EN PLURAL
Por el país, y por Cervantes
Yvelisse Prats Ramírez De Pérez
Puntos de vista sábado, 22 de octubre de 2016
Cervantes lo afirmó, lo testimonió escribiendo “El Quijote”, obra maestra del castellano, que ofrece lecciones diversas, retóricas, geográficas, éticas.
“La lengua es puerta magna por donde se entra a todas las ciencias”, dijo Cervantes.
Los maestros de hace 50 años, nunca tuvimos dudas al respecto. Era una especie de catecismo no impuesto, sino basado en la convicción de TODOS los profesores/as, que no importa la asignatura que enseñara, se preocupaban y ocupaban porque los alumnos leyeran, escribieran y entendieran nuestra lengua.
Las correcciones de las tareas, hechas con tinta roja, subrayaban faltas ortográficas, sea cual fuera la asignatura.
Los profesores mantenían el oído atento para evaluar lo que se llamaba “lectura expresiva” que exigía dominio absoluto en la interpretación de los signos de puntuación, incluidos los de interrogación y admiración.
La comprensión lectora, cuya deficiencia en los/as estudiantes dominicanos se manifestó en “evaluaciones internacionales” de UNESCO, era motivo de especial cuidado.
Recuerdo un ejercicio para comprobar esa deseada comprensión. Mis estudiantes leían una página de “Platero y yo”. Retirado el libro, respondían a preguntas sobre lo leído, y finalizaban conversando sobre el burrito y el autor, Juan Ramón Jiménez, integrando así el aprendizaje de la lengua oral con la lectora.
Los profesores de Lengua y Literatura, teníamos la responsabilidad principal de enseñar la asignatura, pero al mismo tiempo en la vigilancia sobre la adquisición de las competencias en la lecto-escritura. Contábamos con la colaboración de todos los otros docentes, de Matemática, Ciencias Sociales, Naturales, que incluían en sus correcciones, el área de la lengua.
Un maestra de Física, de moño apretado y soltería empedernida, se hizo famosa por sus correcciones, llegó a trazar con rasgos fuertes, signos de exclamación horrorizados ante una H mal puesta.
Esa devoción compartida de los/as maestros de antaño por preservar, no la pureza, sino la inteligibilidad de la lengua para que pudieran ser útil instrumento de comunicación, y de aprendizaje “de todas las ciencias”, parece haber desaparecido, por lo menos disminuido en los últimos años.
Cada vez más frecuentes son los desencantos, y el asombro que sentimos los viejos docentes cuando al leer una carta, al evaluar un ensayo, hasta en una tesis encontramos faltas elementales, abusivas formas de estructurar el texto, falta de sintaxis gramatical que denota la poca coherencia intelectual de quien escribe.
Y como la memorización, que creíamos vencida porque desde Hostos hasta acá la combatimos, ha vuelto por sus fueros, no es extraño encontrar al comienzo de una definición un “sin embargo”, sin pies ni cabeza, porque se leyó en el texto así, y así quedó al “embotellarlo”.
Leer y escribir bien no son ya capacidades apreciadas en nuestra sociedad.
La mayoría de los profesores de la materia, arrastrando deficiencias de base, no son modelos a seguir, no se esfuerzan en despertar en sus estudiantes el amor por la lengua que antes proyectaban los maestros en el éxtasis ante Lope de Vega, pasando por sor Juana Inés de la Cruz, hasta llegar a los dominicanos, Fabio Fiallo, Moreno Jiménez, Franklin Mieses Burgos.
Pero lo peor, lo más agudo de esta deficiencia lingüística que nos impide conocer y avanzar a todas las ciencias, es la INCOMPRENSI”N LECTORA.
El que lee, y no entiende lo que lee, no sabe leer. Balbucear fonemas hilvanando las letras, las sílabas, con las oraciones escritas, no es leer; ni siquiera en la etapa inicial de alfabetización. Y eso pasa en República Dominicana.
El que tiene en sus manos, como yo, las evaluaciones de UNESCO, sabe que la tarea más urgente, impostergable del sistema educativo nacional, es devolver a nuestros niños y jóvenes la llave de la comprensión lectora que abre la puerta de la que habló Cervantes.
No se vale acudir a las TICS.
La tecnología no ha suplantado el cerebro humano. Al contrario, le deben a él su existencia. Por más “tabletas”, “teléfonos inteligentes”, “computadoras” que posean los estudiantes, si no saben entender lo que aparece en sus aparatos ¿De qué le servirán?
Escuchemos al ilustre Manco, de Lepanto. No permitamos que las generaciones jóvenes queden paralizadas ante la puerta grande de la Lengua, cerrada porque la llave de la comprensión lectora se ha perdido. Búsquenla, en las universidades, los institutos formadores de docentes, con el apoyo de la ADP.
Una consulta a viejos maestros de Lengua Española y a los estudiantes de otras épocas, que son actualmente intelectuales, manejadores estupendos de la lengua, no estaría sobrando.
Lo que sea, hay que hacerlo pronto. Porque cuando no se entienda nada, ni siquiera se comprendan las letras de nuestro Himno, se perderá el sentido de la ínsita histórica y auténtica identidad nacional. Evitémoslo, por nuestro país, y por Cervantes.
http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2016/10/22/440088/por-el-pais-y-por-cervantes
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