tras las concesiones a Rusia
Renunciar antes de negociar, el error que puede costar la guerra
Nelson Espinal Báez
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Nelson Espinal Báez |
En toda negociación compleja —especialmente cuando están en juego soberanía, legitimidad y seguridad regional— hay un principio que difícilmente admite excepción: no se debe ceder lo esencial antes de establecer las condiciones de la mesa y mucho menos sentarse en ella.
La diplomacia, entendida como parte de una estrategia integral de nación, se construye desde la correlación de fuerzas, la percepción de poder y el manejo inteligente de la narrativa y el tiempo. Ceder, sin un propósito estratégico ni expectativas de reciprocidad, no es negociar: es renunciar anticipadamente al terreno sobre el que debería edificarse un acuerdo.
Esta preocupación no es nueva. Ya en febrero advertíamos que "la estrategia de Estados Unidos hacia Ucrania ha pasado de ser una defensa de principios a una transacción condicionada por recursos naturales y fatiga política" (La estrategia necesaria para Ucrania y Occidente, Diario Libre). Hoy, la secuencia de decisiones acumuladas confirma esa deriva.
Este patrón de conducta diplomática se traduce en una serie de decisiones concretas adoptadas por Estados Unidos bajo la administración del presidente Donald Trump en relación con el conflicto. A continuación, se enumeran, de forma objetiva, algunas de las más relevantes:
1. Descartar públicamente el ingreso de Ucrania a la OTAN, debilitando su aspiración geoestratégica fundamental.
2. Responsabilizar al presidente Zelensky por la guerra, trasladando parte de la culpa del conflicto desde Moscú hacia Kiev.
3. Apartar al general Keith Kellogg como enviado especial, a petición indirecta del Kremlin, por considerarlo demasiado afín a Ucrania.
4. Deslegitimar a Zelensky como interlocutor válido, alineándose con la narrativa rusa de que su mandato ha expirado, pese a que el Parlamento ucraniano lo extendió conforme al marco constitucional en tiempos de guerra.
5. Cuestionar el compromiso con el Artículo 5 de la OTAN, al sugerir que EE. UU. podría no responder a un ataque contra un aliado que no cumpla con sus obligaciones de gasto en defensa.
Como analizamos previamente, "los errores diplomáticos del pasado —como la ambigüedad sobre la no expansión de la OTAN— están siendo explotados por Moscú con fines estratégicos" (Estrategias en conflicto, Diario Libre). La actual fragilidad en el compromiso atlantista no puede entenderse sin este trasfondo histórico.
6. Reconocer que Ucrania tendrá que "ceder algo", en clara alusión a los territorios actualmente ocupados por Rusia.
7. Negociar con Rusia sin incluir a Ucrania ni a Europa, debilitando la coordinación transatlántica y la voz del país directamente afectado.
8. Suspender temporalmente el apoyo militar e inteligencia a Ucrania, lo que coincidió con retrocesos tácticos en el frente de Kursk.
9. Votar en contra de una resolución de la ONU que condenaba la invasión rusa, rompiendo el consenso internacional que hasta entonces había respaldado a Kiev.
10. Abandonar el grupo internacional encargado de investigar crímenes de guerra rusos en Ucrania, reduciendo la presión jurídica sobre Moscú.
11. Anunciar posibles reducciones de tropas en Europa, debilitando el escudo militar de la OTAN en el continente.
12. Proponer una "paz inmediata" bajo condiciones favorables a Rusia, sin exigir la retirada de tropas ni el reconocimiento de responsabilidades por las violaciones al derecho internacional.
Estas decisiones, más que inducir a Moscú a una negociación razonable, refuerzan su convicción de que puede ganar sin ceder nada.
Lo que enseña la teoría de la negociación
Desde la perspectiva de la negociación estratégica, estas concesiones generan una paradoja peligrosa: en lugar de acercar una solución justa y duradera, debilitan el proceso, desequilibran la mesa e incentivan al agresor a pedir más.
A. Ceder antes de negociar debilita el apalancamiento. Las concesiones deben ser parte del proceso negociador, no su punto de partida. Entregar valor sin obtener compromisos recíprocos disminuye la capacidad de presión y erosiona la simetría de la mesa.
B. Putin no cede porque percibe una posición de fuerza. Rusia ha consolidado control territorial, resistido las sanciones y proyectado la imagen de que el tiempo juega a su favor. Ya advertimos que "el Kremlin no concibe la negociación como un espacio de resolución, sino como una herramienta para reposicionarse estratégicamente y continuar el conflicto" (Para conocer a Putin: Manual de Negociación del Kremlin, Diario Libre).
C. El riesgo es transformar la negociación en una claudicación estructurada. Cuando una parte renuncia a principios, legitimidad y control territorial sin garantías ni reciprocidad, lo que se firma ya no es un acuerdo: es la formalización de una retirada estratégica.
¿Negociar o rendirse?
Negociar no necesariamente es sinónimo de ceder. Es un proceso riguroso que exige claridad de intereses y objetivos, firmeza en los principios y flexibilidad al servicio de un propósito superior. La diplomacia eficaz no parte de la ingenuidad, sino de la comprensión profunda del poder, del momento, del contexto y de la contraparte.
En un conflicto donde también se disputa la narrativa, no podemos perder de vista —como escribimos en otro momento— que "las guerras se libran no sólo con armas, sino con legitimidades. También se disputan en el terreno simbólico" (Ucrania: la realidad de los relatos en conflictos, Diario Libre).
La diplomacia, para ser efectiva, no puede reducirse a gestos aislados o transacciones tácticas: debe ser expresión coherente de una visión de nación. Cuando no lo es, deja de ser herramienta de solución para convertirse en vehículo de vulnerabilidad.
Si se aspira a una paz sostenible, deben protegerse tres pilares esenciales, que también constituyen criterios objetivos de legitimidad internacional: el reconocimiento de Ucrania como Estado soberano, la cohesión de Occidente y la vigencia del derecho internacional como marco de referencia común.
Lo contrario —una negociación forzada, desequilibrada y precipitada— no pondrá fin al conflicto. Solo abrirá la puerta a su próxima versión, más costosa, menos legítima y mucho más peligrosa.
Ceder puede formar parte de una negociación bien conducida. Pero hacerlo sin equilibrio, sin garantías y sin propósito estratégico es claudicar por etapas. En este caso, más que lograr la paz, se corre el riesgo de establecer el precedente de que la fuerza impone y la diplomacia confirma.
Si se aspira a una paz sostenible, deben protegerse tres pilares esenciales, que también constituyen criterios objetivos de legitimidad internacional: el reconocimiento de Ucrania como Estado soberano, la cohesión de Occidente y la vigencia del derecho internacional como marco de referencia común.
https://www.diariolibre.com/opinion/en-directo/2025/04/22/claves-estrategicas-tras-las-concesiones-a-rusia/3082896