19 junio, 2015
Los episodios políticos nacionales e internacionales no pueden ser escritos sin subrayar las alianzas y pactos que matizaron muchos momentos históricos. La correlación de fuerzas obliga, en ciertas circunstancias, la búsqueda de acuerdos y puntos comunes entre diferentes actores para lograr un fin.
Podemos mencionar el pacto de Punto Fijo, en Venezuela, donde Acción Democrática (AD), el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) y la Unión Republicana Democrática (URD) se comprometieron a reinstaurar la democracia, luego de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, realizando elecciones libres y formando un Gobierno de Unidad Nacional. También, los Pactos de la Moncloa, claves en la transición política española, entre el gobierno de Adolfo Suárez y los partidos con representación parlamentaria, son dignos de referencia.
La construcción de la democracia dominicana no ha estado ajena a esta realidad. En el 1974, el Acuerdo de Santiago, encabezado por el PRD, buscaba frenar la reelección balaguerista. Pero antes de la salida de Juan Bosch del PRD, se había formado el Bloque de la Dignidad Nacional con el mismo propósito.
Años después, Peña Gómez planteó la posibilidad de una alianza con el PLD para enfrentar el régimen de Joaquín Balaguer, y retomar la estabilidad democrática en el país. En el 1994, el líder perredeísta formó el Acuerdo de Santo Domingo, junto a un sector del PRSC, y otras organizaciones políticas con el fin de acabar con los abusos y la corrupción del balaguerismo.
Luego de las fraudulentas elecciones de ese año, Peña y Balaguer firmaron el Pacto por la Democracia, estableciendo nuevas elecciones para el 1996, la anti-reelección presidencial en la Constitución, y la necesidad de obtener el 45% más 1 de los votos para ganar en primera vuelta. Esto luego fue manipulado por los peledeístas y Balaguer, elevando el porcentaje al 50% más 1, a sabiendas de que Peña Gómez ganaba de calle si no hacían esa nefasta maniobra.
Para la segunda vuelta electoral del 1996, se formó el Frente Patriótico, donde Balaguer apoyó al PLD contra Peña Gómez y el PRD. Increíble pero cierto: el partido de Bosch pactaba con el enemigo que durante tantas décadas enfrentó. Los artífices de esa alianza, que se encargó de realizar una campaña sucia, deshonesta y maligna contra Peña Gómez, son los que hoy día pactan con el PRD.
Peor aún son los actuales miembros del PRD, que en el 2010 sellaron un acuerdo para hacer una Constitución anti-reeleccionista. El denominado “Pacto de las Corbatas Azules” nunca tuvo un contenido ideológico o una reivindicación histórica. Siempre fue un sueño que se vendieron Miguel Vargas Maldonado y Leonel Fernández, confiados de que el primero alcanzaría la presidencia en el 2012, y el segundo volvería en el 2016. Ambos no miraron más allá del presente, subestimaron a sus contrincantes internos, y perdieron la jugada armada en base a una reforma constitucional.
Ahora en el 2015, el PRD y el PLD pactan con miras a las elecciones del 2016. Una alianza basada en prebendas, que desenmascara el discurso anti-reeleccionista que tanto sustentó Vargas Maldonado, y que entierra al PRD.
El PRD que encabezó alianzas y suscribió pactos por el bienestar de nuestra sociedad, por primera vez en la historia no participará con candidato propio en unas elecciones. Justificar el acuerdo con el PLD bajo los contextos mencionados anteriormente, es desconocer la historia política de nuestro país, y sobretodo la lucha democrática del PRD.
http://hoy.com.do/de-pactos-alianzas-y-otros-acuerdos/
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