Messi es mejor que Maradona
El Barça posee un amplio sentido del juego, ha aumentado su repertorio, pero dispone de un solista único, imposible de defender
El Barça suena como una banda de rock, no necesita videos de motivación, ni se maneja con material sensible, endurecido y alejado de su histórica sentimentalidad, empeñado en alcanzar el triplete sin concesiones de ningún tipo después de conquistar la Liga y ayer la Copa. Tiene ahora el equipo un amplio sentido del juego, aumentó su repertorio futbolístico, a veces para resistir y en ocasiones para marcar diferencias, y dispone de un solista único, excelso, imposible de defender en zona o a partir de una marca individual, como pretendió anoche Balenziaga. Nada que ver con los tiempos de Maradona y Goikoetxea: si Diego sufrió al Athletic, el Athletic es hoy víctima de Messi.
Messi mueve al mundo desde un rincón del campo, el sitio del clásico extremo derecho, el del 7. Aunque lleva el 10 como Maradona, sus goles son extremadamente difíciles, inéditos, nunca vistos, ninguno como el 0-1, puede que más complicado incluso que el de Getafe, aquel que le emparentó a Diego. Tomó la pelota de Alves en su costado, se esfumó ante tres defensas, aguantó la entrada de Mikel Rico, recortó a Laporte y remató seco y duro al palo de Herrerín. Un gol sin precedentes, solo al alcance del argentino, escurridizo, hábil y rápido, excelente en el cambio de ritmo, desequilibrante en el regate y disuasorio en el tiro, futbolista técnico, fuerte y veloz, un 10.
El tanto tuvo un peso definitivo sobre una final que se disputaba a golpe de tambor porque el Athletic se sentía en San Mamés. Jugaban los rojiblancos con intensidad, virilidad y hombría, a gusto con la tensión ambiental, hasta que compareció Messi. Los barcelonistas contaron una ocasión cada vez que compareció el 10, como pasó en el 0-2 de Neymar, habilitado por Luis Suárez. El trío de delanteros batió el récord goleador que tenía el triplete del Madrid (Cristiano, Benzema e Higuaín) desde 2012: 120 contra 118. No hay antídoto de momento contra Messi-Neymar-Suárez, vestidos para matar en un equipo coral, capaz de disputar distintos partidos en uno, también en una final de Copa.
Hay momentos de calma que se juegan como quiere Busquets o Xavi. También se cuentan minutos de gran despliegue, el juego de Rakitic. Y después están los instantes deliciosos en que combinan Neymar, Suárez y Messi, surtidos por los interiores y los laterales, sobre todo Alves, excelente en el 0-3 del 10, más listo y veloz que tres zagueros del Athletic. A los azulgrana les dio lo mismo ser visitantes en su estadio, en la cancha y en la grada, copado el Camp Nou por una marea rojiblanca tan tupida que se contaban dos hinchas del Athletic por cada uno del Barça. Y asumieron igualmente sin pestañear la condición de favoritos, jugaron como campeones de Copa.
Tiene el barcelonismo una fe ciega en el equipo de Luis Enrique. Nadie quiere saber nada de elecciones ni del Espai Barça, concentrada la afición en el triplete después del doblete y por tanto en el partido del sábado en Berlín. La Juventus será un rival diferente del Athletic, un buen cliente para el Barça en la Copa. Al equipo vasco, orgulloso y recompensado con el gol del honor, le fallaron los laterales y la defensa, desbordados por Messi, Suárez y Neymar, siempre excesivo y provocador, en lo malo y lo bueno. Ya se sabe que en las bandas del rock también está el músico perverso, hoy reencarnado en Neymar.
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