ANALISTA
Una crisis autoinfligida de deuda a la vuelta de la esquina
Lunes, 14 de agosto de 2017
Paul Krugman
Las probabilidades de que haya una crisis de deuda en Estados Unidos ahora son bastante altas: los republicanos de la línea dura están ansiosos de tomar a la economía como rehén; los demócratas no están de humor para hacer concesiones y el presidente Trump es rencoroso e ignorante. Así que es muy probable que más o menos para octubre llegue un día en el que el gobierno estadounidense deje de pagar algunas de sus cuentas, incluyendo los intereses sobre la deuda.
¿Qué tan malo puede ser? La verdad es que no sabemos, pero hablar de por qué no sabemos puede servir de algo.
Hasta ahora, la deuda de Estados Unidos había ocupado un lugar especial en la economía mundial debido a que es, o era, el principal activo seguro, digamos aquello que podíamos usar para asegurar transacciones sin cuestionarnos si conservaría su valor. En cierto modo, el dólar es para otras divisas lo que el dinero es para otros activos, la deuda en dólares es la forma en la que los dólares se mantienen con la máxima seguridad.
Acabar con esa función puede ser muy malo. Una interpretación famosa de la crisis financiera de 2008 es que se trató de “una escasez de activos seguros”: cuando la gente se dio cuenta de que esos valores AAA diseñados a partir de préstamos de alto riesgo no eran la gran cosa, salieron en desbandada en busca un suministro inadecuado de algo seguro. Privemos a la gente de deuda en dólares como activos seguros y preparémonos para lo peor.
Entonces la pregunta es si una interrupción en los pagos realmente acabaría con el lugar especial que tiene la deuda de Estados Unidos.
Supongamos que todos esperamos que los pagos normales se reanuden, con los intereses correspondientes, en un par de semanas. En ese caso, hasta un pequeño descuento en, digamos, los bonos del Tesoro los convertiría en una muy buena inversión, así que básicamente aparecerían los especuladores y respaldarían el valor de la deuda de Estados Unidos, a pesar del impago temporal. En tal caso, la falta de pago no sería un gran problema.
El gran problema vendría si los inversionistas ven el impago no como un fallo temporal, sino como un signo de disfunción crítica y perdurable en el gobierno estadounidense. Si ese fuera el caso, no necesariamente aparecerían para comprar deuda de Estados Unidos, y su confianza en toda la estructura económica sufriría un golpe grave.
Claro está, por supuesto, que esto es poco probable. Para que el impago de un gobierno solvente se considere algo más que un mero fallo, habría que creer que tenemos una división partidista infranqueable, en la que un partido está dominado en su mayoría por extremistas, y un presidente ignorante, incompetente y vengativo. Ay, momento…
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