Tony Raful, escritor y poeta |
La invasión de Trujillo a Fidel (1)
Puntos de vista 10 Febrero 2015
El generalísimo Trujillo estaba desesperado ante dos nuevos enemigos a nivel de Estado, surgidos en la zona del Caribe, el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt y el primer ministro de Cuba, Fidel Castro. Los dos se habían unido para derrocar el régimen de sangre y terror del tirano dominicano. Las expediciones gloriosas del 14 y 20 de junio de 1959, fueron coordinadas por ambos líderes, como una contribución a la lucha democrática del pueblo dominicano, y en el caso de Fidel, como un compromiso contraído desde que era estudiante de la carrera de Derecho de la Universidad de La Habana , donde presidió el Comité Pro Democracia en Santo Domingo, que lo llevó a ser expedicionario de la frustrada invasión de Cayo Confites, en 1947, que de haberse materializado tenía muchas probabilidades de victoria. Además, Fidel le había prometido al comandante Enrique Jiménez Moya, en la Sierra Maestra, que al triunfar la revolución cubana, podía contar con su apoyo incondicional para iniciar la lucha armada contra Trujillo.
Para Trujillo, Betancourt y Castro se convirtieron en obsesiones, planificando la muerte de Rómulo Betancourt y la invasión a Cuba, para el derrocamiento de Castro, con la presencia activa en República Dominicana, de una legión de esbirros batistianos que acompañaron al Presidente Fulgencio Batista, en su huída de Cuba la noche del 31 de diciembre de 1958 y su llegada a la base militar de San Isidro, el 18 de enero de 1959. Entre los esbirros había generales, coroneles y torturadores con experiencia militar. El enlace de comunicación de toda la operación trujillista lo fue el temible matón, coronel Johnny Abbes García, quien, curiosamente, hubo de quedar atrapado en La Habana, el 18 de enero de 1959, a donde había ido días antes en una misión secreta de Trujillo, para llevar armas, municiones y dar asesoría a la policía secreta.
Abbes pasó varios días en peligro de ser apresado por las nuevas autoridades revolucionarias, protegido por el inefable embajador dominicano en Cuba, Porfirio Rubirosa. Finalmente, aprovechando la confusión de las primeras semanas, logró salir clandestinamente, luego de pagar un vuelo irregular y falsificar sus documentos. Abbes nunca le perdonó al dictador Batista, haberlo dejado en Cuba, y no haberle comunicado su salida por la pista aérea de la base militar del campamento de Columbia, convertido después por Fidel en escuela. El resentimiento de Abbes no pudo ser apagado por las explicaciones que Batista le ofreció en Ciudad Trujillo. Para la operación propuesta por Trujillo de invadir a Cuba, se prescindió de Batista, a quien Trujillo humilló y a quien calificaba de cobarde por salir huyendo, cuando en los informes transmitidos a Trujillo, había posibilidades de resistir y contrarrestar la rebelión castrista. Trujillo fue más lejos, le cobró a Batista el precio de las armas “San Cristóbal” que le había enviado, y para ello, lo recluyó por varias horas en la Penitenciaría Nacional de La Victoria.
Los comandantes Eloy Gutiérrez Menoyo y William Morgan (norteamericano del ejército rebelde castrista) establecieron contacto con Trujillo a través de intermediarios, que hicieron depósitos de dólares a cuentas en Miami, y se comprometieron a participar en la intentona dominicana. Luego le informaron a Fidel Castro de todos los pormenores de sus vínculos con Trujillo, y Fidel decidió que éstos siguieran haciéndoles creer a Trujillo que ellos estaban colaborando con él, para poder atrapar la mayor cantidad de participantes. El 9 de agosto de 1959, un avión de la Fuerza Aérea dominicana sobrevoló las montañas del Escambray, con la finalidad de entregar armamentos a supuestos alzados trujillistas, pero las condiciones meteorológicas y la insuficiente iluminación le impidió aterrizar en una pista improvisada, una recta de unos dos kilómetros que había en la carretera de Cienfuegos a Trinidad. El martes 11 de agosto de 1959, a las dos de la mañana, un avión militar dominicano C-46, arrojó un alijo de armas al oeste de la ciudad de Trinidad, por la zona de la playa “El Inglés”, a los supuestos sublevados que esperaban las mismas para alzarse contra Fidel, diez ametralladoras Thompson con 20 mil cartuchos, ocho ametralladoras calibre 30 con 30 mil cartuchos, dos ametralladoras calibre 50 con 15 cartuchos, cajas con botas y otros pertrechos de guerra. El miércoles 12 de agosto a las 7:30 de la noche, un avión dominicano C47 sobrevoló el aeropuerto de Trinidad, después aterrizó, y al abrir la portezuela del avión, apareció la figura del enviado especial de Trujillo, un “sacerdote” católico cubano, Velazco Ordoñez, y de inmediato la multitud empezó vivar a Trujillo. Los combatientes disfrazados de campesinos simulaban su apoyo a Trujillo. El sacerdote explicó que su misión era coordinar las acciones que se iban a tomar contra la revolución, y para precisar el día, la hora y el lugar exacto donde se iba a producir el desembarco de la “Legión Extranjera trujillista”. El sacerdote entregó diez bazucas, además de tres mil pistolas, cinco radios y accesorios de comunicación. El apasionante relato de la invasión de Trujillo terminaría el jueves 13 de agosto de 1959, con una tomadura de pelo al tirano de dimensiones colosales. El tema me obliga a precisar los datos y enriquecer la memoria histórica, en próximas entregas.
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Fidel quería coger a Trujillo preso (2)
Tony Raful
Puntos de vista 10 Febrero 2015
La guerra a muerte contra Trujillo estuvo anunciada, el 23 de enero de 1959, en un discurso pronunciado por Fidel Castro, en la Universidad Central de Caracas, Venezuela, donde fue objeto de un cálido recibimiento, durante varios días del pueblo de Venezuela, por su hazaña de derrocar la dictadura de Fulgencio Batista. Castro, emocionado, luego de alzarle el brazo a Enrique Jiménez Moya, a quien llevó como parte de su escolta, dijo: “Yo sé que el día en que se esté combatiendo en Santo Domingo, no faltarán voluntarios entre el estudiantado y entre el pueblo de Venezuela, que quieran ir a combatir allá. Lo que sí les puedo asegurar a los revolucionarios dominicanos, es que no los dejaremos solos, y es con esa promesa con la que me quiero despedir de ustedes: nos veremos en la Universidad de Santo Domingo”. La promesa sólo se cumpliría 40 después en 1999, cuando Castro visitó la Universidad dominicana en otro contexto de libertad y democracia. Factores diversos, fallas en la sincronización de los desembarcos del 14 y 20 de junio de 1959, masacre inmediata de los expedicionarios, contradicciones internas, movilización de Trujillo ante organismos hemisféricos acusando a Cuba de agresión, hicieron imposible el encuentro de Castro con los estudiantes dominicanos, en un Santo Domingo liberado por la sangre generosa de la raza inmortal de 1959.
Cuba rompió relaciones diplomáticas con República Dominicana el 26 de junio de 1959. El Canciller interino de Cuba lo era Armando Hart, quien al justificar la ruptura señaló que la embajada cubana en Ciudad Trujillo había sido baleada el día 5 de junio de 1959, matando en la balacera al niño dominicano Ovidio Méndez, siendo atacado el recién nombrado embajador de Cuba, Juan José Díaz del Real y su acompañante, Mario Rivas, a quien sustituía Díaz del Real, ese mismo día, en el Banco de Reservas. El Canciller cubano adujo también que Trujillo no había devuelto los aviones en que aterrizaron Batista y su gente, ni extraditado a los criminales de guerra. Hart añadió también como causa del rompimiento, el bombardeo indiscriminado de civiles y el asesinato de prisioneros de guerra de las expediciones del 14 de junio de 1959. Fidel Castro en un discurso que pronunció en Santa Clara el 21 de junio de 1959, cuando todavía había esperanza de victoria del ejército de liberación dominicana sobre Trujillo, dijo, refiriéndose a los esbirros batistianos que estaban apoyados por Trujillo: “Qué gran negocio sería si una mañana nos despertáramos con la noticia de que los criminales de guerra están aquí; aquí mismo en nuestras playas. Nuestras instrucciones son que los dejen desembarcar y que les corten la retirada, y si vienen con Trujillo, mejor todavía, porque matamos dos pájaros de un tiro y le haremos de paso un gran favor al pueblo hermano y heroico de Santo Domingo”.
Trujillo había creado en enero de 1959 “La legión anticomunista del Caribe”, una especie de respuesta a “La legión del Caribe”, creada a finales de los años 40, por los líderes de la “izquierda democrática” de Centroamérica y el Caribe, para derrocar a Trujillo, Somoza y los regímenes dictatoriales. Su principal líder lo era el dominicano, general Juancito Rodríguez.
“La legión anticomunista del Caribe” se creó con unos trescientos hombres (150 españoles, 100 cubanos y el resto, croatas, alemanes y griegos) que se entrenaban en República Dominicana. A estos integrantes Trujillo le sumó una cantidad de reservistas, soldados dominicanos y voluntarios.
El objetivo central de la “Legión anticomunista” era derrocar a Fidel Castro, invadiendo territorio cubano, previa ayuda y reclutamiento de una parte de la oficialidad cubana, descontenta por el giro a la izquierda del proceso cubano, entre quienes estaban los comandantes Eloy Gutiérrez Menoyo y William Morgan, quienes engañaron a Trujillo, y con el apoyo de las fuerzas desplazadas del poder. Como dato más que curioso, que solamente podemos achacar al “azar concurrente”, Trujillo designó como jefe de “La legión anticomunista del Caribe”, al general Fausto Caamaño, quien era el padre de quien sería el héroe nacional dominicano de abril de 1965, coronel Francisco Alberto Caamaño. Menos de diez años después, el hijo de Fausto Caamaño, encontraría albergue político en Cuba y establecería nexos de amistad y afectos con Fidel Castro, el gobernante cubano a quien su padre invadiría al frente de la “Legión anticomunista del Caribe”, si no hubiese sucedido el fracaso de los planes de Trujillo el 13 de agosto de 1959 en la ciudad de Trinidad.
Fidel Castro se vio obligado a interrumpir el engaño del plan original de invasión a Cuba de parte de Trujillo, cuyo momento culminante lo sería el bombardeo masivo de las bases militares cubanas por parte de la Aviación Militar Dominicana y el desembarco de “La legión anticomunista del Caribe”, al apresar a los tripulantes del tercer desembarco aéreo en la pista del aeropuerto de Trinidad el 13 de agosto, debido a que se había difundido como rumor que la trama estaba descubierta, por la cantidad de apresamientos en La Habana y otras ciudades. Castro dijo en su discurso del 14 de agosto de 1959, que “de haberse podido mantener el secreto durante un tiempo mayor, tengo la seguridad que se hubiese logrado no solo capturar el avión y sus tripulantes, sino también a los criminales de guerra, el ejército de Trujillo (se refiere a la legión anticomunista) y hasta a Trujillo mismo”. El comandante Gutiérrez Menoyo (quien posteriormente desertaría) se ocupó de que la operación final contra Trujillo se hiciera el día 13 de agosto. Era el regalo de Menoyo a Fidel en su cumpleaños.
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