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Trump rompe su silencio y se pronuncia sobre el ataque de EE.UU. contra Siria
Publicado: 8 abr 2017 15:05 GMT| Última actualización: 8 abr 2017 15:15 GMT
El mandatario estadounidense ha felicitado a los militares por el ataque de este viernes.
Carlos Barria Reuters
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El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha felicitado a los militares de su país con motivo del ataque con misiles de crucero que Washington lanzó este viernes contra la base aérea Shayrat, en la provincia siria de Homs.
"Felicitaciones a nuestros grandes militares, hombres y mujeres, por representar tan bien a EE.UU. y al mundo en el ataque en Siria", escribió el mandatario norteamericano en su cuenta de Twitter.
Se trata del primer comentario que ofrece Trump después de que en la madrugada de 7 de abril ordenara el lanzamiento de 59 misiles de crucero tipo Tomahawk desde dos destructores, el USS Porter y el USS Ross, que se encuentran en el Mediterráneo.
Trump logra su primera victoria política con el ataque a Siria
El golpe tensa la relación con Moscú, cambia la configuración del conflicto sirio y lanza una advertencia a Irán y Corea del Norte. El ataque logra un amplio respaldo interior y exterior
Cuatro minutos bastaron a Donald Trump para erigirse en guardián del orden mundial. El presidente de EEUU rompió con sus tesis aislacionistas y logró el jueves su primera victoria política con un ataque sorpresa al régimen de Bachar el Asad. 59 misiles Tomahawk arrasaron la base áerea de Shayrat (Homs) en represalia por el bombardeo con armas químicas que el martes acabó con 86 vidas. Un golpe de precisión que tensa la relación con Moscú y lanza una clara advertencia a Irán y Corea del Norte: EEUU disparará contra quien cruce sus líneas rojas. Con las imágenes de los niños gaseados en la retina, Trump recibió por primera vez un amplio respaldo dentro y fuera de su país.
El multimillonario ha hecho de la imprevisibilidad un arma. Durante años rechazó cualquier ataque a El Asad. “¡No ganamos nada y solo nos ocurrirán cosas malas!”, llegó a tuitear en agosto de 2013 cuando Barack Obama sopesaba una acción militar en Siria por el ataque químico que sesgó la vida a 1.400 civiles en las afueras de Damasco. Fue una posición que mantuvo en campaña y que esta misma semana aún defendía su Administración. “Uno escoge sus batallas y nuestra prioridad no radica en expulsar a El Asad”, dijo la embajadora ante la ONU, Nikki Haley.
Monolítica y reiterada, nada parecía poder cambiar esta doctrina aislacionista hasta que el martes el horror llamó a las puertas de la Casa Blanca. El brutal bombardeo lanzado por aviones sirios contra población civil en Jan Sheijun golpeó al propio presidente. Las imágenes de los niños fulminados por el gas tóxico le llevaron, confesó, a cambiar su actitud con El Asad. “Es horrible. Ha cruzado muchas líneas rojas”, admitió.
Desde aquel momento, la posibilidad de una respuesta militar empezó a ganar puntos. El secretario de Estado, Rex Tillerson, endureció su discurso, y el Pentágono admitió que estudiaba una intervención. Pero nadie pensó que el ataque fuese a precipitarse tan vertiginosamente. Washington empleó a fondo este elemento sorpresa.
En secreto, el Consejo de Seguridad Nacional, bajo las órdenes del general Herbert Raymond McMaster, diseñó tres posibles represalias. El presidente eligió la menos sangrienta. Y sin decir nada, prosiguió su agenda.
El jueves mantuvo una reunión trascendental con el presidente chino en su mansión de Mar-a-Lago (Florida). Una hora después de la cena oficial y sin aviso al Congreso, daba comienzo el ataque. Eran las 20.40. Desde los destructores USS Porter y USS Ross, en aguas del Mediterráneo oriental, los misiles Tomahawk partieron hacia la base de Shayrat. A lo largo de cuatro terribles minutos impactaron en hangares, almacenes de combustible, silos de munición, sistemas de defensa aéreos y radares.
El objetivo había sido elegido con sentido político y militar. Era la pista de donde despegaron los aviones que bombardearon Jan Sheijun. La destrucción fue casi completa, aunque evitó los depósitos de gas. “La meta era acabar con la capacidad de desplazar armas químicas, no con ellas, eso podría haber causado una matanza”, señaló una fuente militar. “Se han adoptado medidas extraordinarias para evitar bajas civiles y rebajar al mínimo los riesgos del personal de la base aérea”, detalló el Pentágono. En este afán, Moscú fue alertado antes de la intervención. Ninguno de los militares rusos destinados en la base falleció. Peor suerte corrió el bando sirio: al menos seis soldados del régimen murieron. El gobernador del Homs elevó la cifra a 16 personas, cuatro de ellas niños.
Al finalizar la operación, el presidente se dirigió al país. Dejó de lado las dudas y responsabilizó directamente al “dictador” sirio de la escalada: “Usando gas mortal, Asad segó la vida de hombres, mujeres y niños indefensos. Fue una muerte lenta y brutal. Incluso hubo bebés asesinados cruelmente en este ataque bárbaro. Ningún hijo de Dios debe sufrir tal horror”.
Bajo esta premisa, Trump marcó las directrices de su futura política en Siria. Tras aplastar de un manotazo la zigzagueante línea seguida por Obama, estableció que por “seguridad nacional” no consentirá el empleo de armas químicas. “Años de intentos para cambiar la conducta de El Asad han fallado de forma drástica. En consecuencia, la crisis de los refugiados se ha ahondado y la región sigue sin estabilidad y amenazando a Estados Unidos y sus aliados”, afirmó. Para concluir, llamó a las “naciones civilizadas” a luchar contra el terrorismo y la “carnicería en Siria”.
Las implicaciones del operativo, efectuado de espaldas a la ONU, son múltiples. En una primera lectura, los misiles marcan un camino sin retorno con el régimen sirio. El Asad ya no es asumido como un mal menor por la Administración Trump. Ahora ha pasado a ser un dictador y asesino. Y por primera vez en seis años de conflicto, después de 320.000 muertos y 10 millones de desplazados, Estados Unidos le ha atacado.
Más compleja es la relación con Moscú. Trump siempre se ha manifestado como un admirador de Vladímir Putin. En su panteón ideológico, el presidente ruso forma parte de esa constelación de hombres resolutivos y defensores de los intereses patrios en la que él mismo se ve reflejado. Con Putin, el presidente de Estados Unidos decidió centrar su estrategia en Siria, no en cuestiones humanitarias, sino en la liquidación de las bases terroristas del ISIS. El camino a esta cooperación, que debía definirse en el viaje de Tillerson la próxima semana a Moscú, se ha tropezado con el ataque químico.
El gran padrino de El Asad ha negado contra toda evidencia la implicación del régimen en la barbarie de Jan Sheijun. Después de denunciar la “ilegítima intervención estadounidense", el Kremlin suspendió misiones aéreas conjuntas en Siria, anunció que reforzaría las defensas de la aviación del régimen y arremetió contra Washington en el Consejo de Seguridad de la ONU. Su retórica evidenció el malestar ruso por la agresión a un aliado, pero se topó con un muro de tranquilidad por parte de Washington.
El Pentágono recalcó que el preaviso a Moscú había mostrado que la comunicación sigue abierta y se apresuró a señalar que la estocada al régimen de El Asad era un “ataque único”, una operación quirúrgica destinada a evitar nuevos horrores químicos. Pero en el abismo de Oriente Medio, donde cada golpe lleva a otro mayor, la incógnita sigue en el aire. La contestación vendrá indudablemente de Siria, donde Washington mantiene 900 soldados en misiones antiterroristas, aunque también hay que buscarla en Estados Unidos.
Trump lleva sólo 79 días en el cargo y su valoración es la más baja de un presidente a estas alturas de mandato. El operativo ha representado una apuesta de alto riesgo. Ha roto con su esencia aislacionista y le ha metido de cuerpo entero en el avispero Oriente Próximo. A su favor ha jugado la gigantesca ola de repulsa generada por la barbarie química. Con las imágenes de los niños gaseados en la retina, tanto republicanos como demócratas han validado la operación de castigo. Incluso senadores tan críticos como el republicano John McCain le han ofrecido apoyo para futuras operaciones. Y en el exterior, la OTAN, el Consejo Europeo, Reino Unido, Alemania, Francia, España, entre otros, han aprobado sin titubear la acción. Nunca hasta ahora tantos le habían aplaudido. Trump, bomba en mano, ha logrado su primera victoria. http://internacional.elpais.com/internacional/2017/04/07/estados_unidos/1491574740_172137.html
Opinión: Trump y su peligroso cambio de rumbo en Siria
En una arriesgada demostración de poder, Trump ordenó un ataque con misiles contra Siria. La iniciativa contrasta con su postura inicial, y mete a Estados Unidos en un conflicto cuyo final no está a la vista.
Una razón principal determinó que el predecesor de Donald Trump se enfrentara a la oposición de muchos, incluidos miembros de su gabinete, como la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton. También se vio ante la oposición de líderes del Congreso, como los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham, y la de políticos internacionales como el presidente francés, Francois Hollande. Eso hizo que, finalmente, se abstuviera de ordenar una intervención militar directa en Siria.
En esa época, Estados Unidos y el resto del mundo aún lidiaban con dos intervenciones militares lideradas por Washington en Afganistán e Irán, y con otra que no era encabezada por los estadounidenses, pero que hubiera sido imposible sin ayuda de éstos, en Libia. Tras años de lucha encarnizada, ninguna de las tres ha dado el resultado deseado, de pacificar o por lo menos estabilizar esos países.
La principal razón por la que el presidente Barack Obama decidió no intervenir en Siria fue que –por muy duro que suene y pese a lo horroroso que sin duda es este conflicto-, esepaís no representaba una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. Obama a veces titubeó en esta postura, especialmente con su mal aconsejada declaración acerca de una "línea roja”. Pero, en general, se mantuvo en su posición: el conflicto sirio simplemente no rebasó el umbral necesario para una intervención estadounidense. No era un riesgo a los intereses nacionales estadounidenses.
Listos para la construcción nacional
La postura de Obama solo se endureció luego de que, contra sus propias convicciones, se dejó involucrar en la poco afortunada intervención en Libia. Entonces se percató de que el conflicto en Siria era aún más complejo, y que se requería de un compromiso político, militar y financiero total para resolver el acertijo de ese desmembrado país.
Intervenir en Siria no solo haría necesaria una enorme fuerza militar, sino también años de reconstrucción nacional, una tarea repudiada por muchos en la sociedad estadounidense. Obama sabía que estadounidenses cansados de guerras y afectados por la crisis financiera no estaban de humor para tal compromiso.
Donald Trump vio el conflicto de manera muy similar hasta hace poco tiempo, pero fiel a su estilo, manifestó su oposición a una acción militar en términos mucho más fuertes que Obama. En 2013, vía Twitter, Trump advirtió repetida y enfáticamente acerca de las consecuencias de una intervención militar estadounidense en Siria. Sin temor a equivocarse, puede decirse que Donald Trump era un acérrimo opositor a que su país actuara militarmente contra Siria.
Ferviente oposición
Más aún, Trump una y otra vez dio a entender que se podía trabajar junto con el gobierno de Assad contra el que el mandatario estadounidense considera, con alguna justificación, una amenaza real a la seguridad nacional de su país: el llamado Estado Islámico. Esta posición coincidía ampliamente con la campaña de Trump que proponía el "America first” (primero Estados Unidos), es decir, que su país debía concentrarse en asuntos nacionales, y solo actuar internacionalmente cuando ello favoreciera claramente a los intereses estadounidenses.
Michael Knigge, corresponsal político de DW
Aparentemente, todo este cálculo cambió de repente luego del ataque supuestamente con el uso de armas químicas contra una ciudad siria controlada por rebeldes, movilización que causó una multitud de víctimas, incluyendo muchos niños. Es cierto que si aparecen nuevos datos, el presidente no solo puede, sino que debe cambiar de opinión. El problema es que –como sucedió con la declaración de Obama sobre la "línea roja”- no existe un programa convincente acerca de cómo resolver la compleja situación de Siria. Los repetidos fracasos del presidente Trump al sacar adelante políticas nacionales comparativamente sencillas, como la reforma migratoria o la del sistema de salud, no indican que esté preparado para resolver asuntos globales mucho más complejos como lo es el de la crisis en Siria.
Alto precio
La reacción emocional de Donald Trump cuando habló de los "hermosos bebés” que fueron víctimas del ataque con gas en Siria fue comprensible y fue compartida por muchos. Pero su impulsiva respuesta política y militar para involucrar a Estados Unidos en el conflicto es peligrosa. Donald Trump se jacta de tomar decisiones rápidas, de ser impredecible y de cambiar de juego. Desde su perspectiva, este cambio de rumbo sobre Siria encaja perfectamente en su modus operandi personal. Pone un aviso a los antagonistas de Estados Unidos, como Corea del Norte e Irán, y demuestra a su público nacional que él avanza en asuntos que Obama dejó a medias. También deja en un segundo plano temas como las investigaciones sobre el papel de Rusia en la pasada campaña ,o sobre la reforma al sistema de salud. Pero el precio que Estados Unidos y el mundo pagarán por esta maniobra puede ser alto.
La base aérea de Shayrat fue el blanco del primer ataque directo deliberado de Estados Unidos contra las fuerzas del gobierno sirio desde que comenzó la guerra hace seis años. ¿Por qué fue elegido este lugar en particular?
Un total de 59 misiles fueron lanzados este jueves contra las instalaciones de la Fuerza Aérea Siria en Homs en respuesta a lo que el presidente de EE.UU., Donald Trump, aseguró fue un ataque con armas químicas contra una ciudad controlada por los rebeldes, sucedido dos días antes.
Jeff Davis, el portavoz del Pentágono, dijo que según inteligencia estadounidense, los aviones que arrojaron bombas cargadas con un agente nervioso en la localidad de Khan Sheikhoun y que mataron a más de 80 personas, habían partido de la base aérea de Shayrat.
El presidente sirio, Bashar al Asad, ha negado haber utilizado armas químicas. Pero Shayrat tiene un pasado muy cercano con este tipo de arsenal.
Un sitio clave en la guerra
La base aérea de Shayrat se encuentra en la provincia de Homs, unos 25 km al sureste de la ciudad homónima. Con una superficie de unos 10 kilómetros cuadrados, cuenta con dos pistas de aterrizaje de 3 km de longitud, así como con decenas de hangares, edificios e instalaciones de almacenamiento.
Este sitio se encuentra ocupado por los militares sirios desde que comenzó la guerra civil, hace seis años, y los aviones de combate del tipo Su-22 y MiG-23 de la Fuerza Aérea Siria parten de allí hacia todo el territorio.
En Shayrat se almacenaron armas químicas hasta 2013, cuando Al Asad accedió a su destrucción. En ese entonces sus fuerzas fueron acusadas de lanzar misiles llenos de gas sarín en los suburbios de Damasco, matando a cientos de personas.
A principios de noviembre de 2015, poco más de un mes después de lanzar un ataque aéreo contra los oponentes de Al Asad, el ejército ruso comenzó a usar Shayrat como base de operaciones de los helicópteros de ataque de tipo Mi-24 y Mi-35.
De acuerdo con imágenes satelitales obtenidas por Stratfor, una empresa privada de análisis de inteligencia y seguridad con sede en EE.UU., en diciembre de 2015 comenzaron a realizarse trabajos de construcción para mejorar la base aérea.
Los analistas de la compañía dijeron que las obras y la presencia de helicópteros sugerían que la base estaba ganando importancia para los gobiernos de Siria y Rusia en su lucha contra el autodenominado Estado Islámico (EI) en la provincia de Homs.
El Ministerio de Defensa ruso negó la información, pero a fines de marzo de 2016 nuevas imágenes satelitales mostraron que varios helicópteros de ataque Ka-52 Alligator y Mi-28N Night Hunter se encontraban en el lugar, según la consultora de defensa británica IHS Jane.
Se cree que combatientes del movimiento libanés Hezbollah y milicias iraquíes respaldadas por Irán también utilizaron Shayrat.
El ataque en Khan Sheikhoun
El martes, los sistemas de radares militares de EE.UU. detectaron que un avión de la Fuerza Aérea siria despegó de Shayrat y voló sobre Khan Sheikhoun en dos ocasiones: a las 06:37 hora local (03:37 GMT) y de nuevo 10 minutos después.
Fuentes militares estadounidenses dijeron a la cadena de televisión NBC News que los radares detectaron destellos en el suelo, indicando que algo había sido arrojado en la ciudad controlada por los rebeldes.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEE.UU. lanzó 59 misiles Tomahawk desde barcos ubicados en el Mediterráneo. Según Rusia, sólo 23 llegaron a Shayrat.
Al mismo tiempo, cientos de personas comenzaron a sufrir síntomas compatibles con la reacción a un agente nervioso, según los médicos y enfermeras que los trataron. Organismos opositores a Al Asad dicen que al menos 84 personas murieron.
De acuerdo con fuentes del diario The Guardian, los altos mandos de inteligencia estadounidense creen que había personal ruso en Shayrat "cuando cargaron misiles con gas sarín en un avión sirio", pero que "no pudieron establecer si los rusos sabían que eso estaba pasando".
Orient News, un sitio de noticias sirio a favor de oposición, dijo que el piloto del avión había sido identificado como el comandante de un escuadrón Su-22 de Shayrat.
Derechos de autor de la imagenEPAImage captionTrump mencionó las imágenes de niños sufriendo al hablar del ataque de Estados Unidos a Siria.
El bombardeo a la base
Alrededor de las 03:40 hora local (00:40 GMT) del viernes, dos destructores de la Marina de los Estados Unidos ubicados en el mar Mediterráneo oriental lanzaron 59 misiles Tomahawk sobre la base aérea.
Davis dijo que su objetivo eran "aviones, refugios de aviones, almacenamiento de petróleo y de logística, búnkeres de provisión de municiones, sistemas de defensa aérea y radares", los cuales fueron descritos como "cosas que hacían que el aeródromo funcionara".
"Estamos evaluando los resultados del ataque", agregó. "Las primeras informaciones indican que aviones sirios, infraestructura de apoyo y equipamientos en la base de Shayrat fueron dañados severamente o directamente destruidos, reduciendo la capacidad del gobierno sirio de usar armas químicas".
VIDEO: La televisión rusa dice mostrar la destrucción provocada por los misiles lanzados por EE.UU.
Davis hizo hincapié en que EE.UU. había tomado "medidas extraordinarias" para evitar las bajas civiles y que tuvieron "precauciones para minimizar el riesgo para el personal ruso y sirio ubicado en la base".
Las fuerzas rusas fueron notificadas del ataque con antelación utilizando una línea establecida para asegurar que los aviones de combate estadounidenses que atacan a EI en Siria no sean golpeados accidentalmente por aviones rusos, añadió.
Herbert Raymond McMaster, asesor de Seguridad Nacional de Trump, dijo que también habían tomado medidas para evitar golpear lo que se creía que eran tiendas de sarín en Shayrat, para que "no se encendiera y amenazara a los civiles o a cualquier otra persona".
"Obviamente, el régimen (de Al Asad) mantendrá cierta capacidad de cometer asesinatos masivos con armas químicas más allá de esta base aérea en particular", dijo McMaster.
Derechos de autor de la imagenAFPImage captionEsta fotografía supuestamente tomada después del ataque estadounidense parecería mostrar un hangar dañado en Shayrat.
Y agregó: "Pero el ataque estaba dirigido a esta base aérea particular por una razón: porque pudimos establecer que el ataque asesino partió de esa instalación".
Acusaciones contra EE.UU.
Un sirio que vive a pocos kilómetros de Shayrat dijo a la BBC que a las 03:45 horas se despertó por la fuerza de las explosiones. Cuando miró hacia fuera, vio grandes áreas en llamas, contó.
Un primo suyo que hizo el servicio militar dijo que había ido a ver a sus amigos en la base y que había visto "una devastación total", agregó.
El ejército sirio dijo que el ataque había provocado la muerte de seis miembros del personal de la base y varios heridos, además de causar "un daño material enorme".
GUÍA INTERACTIVAPosibles puntos bombardeados
Después del ataque
Antes del ataque
La agencia de noticias oficial Sana informó que nueve civiles que vivían en aldeas cercanas a la base aérea también habían muerto y que cuatro eran niños.
Un portavoz del Ministerio de Defensa ruso dijo que fueron destruidos un depósito de equipos, un edificio de entrenamiento, seis MiG-23 de la Fuerza Aérea Siria que se encontraban en hangares de reparación y una estación de radar.
La pista y calles de acceso, así como los aviones que se encontraban estacionados no fueron dañados, agregó.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEste viernes en Washington D.C. y otras ciudades de EE.UU. se registraron protestas en contra del ataque a Siria.
El vocero también describió la efectividad del ataque estadounidense como "extremadamente baja", diciendo que sólo 23 misiles habían impactado Shayrat.
"Es obvio para cualquier especialista que la decisión de llevar a cabo un ataque aéreo a Siria fue tomada en Washington mucho antes de los acontecimientos en Khan Sheikhoun, lo cual sólo sirvió como un pretexto formal", dijo el vocero.
"Una amplia gama de medidas de reconocimiento y planificación" habría sido necesaria para este ataque.